Reseña: El Libro de las cosas nunca Vistas
Si hay un escritor que ha sabido subvertir diferentes formas literarias y producir algunas de las narraciones más extrañas y originales de las últimas décadas, es Michel Faber. Este escritor neerlandés ya ha publicado seis obras de grueso calibre, partiendo con Bajo la Piel el año 2000, pasando por El Evangelio de Fuego hasta la monumental Pétalo Carmesí, Flor Blanca. En esta misma línea, Faber proyecta El Libro de las Cosas Nunca Vistas como un relato de inmensas dimensiones, tanto espirituales como galácticas.
El libro arranca
cuando el pastor cristiano Peter Leigh está a punto de embarcarse en una misión
evangelizadora a través del espacio, al planeta bautizado como Oasis, donde se ha establecido contacto
con la primera raza alienígena inteligente. Peter es joven y está casado. Bea,
su esposa, también creyente y mujer de una sensible espiritualidad, lo alienta
para que emprenda dicho viaje aunque desde las primeras páginas es palpable la
tensión de una separación de larga distancia, nostálgica, triste, llena de
añoranza. En la colonia terrestre en Oasis,
Peter conoce a su equipo, establece intensas relaciones con un par de ellos y
mantiene la distancia del resto. También conoce a los oasianos, los alienígenas a quienes deberá evangelizar después de
la desaparición del pastor anterior. Considerando esta premisa, vale
preguntarse si ésta es una obra de ciencia ficción. La respuesta es no. Si bien
Faber construye un mundo verosímil, caracteriza a la nueva raza detalladamente
y expone los motivos que llevaron a los humanos a establecerse en el planeta,
nada de esto es el centro del relato. Más allá de los viajes interestelares, de
extraterrestres y de catástrofes apocalípticas en la Tierra, la historia
transita por otros derroteros.
Como voraz
lector de ciencia ficción, Faber destaca cómo este género tocó temas serios
décadas antes que lo hiciera la literatura seria,
pero también reconoce que en muchas oportunidades el género carecía de
personajes interesantes y una prosa de calidad. Es ahí donde Faber descolla.
Desde la fe de Peter Leigh, el autor lanza un sinnúmero de cuestionamientos que
remecen las bases de lo que podríamos llamar relaciones humanas o comunicación,
un tema que ha venido tocando desde sus primeras novelas. Faber ha definido sus
obras como viajes a lo desconocido aunque lo desconocido en ellas sea el ser
humano, el otro, cuando nos enfrentamos a otra persona esperando vernos
reflejados, pero descubrimos un abismo insondable. El ser humano como enigma es
su principal interés, no el ser humano en una situación extrema sino el ser
humano en sí.
A pesar de
sus miedos iniciales, la tarea evangelizadora de Peter resulta ser más fácil de
lo esperado. La relación que establece con los extraterrestres es cálida y, no
obstante las dificultades lingüísticas, el entendimiento que florece entre sí
es muy emotivo. Debido a la inocencia y
a la falta de prejuicios de una cultura sin tradiciones y sin recuerdos, Peter
es capaz de recuperar su propia fe en una época donde la ambigüedad y el
relativismo han dañado sus creencias. Sin embargo, su relación con los humanos
en la colonia se hace más distante y extraña como si sus actitudes y problemas
ya no encajaran en la visión que Peter sostiene sobre lo que debería ser la
esencia humana. Y por sobre todo esto, la comunicación que mantiene con su
esposa a través de correo electrónico intergaláctico le revela que las cosas en
la Tierra van de mal en peor: problemas ambientales, conflictos sociales, carencia
de alimentos. Bea no puede encontrar consuelo y Peter, a años luz de distancia,
es incapaz de entregárselo. La separación se abre más allá de las galaxias.
El Libro de las Cosas Nunca Vistas es una
novela de una fragilidad dolorosa. No es común encontrarse con un trabajo que
lidie de manera tan delicada con la dificultad de establecer vínculos con nuestros
semejantes, de relacionarse con el otro. En el momento en que Michel Faber
escribía este libro, su esposa moría víctima de cáncer. Él estuvo a punto de
abandonar el proyecto, pero fue ella quien lo convenció para que lo finalizara.
Tan largo proceso dejó huella en una novela de por sí ya profunda, sobre
personajes dañados y brechas insalvables, sin consuelos falsos, pero
singularmente inspiradora. Es una odisea conmovedora, de una hermosura
desesperada, que difícilmente puede ser encasillada. Inclasificable, como toda
obra maestra.
El
Libro de las Cosas Nunca Vistas
Michel
Faber
Anagrama
2016
624
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