Reseña: Los Elementales


Los Elementales

Cuando se habla de terror, el nombre de Michael Mcdowell no es uno de los que venga a la memoria de los lectores con más frecuencia. Poe, Lovecraft, King, Simmons, Straub, Bloch y otros son los escritores que tendemos a recordar. Mcdowell, sin embargo, es parte de ese gran linaje de autores - Matheson, Machen, Ligotti - que no alcanzaron, o alcanzan aún, las más altas cotas de popularidad, pero que el tiempo ha puesto en su justo lugar como autores tan o más influyentes que los más populares.

Mcdowell sí alcanzó cierta fama como guionista de Cuentos de la Cripta, Historias Asombrosas, Tales from the Dark Side y dos cintas de Tim Burton, Bettlejuice y Nightmare Before Christmas. En todas éstas, el escritor estadounidense hizo gala de una visión muy particular del terror. Para Mcdowell, este género iba más allá de la simple creación literaria. Consagró su vida a coleccionar memorabilia relacionada con la muerte: fotos de cadáveres, de cráneos, de escenas de crímenes, lápidas, ataúdes de niños, tarjetas y avisos fúnebres, cartas de condolencia y broches de cabello entre otros. Era una autoridad tal que incluso historiadores recurrían a su colección con gran frecuencia. Entre sus mejores obras destacan El Amuleto, Cold Moon Over Babylon, la portentosa saga Blackwater, compuesta por seis volúmenes, y Los Elementales, que él mismo consideraba su obra maestra.

Los Elementales narra la historia de las familias Mcgray y Savage en el estado de Alabama, y la extraña cadena de eventos que desata un terror indescriptible sobre sus vidas. El relato arranca con el funeral de la matriarca Marian y los extraños ritos familiares relacionados con las muertes de los integrantes de una de las familias. Ya desde las primeras páginas es posible apreciar una atmósfera densa, enrarecida, que se cierne sobre los personajes, dejando entrever sombras que han amenazado su bienestar desde hace décadas.

Mcdowell siempre sostuvo que el mejor arte es aquel que es estructurado, que surge del orden, y Los Elementales es una soberbia prueba de ello. El autor no apura el ritmo, como suele ocurrir con muchos escritores de terror hoy en día, sino que dosifica las cuotas de misterio, graduando el desarrollo de la historia casi con bisturí. La personalidad de cada uno de los personajes toma forma poco a poco a través de trazos sutiles, nunca cayendo en el exceso o en el cliché. Sus mezquindades, sus rencores, sus relaciones enfermizas son expuestas a la luz de forma casi naturalista. El autor usa elementos mínimos, colores y texturas para crear una atmósfera que va ganando en tensión capítulo tras capítulo sin la necesidad de recurrir a sucesos paranormales. Por supuesto, estos sí existen, pero no son recurrentes. Su fuerza, sin embargo, se redobla cuando acontecen y quiebran la tensión de la historia.

Después del funeral de Marian y los días necesarios en el pueblo más cercano para ultimar los aspectos legales, ambas familias se refugian en las tres casas victorianas que poseen en la costa del golfo de Alabama para recuperarse. Por supuesto, es entonces cuando la pesadilla comienza a tomar forma: salen a flote los relatos de hijos y hermanos desaparecidos, descubrimos que una de las casas es inhabitable por la arena que la ha invadido durante décadas, el clima extraño mezcla días de brutal calor con días de lluvia intensa, la niebla que sube desde el mar, la arena que parece tener vida misma, una mujer alcohólica, un marido político manipulador.

Mcdowell usa con gran pericia los elementos del gótico sureño (y evita hábilmente sus lugares comunes). Está Odessa, la criada negra conectada con lo sobrenatural; India, la niña cuya curiosidad la lleva a descubrir el mal y enfrentarlo cara a cara, Dauphin y Luker, hijos de las matriarcas, ahora adultos, que han crecido con la amenaza del mal desde tierna edad; la hermana mayor convertida en monja para escapar del horror, una casa (tres en este caso) de grandes proporciones y espacios inexplorados, la atmósfera asfixiante y Los Elementales mismos, una de las representaciones literarias del mal más poderosas de la segunda mitad del siglo pasado.

Es sólo en el último tercio de la novela donde estas entidades se hacen presentes en un torbellino de horror, descontrol y sangre que Mcdowell y la contención de su pluma sólo nos habían dejado entrever. El golpe que acusa el lector es casi físico y todo lo que ha experimentado en las páginas anteriores corre el riesgo de ser olvidado ante tal despliegue de virtuosismo narrativo y de incontenible horror.

Grandes exponentes del terror solamente guardan elogios para Mcdowell y su obra, y no es para menos. Los Elementales es considerada, con justicia, un volumen cumbre del género además de una de las mejores novelas en la tradición de casas encantadas y de la literatura gótica. El gran refinamiento de la pluma de Mcdowell, la maciza estructura de su novela, sus personajes perfectamente trazados, su ritmo narrativo y su tensa atmósfera convierten a ésta en una de las mejores obras literarias norteamericanas de la segunda mitad del siglo XX.

Isaac Civilo B.

Los Elementales
Malcom McDowell
La Bestia Equilátera
2017
312 Páginas



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