Reseña: La Gracia de los Reyes de Ken Liu
La Gracia de los Reyes

Ken Liu alcanzó renombre por sus excelentes traducciones al inglés del
primer y tercer volumen de la trilogía de Cixin Liu, El Problema de los Tres Cuerpos y El Fin de la Muerte – ganadores del premio Hugo y Locus
respectivamente – además de la muy interesante antología Planetas Invisibles, cuya traducción y edición corrió por su
cuenta. Su obra como autor, no obstante, se estaba forjando en paralelo. La primera
muestra de su talento fue la premiada antología de cuentos cortos El Zoo de Papel y Otros Relatos, única
ganadora de los tres premios más importantes de ciencia ficción en un mismo
año. En ella, el joven escritor demostró una gran capacidad especulativa aliada
a un amplio rango de temáticas y una imaginación desbordante. Sólo era cosa de
tiempo para que pusiera pie en el territorio de la novela y probar que su
talento no se diluiría en una forma narrativa más extensa.
La Gracia de los Reyes es el primer volumen de su trilogía La Dinastía del Diente de León, un ciclo
cuyos dos primeros volúmenes ya han sido publicados y nominados a los mayores
premios de fantasía. El relato se desarrolla en el reino de Dara, un mundo exquisitamente detallado
donde la fantasía y la historia se entrelazan de formas sutiles. Dara es un archipiélago cuya isla mayor
se encuentra dividida en seis reinos. Cada uno de estos había gozado de
autonomía durante décadas hasta que el séptimo reino proveniente de la pequeña
isla de Xara los somete,
convirtiéndolos en un único imperio. La narración comienza poco después de la
conquista total de la gran isla, en una de las tantas giras del Emperador
Mapidéré por los territorios anexados y un atentado en su contra. El sueño de
Mapidéré es lograr la unificación de todos los reinos, imponiendo estructuras
políticas, económicas e incluso lingüísticas particulares a todos sus
habitantes. El atentado, no obstante, deja ver que la población de Dara está lejos de la aceptación de una
nueva autoridad. Rebeliones menores se comienzan a gestar en diferentes pueblos
del nuevo imperio y surgen jóvenes líderes decididos a dar pelea al ejército
imperial. Kuni Garu, un vividor sin oficio, es puesto por el destino en el
camino de la revolución y acabará siendo un eje fundamental de la narración.
Por otro lado, Mata Zyndu, sobreviviente de una casa noble aplastada por
Mapidéré, inicia su largo periplo para recuperar el honor perdido y hacer
frente al imperio acompañado por su tío y mentor Phin Zyndu. Mata Zyndu es un
guerrero a la vieja usanza, leal y honorable, cuyo camino se cruza con el de
Kuni Garu constantemente y cuyo arco argumental se convierte en uno de los
pilares de este primer volumen.
Durante la primera parte de la obra, Ken Liu detalla las diferentes
rebeliones que se alzan a través del imperio y cómo éstas van conformando un
movimiento de gran volumen que comienza a ganar terreno capítulo tras capítulo.
Es un análisis certero de las revoluciones, lleno de matices y un abanico de
personajes con las más variadas intenciones, desde el idealismo más puro hasta
las ansias de poder más abyectas. Paralelamente, conocemos el interior del
imperio y somos testigos de la forma en que las semillas del fracaso del gran
proyecto unificador de Mapidéré ya han sido sembradas en su mismo núcleo por la
persona más impensada. Las intrigas palaciegas se suceden y la decadencia del
imperio comienza a mellar sus estructuras. Ken Liu recurre a un estilo dinámico
y efectivo – cuyas raíces provienen notoriamente del mundo del cuento corto y
la narración breve – que ayuda a cubrir gran cantidad de sucesos en pocas
palabras. Su prosa es directa, compacta, y por momentos el lector siente que
está leyendo una intrincada fábula oriental o escuchando un relato de una
lejana tradición oral. Con rápidas pinceladas, el autor conduce la narración
hacia una gran batalla en la mitad exacta de la novela y la recuperación de los
reinos de Dara a manos de los líderes
de la revolución.
Por sobre todas las complejas maniobras militares, los variopintos
personajes, y largos arcos argumentales, podemos apreciar cómo los dioses
mismos toman cartas en la guerra interviniendo en el rumbo de los
acontecimientos. En una clara alusión al panteón de las deidades griegas, los
dioses de Dara, guardianes de los
reinos, toman posición respecto de los humanos favoreciéndolos o
perjudicándolos y, en el proceso, mostrándonos que ellos también son igualmente
iracundos, falibles, ambiciosos.
La segunda parte de la novela nos presenta los conflictos de poder que
se generan una vez la revolución ha triunfado. Más difícil que la rebelión
misma, la reconstrucción de los reinos genera toda clase de fricciones entre
sus caudillos. En términos de caracterización, es ésta la sección más rica de
este primer volumen. El autor esboza una amplia gama de personajes cuyas
motivaciones e intereses entran en conflicto dejándonos entrever cuán ambiguos
son. No solamente Kuri Ganu y Mata Zyndu se nos presentan como protagonistas
mucho más complejos de lo que apreciamos durante las batallas. Sus familias,
esposas, amigos y seguidores reciben el mismo tratamiento. En esto también hay
una sugerente intención de subvertir la estructura usual de las historias de
fantasía épica donde la presentación de los personajes antecede las gloriosas
escenas de batalla que forman el clímax de tantos relatos.
En todo lo anterior, La Gracia de
los Reyes es un relato vigoroso, robusto, pero en la recta final es donde
flaquea. Muchos acontecimientos importantes se suceden a un ritmo demasiado
vertiginoso cuando se beneficiarían de un tratamiento más pausado, más
desarrollado, que ganara en tensión y dramatismo – en especial momentos claves
como lo es una de las traiciones más deleznables de toda la obra. Asimismo, el
relato deriva peligrosamente hacia cierto tipo de corrección política que se
está haciendo común en varios relatos de fantasía y ciencia ficción por estos
días, restando riqueza a la ambigüedad que sus personajes habían demostrado a
lo largo de los capítulos previos. Incluso los dioses se nos muestran más
unidimensionales, más planos en el desenlace. Por suerte, hay un par de señales
que dejan entrever la superación de este traspié en los volúmenes siguientes.
Con todo, La Gracia de los Reyes
muestra un considerable saldo a favor. Simplemente no alcanzó a ser la obra
redonda que parecía. Todavía quedan dos novelas para ver qué prevalecerá.
Isaac Civilo B.
La Gracia de los Reyes (Trilogía
del Diente de León 1)
Ken Liu
Runas
2016
648 páginas
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