Reseña: Los Doce de Justin Cronin
Los Doce

El Pasaje nos presentó el comienzo de la epidemia que
devastó a Estados Unidos en poco tiempo y también a un grupo de sobrevivientes
quienes vivían el día a día en medio del desconcierto y la pérdida. Era un
relato oscuro, árido, cuyos amplios paisajes reforzaban la sensación de soledad
que experimentaban sus personajes y la desesperanza que amenazaba con
engullirlos. Solamente en el último tramo de la novela la atmósfera opresiva daba
un respiro al lector y a sus protagonistas, no sin antes someterlos a una larga
ordalía donde la muerte y el sacrificio parecían ser las únicas cartas de las
que disponían la pequeña Amy, los hermanos Jaxon y Fisher, y sus amigos.
Los Doce opta por una estructura más coral respecto de
su antecesora desarrollando cuatro líneas argumentales que avanzan y retroceden
a lo largo de un siglo desde el ataque del virus. El relato abre con un largo
pasaje que toma lugar paralelo a los acontecimientos de la primera novela. En
él, distintos sobrevivientes en ciudades cercanas al epicentro de la catástrofe
sortean la muerte para conformar un grupo que intenta llegar a la seguridad de
la costa este en medio de confusas actividades militares. Si bien esta larga
sección se siente como una coda de lo que pudimos apreciar en El Pasaje, también permite a Cronin
introducir los elementos que serán determinantes durante el resto de la
narración. El autor no deja cabo suelto y a pesar de que este grupo de
personajes es nuevo – una apuesta arriesgada como continuación de un proyecto
tan extenso – el lector podrá notar cómo muchos de ellos llegarán a ser partes
clave en la conclusión del relato. Además, el desenlace del primer tercio del
volumen es uno de los pasajes mejor logrados de la trilogía.
El segundo tercio del libro se inicia con otro grupo de personajes, ya
75 años después de que la epidemia comenzara a arrasar la civilización. Una vez
más, Cronin toma su tiempo para desarrollar un argumento que gira en torno a un
grupo de sobrevivientes que decide salir en un día de campo, bajo la protección
de la luz del sol, pero que no cuentan con un repentino eclipse que será
aprovechado por los vampiros para dar cuenta de la mayoría de ellos. Quienes
lograron escapar también probarán ser piezas esenciales al término de la novela.
Solamente después de 300 páginas podemos retomar la historia de los
protagonistas que conocimos en El Pasaje.
Casi cien años han transcurrido desde los eventos narrados en el primer volumen,
el grupo original se encuentra separado, algunos de sus integrantes
desaparecidos y otros en distintas funciones en una sociedad que ya comienza a
levantarse y a organizarse. En este sentido, Los Doce nos muestra un relato más esperanzador donde una serie de
instituciones ya se han reformado – escuelas, cuerpos policiales y militares,
iglesias – y se han establecido las estructuras básicas para la subsistencia de
grupos cada vez mayores de sobrevivientes.
El subtexto religioso que Cronin incorporó en el primer relato queda
relegado a segundo plano en pos de nuevos elementos que agrega al argumento.
Junto con la reconstrucción de la sociedad, también es posible apreciar cómo
germinan las semillas de la autoridad desbocada, el totalitarismo, el
terrorismo, lo peor de la naturaleza humana. En un pequeño pueblo llamado La Patria, un grupo de individuos ha
decidido usar la sangre de uno de los infectados a quien mantienen cautivo para
obtener una vida más larga de lo normal y poder esclavizar a aquellos humanos
capturados a lo largo de los años. La
Patria se ha transformado en servidores de Los Doce – los hombres
infectados por el virus original – quienes ahora, con cuerpos monstruosos y
legiones de vampiros a sus órdenes, buscan la subyugación de los
sobrevivientes.
La última parte del libro nos muestra a un autor en plena forma, capaz
de unir hábilmente todos los elementos que ha planteado desde el comienzo de la
novela, incluso cuando estos se distancian por miles de kilómetros y decenas de
años, en una demostración sólida de destreza narrativa. Si bien por momentos se
suceden acontecimientos importantes a un ritmo vertiginoso, Cronin nunca pierde
de vista lo medular, sus personajes. Sin importar cuán gigantescos parezcan ser
los sucesos, el autor jamás titubea a la hora de detenerse, dar un respiro al
lector y mostrarle qué tipo de personas son aquellas que deben atravesar por
tan dolorosas experiencias y por qué importan tanto. Además de ser un relato
que deja entrever un futuro un poco más luminoso de lo que presenciamos en El Pasaje, Los Doce también es un trabajo de una estructura más sólida, de
mejor ritmo y gran caracterización. Un paso adelante respecto de su
predecesora.
Isaac Civilo B.
Los Doce (Trilogía El Pasaje 2)
Justin Cronin
Umbriel
2014
800 páginas
Comentarios
Publicar un comentario