Reseña: Endymion de Dan Simmons
Endymion

Por supuesto, el punto de partida vuelve a ser John Keats, el poeta
inglés cuya obra es la principal inspiración de estos Cantos. El poema que forma la base de la narración es Endymion, escrito alrededor de 1818 y
basado en el mito griego homónimo donde el pastor protagonista es amado por la
diosa de la luna, Selene. En la novela, Raúl Endymion, joven guía de cacería y
pastor en la ciudad de la que toma su nombre, es acusado injustamente de
asesinato y condenado a muerte por la Iglesia Católica. En el momento de su
ejecución, Endymion es adormecido para después despertar en la casa del anciano
Martin Silenus, uno de los peregrinos originales de Hyperion. Aquí es donde el poeta-sátiro encomienda al joven guía el
rescate de su sobrina Aenea además de diversas misiones que debe llevar a cabo
en el proceso. El pastor acepta ingenuamente pensando que Silenus está
jugándole una broma y accede a sumergirse en esta tarea con visos de hazaña
épica. Aenea resulta ser la hija de Brawne Lamia, compañera de Silenus en la
peregrinación original hacia Las Tumbas del Tiempo, y el cíbrido de John Keats,
una niña que ha nacido de la fusión humano-mecánica de sus padres y que juega
el rol de mesías que regresa desde el futuro a través de las tumbas para
derrocar a la religión católica regente. Tras el rescate de la menor por parte
de Endymion y su androide Bettik, la iglesia comienza su persecución a través
de diferentes planetas a fin de capturar a Aenea y eliminar la amenaza que
representa para el orden eclesiástico, persecución que se extiende por más de 600
páginas.
Esta premisa podría parecer bastante simple comparada con la riqueza
temática de las primeras novelas de la saga, pero Simmons saca gran partido a
lo acotado de la trama para presentarnos un universo que ha cambiado mucho en
tres siglos. La Hegemonía y su poder han desaparecido. La caída del tecnonúcleo
y la prohibición de usar los teleyectores han devuelto la civilización
interplanetaria a un pasado donde tecnologías más rústicas son usadas para la
comunicación entre planetas. Este retroceso ha resultado en la destrucción de
sociedades, la extinción de razas, y el consecuente aislamiento social y
económico. Sin una tecnología imperante, la Iglesia Católica se erige nuevamente
como la fuerza dominante agrupando a gran parte de la antigua red de planetas
bajo su alero, sacando partido al cruciforme, aquel sistema mecánico-orgánico
que posibilita infinitas reencarnaciones a cambio de la entrega en cuerpo y
alma. Como es de esperar, el regreso de la iglesia al poder es acompañado por
cada uno de los pilares que le ayudaron a consolidar su dominio hace siglos.
Por un lado, sus fuerzas militares de Pax llenan el vacío dejado por La
Hegemonía en el gobierno de la red de planetas, y por el otro, el brazo más
oscuro del poder religioso: la Inquisición.
Simmons sabe que en una novela que replantea todo un universo es
necesario presentar de forma detallada dichas transformaciones. En Endymion, él no escatima, y la
persecución religiosa de Aenea sirve como el mecanismo perfecto para dar forma
a los aspectos del nuevo orden interplanetario. Los protagonistas siguen el río
Tetis, que se interna a través de
teleyectores en diferentes mundos para escapar de la persecución encabezada por
el padre-capitán Federico de Soya. Los teleyectores no han funcionado durante
274 años, pero sí se abren para Aenea revelando que existe otra fuerza
desconocida, además del Tecnonúcleo, que puede operarlos. En su escape, Aenea,
Endymion y Bettik visitan diferentes planetas con características tan disímiles
que es difícil concebirlos como partes de una misma red interplanetaria.
Simmons demuestra un envidiable poder imaginativo en la construcción de dichos
mundos: sociedades de inclinaciones renacentistas, judías e islámicas; mundos
prehistóricos donde las selvas y los ríos se extienden virtualmente por toda su
superficie, planetas acuáticos plagados de criaturas cuasi mitológicas donde
los seres humanos en su mayoría habitan plataformas, globos tan fríos que la
hiperglaciación ha congelado incluso sus atmósferas convirtiéndolas en
gigantescas cavernas de hielo exploradas por clanes cazadores de extrañas
criaturas y espectros, orbes desérticas y arrasadas por el genocidio ya que sus
habitantes nunca se sometieron al cruciforme. En fin, un muy amplio compendio
histórico e imaginativo a través del que Simmons expande el ya impresionante
universo que había moldeado.
De la misma forma, Simmons aprovecha la naturaleza menos coral de este
tercer volumen para caracterizar con gran realismo a sus nuevos personajes. A
diferencia de las dos primeras entregas, aquí sólo existe un puñado de
protagonistas. Esto ayuda a que el desarrollo de este relato sea más acotado,
que el foco de atención no se traslade constantemente entre varias líneas
argumentales, y que cada uno de los personajes sea plasmado con mayor
profundidad. Aenea, a pesar de ser el mesías encarnado, debe enfrentarse a los
miedos y las inseguridades propias de su tierna edad y a las exigencias de una
madurez cada vez más abrumadora. Raúl Endymion toma el papel del clásico héroe reticente
cuyas vivencias terminan moldeando su ser incluso contra su voluntad. Sin
embargo, quizás el más interesante de todos es el padre De Soya, cazador decidido
y temerario, pero con un profundo altruismo que arrastra desde su niñez como
contrapunto moral que le permite cuestionar los dictámenes de la institución a
la que ha decidido entregar su vida. Sus crecientes conflictos internos dan
paso al que llegará a ser el personaje más ambiguo de la novela.
Endymion no tiene la misma profundidad que Hyperion. No porque Simmons carezca de
las herramientas para lograrlo sino porque ha querido plantear esta tercera
novela como una larga introducción que se desarrollará en pleno en el siguiente
volumen. Endymion se siente algo menos
mitológica que sus predecesoras. Sus lecturas religiosas, poéticas y
filosóficas están más tamizadas dentro su tejido, siendo un relato un poco más
terrenal, con una textura más mundana. Incluso un personaje como el Alcaudón,
ese enigmático emisario indestructible del futuro y guardián de Aenea, es más
comprensible que antes, con un papel más manifiesto. En este sentido, quizás no
sea una novela tan llamativa e inmediata como los dos volúmenes anteriores,
pero es una obra sólida y de ágil lectura, que aborda elementos fundamentales
de la saga e incluso resuelve varias incógnitas que Simmons intencionalmente dejó
abiertas al final del segundo volumen al mismo tiempo que plantea nuevas interrogantes
para un desenlace prometedor en el relato final.
Isaac Civilo B.
Endymion (Los Cantos de Hyperion
III)
Dan Simmons
Ediciones B
2016
728 páginas
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