Reseña: La Caída de Hyperion de Dan Simmons
La Caída de Hyperion

Es en este nuevo volumen donde el tema central planteado por Simmons
puede ser apreciado en toda su dimensión: la sustitución de una raza de dioses
por otra, sus propios vástagos, y el cataclismo que tal desplazamiento
significa. Como el mismo Simmons indicara hace varios años, esta temática ya
había sido abordada por el poeta John Keats en su poema épico inacabado Hyperion, inspirado en la mitología
griega clásica, idea que el mismo Simmons desarrollaría siguiendo las líneas de
la ciencia ficción clásica. Huelga decir, sin embargo, que dentro de este marco
el escritor norteamericano toca diferentes temas que van desde la física
cuántica hasta la religión pasando por la ecología, la psicología, la
estrategia militar y la colonización galáctica, entre otros.
A diferencia del primer volumen, donde se narraba la historia de un
viaje dentro del que se desarrollaban variadas historias, este segundo volumen
se estructura en dos líneas narrativas paralelas relatadas por la voz de Joseph
Severn, pintor inglés y amigo personal de John Keats. Severn es un cíbrido – un
cuerpo humano fabricado a través de técnicas de ingeniería genética y
controlado por una inteligencia artificial – creado por el Tecnonúcleo. En la
primera de estas líneas, Simmons nos introduce de lleno en el mundo de La
Hegemonía. Sutilmente esbozada en la primera novela, La Hegemonía y su
estructura se nos presenta como una compleja red intergaláctica de 250 mundos
unidos a través de los teleyectores – portales para trasladarse entre mundos – y el viaje espacial, con la ayuda de las
inteligencias artificiales aliadas del Tecnonúcleo. Ambas potencias se
encuentran ad portas de una guerra en
contra de los Éxters, la rama renegada de la humanidad y considerados
mercenarios espaciales por las autoridades y los habitantes de La Hegemonía. El
relato nos permite conocer mucho más sobre la estructura militar, social,
política y económica de la red además de su dependencia tecnológica del
Tecnonúcleo, y comprender las motivaciones de personajes que hasta el momento no
habían participado de la narración. Tal es el caso de Meina Gladstone,
autoridad política máxima, figura legendaria y gobernante a cargo de las
decisiones políticas claves para proteger los planetas de la red ante la
arremetida de los Éxters y sortear las maquinaciones de los delegados virtuales
del Tecnonúcleo. En palabras del mismo Simmons, una figura de la altura de
Abraham Lincoln o Winston Churchill. Gladstone se hace asesorar por numerosos
consejeros y especialistas, entre ellos, incomprensiblemente para muchos, se
encuentra Joseph Severn bajo el pretexto de aportar un punto de vista más
creativo, más artístico, al análisis del conflicto. Sin embargo, sus
intenciones son otras ya que la mandataria sabe que los sueños de Severn están
conectados de alguna manera con las acciones de los peregrinos en el planeta Hyperion.
Las alusiones políticas y bélicas no son gratuitas, por supuesto.
Durante el desarrollo de esta parte de la historia, La Caída de Hyperion se revela como una novela de tintes
históricos, de grandes conflictos armados y conspiraciones insospechadas ante
las que Simmons toma una distancia crítica a través de los ojos del cíbrido. A
lo largo de sus páginas, conocemos una gran cantidad de aristas respecto de las
potencias que toman parte en este conflicto: la guerra al interior del
tecnonúcleo, las facciones participantes y los oscuros planes que se trazan en
su interior; la revelación respecto del destino de la tierra original,
presuntamente desaparecida; quiénes son realmente los Éxters, cómo se han
adaptado a los espacios interestelares; quién es el responsable real del ataque
contra La Hegemonía; y cuál es la verdadera función del Cruciforme, el aparato
orgánico-mecánico que es capaz de resucitar a los muertos a un terrible costo.
Joseph Severn y sus sueños funcionan como el nexo perfecto entre la
primera línea narrativa y la segunda. En ésta, los peregrinos, lejos del
estruendo del conflicto espacial, se establecen en el valle de las Tumbas del
Tiempo esperando que éstas se abran completamente y el misterio que envuelve a
la humanidad sea descubierto. El tiempo transcurre y cada uno de ellos enfrenta
al Alcaudón en solitario. La criatura otorgará su perdón solamente a uno,
condenando al resto a una eternidad de tortura. Poco a poco, los peregrinos
avanzan hacia sus destinos, intentando encontrar las respuestas a los terribles
secretos que los han perseguido durante años. El sacerdote Lenar Hoyt busca la
muerte para liberarse del monstruoso cruciforme y así hallar paz después de
incontables reencarnaciones; el poeta Martin Silenius pretende finalizar su
poema épico – como el mismo John Keats en la vida real – pero solamente puede
hacerlo en las cercanías del Alcaudón; el oficial Fedmahn Kassad ansía destruir
al Alcaudón y reencontrase con Moneta, una misteriosa mujer con quien ha soñado
por años; el profesor Sol Weintraub ruega por la cura para la extraña
enfermedad que afecta a su hija; Brawne Lamia viaja a través de la red virtual
del Tecnonúcleo, confrontando a las inteligencias artificiales a fin de
encontrar las respuestas al mecanismo detrás de las Tumbas del Tiempo y al
Alcaudón mismo. La existencia de la criatura prueba ser uno de los misterios
más difíciles de desentrañar en el universo creado por Simmons y a pesar de que
el Alcaudón se revela como una criatura que ha viajado de regreso en el tiempo,
enviada por la potencia triunfadora en la actual guerra entre La Hegemonía, el
Tecnonúcleo y los Éxters, el enigma sobre la potencia triunfadora no se revela
como tampoco si su misión es parte de la destrucción de la humanidad o del
momento de su expiación final. Sobre los cuestionamientos ya planteados,
Simmons desarrolla distintos giros argumentales que guían la narración hacia un
final inesperado cuyo desenlace surgirá desde donde menos se sospecha.
Hay algo menos de lirismo y poesía en La Caída de Hyperion que en su novela predecesora. Ahí donde
Simmons aprovechaba la presentación de su universo y los personajes que lo
habitaban para desarrollar largos pasajes pletóricos de un lenguaje imaginativo
y barroco, esta segunda parte nos confronta con la culminación de las
diferentes historias y los variados elementos planteados con anterioridad, pero
justamente esa es la fortaleza de La
Caída de Hyperion, la habilidad de Simmons para poder unir líneas narrativas
que beben de diferentes estilos y tradiciones literarias, desarrollarlas con un
ritmo narrativo muy bien graduado y guiarlas lentamente hacia un clímax de gran
esplendor; y en el proceso reflexionar sobre temas tan vigentes como la
dependencia tecnológica del hombre y el oscuro vacío que produce en nuestras
vidas, el abismo entre la creencia y el nihilismo más abyecto, la depredación
de recursos naturales a través de la colonización indiscriminada de nuevos
espacios, y la adaptación humana ante las nuevas exigencias evolutivas sin
pretender subyugar a la naturaleza y al universo mismo, sino transformándose
constantemente en respuesta a los cambios naturales que la evolución nos
presenta.
El díptico originalmente proyectado se cierra aquí. Pasarían casi tres
siglos en el universo de Hyperion, y
pocos años en el nuestro, para que Simmons retomara algunos de sus tantos
elementos temáticos y los proyectara en una nueva épica espacial de gigantescas
dimensiones en las dos partes finales de los Cantos de Hyperion. Independientemente de estos, sin embargo, los
dos volúmenes iniciales ya son prueba suficiente de un logro literario colosal.
Isaac Civilo B.
La Caída de Hyperion (Los Cantos
de Hyperion II)
Dan Simmons
Ediciones B
2016
744 páginas
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