Reseña: Hacedor de Estrellas de Olaf Stapledon


Hacedor de Estrellas

"Querido Sr. Stapledon,

Le habría agradecido por su libro con anterioridad, pero he estado muy ocupada y sólo recientemente he tenido tiempo para leerlo. Supongo que no he entendido más que una pequeña parte, pero he entendido suficiente para interesarme con avidez, y con mucho entusiasmo, ya que me parece que por momentos usted ha comprendido ideas que yo sólo he intentado expresar, de manera mucho más torpe, a través de la ficción. Usted ha ido mucho más lejos y no puedo evitar envidiarlo de la forma en que uno se siente hacia aquellos que han logrado lo que uno ha aspirado a alcanzar.

Muchas gracias por entregarme una copia,
con afecto,
Virginia Woolf"

Un encuentro casual y causal a la vez, leyendo en el Multiverso: Algunas obras están destinadas a llegar a tu vida a muy temprana edad y quedarse contigo para siempre. Otras llegarán más tarde, y otras te revisitarán con más fuerza después de una segunda lectura. Sin embargo, en una categoría extraña, hay algunas que se ocultarán en tu vida para emerger a través de la causalidad en el momento predestinado, y esa es la forma en que Hacedor de Estrellas llegó a mi vida.

Leí la Antología de la literatura Fantástica de Borges y CIA relativamente joven. Muchas historias de esa compilación dejaron una impresión en el joven yo, como El Caso del Señor Valdemar, La Pata de Mono y algunos segmentos de Las Mil y una Noches, que con el tiempo, los que no forman parte del saber popular, fueron desapareciendo de mi cabeza poco a poco con el paso de los años.

Ya más adulto, revisité varios autores de esa antología, en sus libros completos, sin embargo Stapleton aún no me revisitaba. No estaba determinado. No volvería a reaparecer en mi vida hasta el año pasado cuando me reencontré con Hacedor de Estrellas gracias a una casualidad.

Mi reencuentro se debió a mi dilatado interés en historias situadas en multiversos o realidades alternativas. Busqué novelas que usaran el concepto y en varios medios mencionaban Starmaker. Además en Strangers Things se mencionó la teoría de varios mundos de Emereth (postulada en 1971) y ese fue el empujón final que necesitaba para leerla. Parecía que cada elección que tomaba me llevaría inevitablemente en algunos mundos a este libro. Decidí no escapar más de ella y para mí (no) sorpresa, encontré una obra maestra.

La tierra: El viaje del protagonista empieza en una nostálgica noche cualquiera, en las colinas de Inglaterra. El protagonista, o mejor diré Stapleton, porque las características de éste y el protagonista son similares, contrasta su normal vida familiar con la grandeza del universo y las estrellas. La diferencia de tamaño entre la pequeña casa de campo contra la inconmensurabilidad del universo configurará en gran parte el tono de la obra. Sin embargo, y a pesar de referirse a un simple suspiro en la historia de todo el universo, la prosa de Stapleton es sincera y nos entrega momentos de calidez. Todos los contrastes que podamos imaginar y las expectativas que podamos albergar serán superados a lo largo de la novela.

La tierra entre las estrellas: Después de un momento de contemplación estelar, el protagonista se ve desdoblado de su cuerpo y muy sorprendido empieza a explorar esta nueva vecindad mucho más grande. Durante la novela nunca se ahonda en el mecanismo del viaje ya que las distancias recorridas se adelantan a cualquier esfuerzo humano. Nuestra nave para esta inconmensurable aventura será la imaginación, y junto a Stapleton sabemos que el viaje psíquico superará todas las limitaciones de las leyes físicas de este universo, al menos hasta que el universo en su extrañeza decida sorprendernos nuevamente.

Viaje interestelar: Ya al comenzar el viaje, Stapleton coloca en el  juego todas las reglas que tendrá su novela. Lo único que desconocemos es la extensión de esta empresa, a pesar que su título no oculta que nos enfrentamos a un viaje al origen de la creación misma. Después de enseñarnos cómo funciona el viaje interestelar, Stapleton no demora en llegar al primer planeta habitado, el primer intento de contacto con otras civilizaciones y vidas inteligentes.

La otra tierra: La otra tierra es nuestro planeta de referencia, nuestro bien llamado primer contacto,  y será una de las secciones más extensas ya que no solo aprenderemos sobre las reglas del viaje en el espacio sino que ahora esta idea adquirirá movilidad en el tiempo. En este primer contacto el narrador se dedicará a describir en detalle los éxitos y fracasos de una sociedad tan caricaturizada como la nuestra. La sátira es intencionalmente obvia. Guerra, conquista, auge y decadencia, iluminación y oscurantismo se alternan en detalle para mostrarnos los absurdos de muchos malos entendidos que pueden desatar un conflicto internacional, entre ellos el verdadero sabor del dios de la otra tierra. Este capítulo cierra con una reflexión de este dios impersonal, que es el hacedor de estrellas.

Después del primer tercio del libro, en una estructura familiar a la Divina Comedia, nos encontramos ascendiendo en la escala de mundos, desde los más mundanos (como la tierra) a comunidades mucho más avanzadas y llegar hasta verdaderas redes cósmicas. Es aquí donde la imaginación de Stapleton se desborda.

A pesar de la estructura repetitiva de sus viajes, donde hay una constante reiteración que podría resumirse en conflicto de la raza/autodestrucción o evolución/desaparición o expansión, cada uno de estos va formando una telaraña de relaciones en la historia del universo. La prosa de Stapleton es en gran parte descriptiva y algunos lectores podrían decir que el ritmo del libro es lento, sin embargo al comprender que, en menos de 300 páginas, el autor es capaz de crear un sistema verosímil de mundos que abarca millones de años, el lector no puede más que contemplar con asombro tamaña proeza literaria.

La elipsis es un gran amigo de Stapleton para lograr su cometido y a la vez un mecanismo necesario para que la obra no sea percibida como un mamotreto de 1000 páginas sólo repletas de descripciones. Y es que varias veces el narrador recurrirá a “no describiré aquí/no narrare aquí” para no reiterar un proceso evolutivo o un conflicto político que anteriormente ya se había descrito (Lo hará más seguido según avance el libro). Todo esto para minimizar el efecto de una lectura que a ratos puede ser agotadora y con un ritmo disparejo, aunque estos no son más que guijarros en un largo viaje que nos obligará a preguntarnos cuál es nuestro papel en la creación. Resumida toda la historia de la humanidad a un párrafo, nunca fuimos especiales. Eso es lo que el universo nos gritó a la cara.



Ensayo de la creación de un mito

El ritmo del libro y la estructura parece beber a ratos de la Divina comedia. Si el inicio introspectivo de cada obra no fuese suficiente para dar cuenta de la misma, el viaje al creador universal en cada aventura lo hará más evidente. Pero donde Dante cierra su Divina Comedia antes de encontrarse con el Creador al final de la Rosa Cándida, Stapleton se aventura más allá y ve cara a cara al Supremo Creador sin recurrir a subterfugios de siglos pasados a fin de evadir el encuentro (o quizás porque ahora no sería una herejía). Es precisamente ahí donde Stapleton es capaz de encumbrar su novela/viaje/diario a nuevas dimensiones, en uno de los libros más gigantescos que he tenido la posibilidad de leer. Es un libro que algunas veces se hace pesado justamente por llevar a cuestas la historia de todo el universo, y ser capaz de contarla.

El mundo de Stapleton/escritor estaba avanzando a pasos agigantados y fue capaz de aventurarse hasta la raíz misma del viaje. Al autor y al viajero le debemos no solo la creación de elementos clásicos de la ciencia ficción sino también elementos filosóficos y referencias científicas – además de llevar la inspiración a una nueva oleada de autores – como las esferas Dyxon o la teoría de varios mundos de Emeret. Al parecer la imaginación definitivamente nutre a la ciencia en un camino de constante retroalimentación.

Gabriel Plaza 

Hacedor de Estrellas
Olaf Stapledon
Minotauro
2008 - Primera Edición
288 páginas


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