Reseña: Nocturnos de E. T. A. Hoffman


Nocturnos

Como respuesta al avasallador ataque del Racionalismo Francés del siglo XIX, en Alemania comenzó a gestarse un nuevo movimiento que buscaría recuperar la subjetividad y las emociones que habían quedado relegadas a un segundo plano ya por algunas décadas. El romanticismo trajo de vuelta, al menos en el campo literario, lo mágico, la noche, el bosque y en su expresión más oscura, las experiencias místicas, la locura, el demonio y la muerte. Varios fueron los autores que cultivaron estas temáticas: Friedrich de la Motte Fouqué, Adelbert von Chamisso, Joseph von Eichendorff y Ludwig Tieck, entre otros. Sin embargo, ninguno de ellos alcanzó tan altas cotas de imaginación y de influencia literaria como Ernst Theodor Amadeus Hoffmann.

Escritor, jurista, dibujante y caricaturista, pintor, tenor y compositor musical prusiano, Hoffmann irrumpió en el panorama literario en 1814 con su Fantasiestücke y posteriormente con una de sus obras cumbre, la oscura Los Elixires del Diablo, novela que sirvió de inspiración a Carl Jung en su estudio de los arquetipos. Escritor maldito por definición, el autor se vio aquejado por el alcoholismo, la sífilis y finalmente por una parálisis en 1822. En meros ocho años, Hoffmann logró componer un cuerpo de obras que son consideradas lo más granado del romanticismo alemán y fueron una gran influencia sobre autores clásicos durante las décadas siguientes al punto que su nombre llegó a usarse como adjetivo, hoffmanniano, como sinónimo de lo fantasmagórico, lo onírico y lo terrorífico.

Durante este período, el autor prusiano dio rienda suelta a su muy particular concepción del horror. No hay necesidad de indicar que sus relatos no guardan conexión con el terror actual y su estado más banalizado. Acá no hay golpes de efecto, asesinos en serie, adolescentes que escapan de entidades malignas o gore. En sus propias palabras, Hoffmann cultivaba “ese profundo sentido del horror que es innato en nuestro corazón y que, una vez activado por el impulso eléctrico de un mundo de espíritus invisibles, causa en nuestra alma un estremecimiento que, en cierta medida, no es del todo desagradable”. En sus mundos, abundan los autómatas, los dobles, los sonámbulos, las apariciones diabólicas y un cuestionamiento constante a la racionalidad y la solidez de la realidad. Los miedos que encontramos en estos relatos son aquellos que surgen desde la psique humana y los primeros atisbos de la comprensión sobre nuestra precaria posición en un entramado gigantesco del que somos, en gran parte, ignorantes.

Los ocho relatos de los que se compone Nocturnos, en su primera edición completa en español gracias a la editorial Alba, son perfecto ejemplo de lo siniestro, en el sentido que Sigmund Freud aplicaba el término: el efecto de horror y extrañamiento que produce la repentina realización en el mundo real de los temores supersticiosos o infantiles. El desdoblamiento de la personalidad es uno de sus temas favoritos y puede encontrarse en el relato que abre el libro, la obra maestra El Hombre de la Arena – al que el padre del psicoanálisis dedicó un célebre ensayo – donde el estudiante Nataniel se enamora de la hermosa Olimpia sólo para comprender que ésta es un autómata. La novela corta gótica El Mayorazgo constituye un perfecto trabajo de relojería donde se encuentran todos los elementos clásicos del género: la familia en decadencia, el castillo en un lugar remoto, un misterio indisoluble. La Casa Vacía puede considerarse como un cuento sobre la locura expresada a través de un incesante juego de espejos al igual que el notable Ignaz Denner, un intenso relato donde la posesión diabólica hace una de sus primeras apariciones en la literatura romántica.

Es muy difícil cuantificar la influencia que Hoffmann ejerció sobre sus contemporáneos y las generaciones siguientes. Pocos escritores pueden jactarse de tener una lista de seguidores que incluya a Poe, Gógol, Dostoievski, Kafka, Hawthorne, Dickens, Jung, Freud e incluso a compositores de la talla de Wagner y Tchaikovsky. La admiración que todos ellos hicieron patente respecto de la obra del autor prusiano habla por sí sola y sirve para poner en su justa dimensión a un artista que no puede ser definido como menos que un gigante.

Isaac Civilo B.

Nocturnos
E. T. A. Hoffmann
Alba. Colección Clásica Maior.
2009 (primera edición)
344 páginas

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