Reseña: Seveneves de Neal Stephenson
Seveneves

Seveneves es una
novela de tal volumen que Stephenson requiere sistemas solares completos para
plasmarla. Se divide en tres tercios de extensión similar aunque de ritmo y
contenido disímiles. Después de la primera línea – la luna destruida por una
fuerza desconocida – los días de nuestra raza están contados. Para el ciudadano
normal no deja de ser un espectáculo fuera de lo común, pero como suele suceder
en las novelas de Stephenson, los científicos son quienes proyectan las
consecuencias más inmediatas de los grandes eventos, y las consecuencias de
éste son claras: la humanidad tiene los días contados y a la tierra le quedan
dos años antes de ser bombardeada por cientos de asteroides que la convertirán
en un planeta inhabitable durante milenios. El divulgador científico Doc Dubois
Harris es el primero en prever la evolución de tal fenómeno: cómo los
fragmentos de la luna comenzarán a chocar entre sí y a entrar a la atmósfera
terrestre a un ritmo cada vez mayor en lo que bautiza como Cielo Blanco, hasta llegar a su punto álgido, la Lluvia Dura. Es en esa instancia donde
la temperatura de la atmósfera aumentará cientos de grados, los océanos
hervirán y se evaporarán, y la vida humana dejará de existir.
Ante esto, los diferentes gobiernos
de la tierra rápidamente trazan un plan para evacuar a la mayor cantidad de
humanos posibles al espacio: 1.500 personas serán salvadas. La operación gira
en torno a la Estación Espacial Internacional ya en órbita y ya anclada al
asteroide Amalthea a modo de escudo
contra los residuos lunares. Dos habitantes de cada nación de la tierra serán
enviados a la Estación Espacial y ésta, a su vez, será ampliada y transformada
en el Arca Enjambre. Su función:
convertirse en un sistema autosustentable, capaz de albergar a 2.000 seres
humanos y de repoblar la tierra después de cinco siglos a través de un inmenso
archivo genético almacenado en la nave.
Gran parte de los muchos personajes
que intervienen en el proceso atraviesan momentos de incertidumbre en sus vidas
personales y profesionales, y la posibilidad de dedicar el poco tiempo que les
queda a un fin superior es una oportunidad para probarse a sí mismos que, no
obstante la mezquindad de sus conflictos, todavía tienen un papel importante
que desempeñar. Stephenson no los ignora, al contrario, a pesar de la
monumentalidad del desafío al que la humanidad se enfrenta, nos deja entrever a
los personajes al igual que los sacrificios que deben llevar a cabo. El autor
no se queda corto en la cantidad de lecturas que nos ofrece. En particular, los
personajes femeninos son a quienes el autor dedica más cuidado, tanto Ivy Xiao,
comandante de la Estación Espacial, como la ingeniera Dinah MacQuairre forman
el centro de la narración y las relaciones que mantienen a distancia con su
padre y con su prometido son el centro emocional de la primera parte de la
novela. Además, ambas serán el núcleo de los eventos que se desarrollarán
posteriormente.
La segunda parte de la obra es la más
extensa y en ella el Arca Enjambre
comienza a tomar forma. También es aquí donde el ritmo de los preparativos
comienza a acelerarse, y la historia oscila entre una tensa velocidad y la
parsimonia científica. Y también es aquí donde las crisis en tierra y en el
espacio amenazan la única posibilidad de sobrevivencia. Los roces políticos se
suceden en el planeta, Venezuela es borrada del mapa por un ataque nuclear, los
efectos psicológicos de la separación comienzan a mellar la moral de los
astronautas, la amenaza se enraíza en las conciencias de los billones de
habitantes de la tierra y los preparativos para llevar al espacio a los últimos
ciudadanos seleccionados encuentran constantes contratiempos.
Stephenson no deja pasar la formación
del Arca Enjambre como oportunidad para
demostrar su profundo amor por diferentes disciplinas científicas. Durante
extensos pasajes, no escatima a la hora de extenderse a fin de explicarnos
complejos conceptos relacionados con ingeniería espacial, mecánica orbital,
genética, química, robótica, radiación y minería, además de psicología,
política, sociología y antropología, pero lo hace a través de esa prosa simple,
carente de cualquier grado de pedantería. Éste es justamente uno de los dones
de su pluma, la capacidad para expresar ideas y conceptos complejos de una
forma clara, entretenida e incluso emotiva. En esta atmósfera, empero, la
ironía y la naturaleza profundamente contradictoria de los seres humanos
persiste. Las desavenencias políticas y culturales se hacen insostenibles tanto
en la Tierra como en el espacio.
La tercera parte, 5.000 años en el
futuro, por supuesto nos presenta un escenario radicalmente distinto donde el
transhumanismo es la regla. Hay 5.000 años de evolución apretadamente resumidos
en las últimas 250 páginas. Todavía existen desavenencias políticas después de
milenos – un comentario ácido sobre nuestra naturaleza –, una señal de un
determinismo evolutivo inescapable. Y es igualmente ácido el hecho de que la
carrera espacial del futuro consista no en explorar las fronteras espaciales sino
en recolonizar nuestro propio planeta, aunque a los nuevos colonizadores les
esperan sorpresas que ni siquiera el paso los siglos han podido ocultar.
Seveneves, además de
una sólida novela, funciona como un pequeño manifiesto sobre la dirección de la
ciencia ficción. Durante las últimas décadas, ésta ha derivado cada vez más
hacia las visiones sombrías de futuros apocalípticos al punto que las
distopías, de mayor o menor calidad, se han transformado en la forma narrativa
preferida de una plétora de escritores y guionistas. Stephenson, junto a otros
escritores destacados como David Brin, Gregory Benford, Greg Bear y el
mismísimo George R. R. Martin, han abogado por el regreso a las historias más
afirmativas de la ciencia ficción, aquella de visiones grandiosas donde el
sentido de la maravilla y el descubrimiento eran el eje alrededor del que
giraban las historias. No es una tarea fácil considerando que el mercado
literario y cinematográfico se ha rendido a la distopía como un medio atractivo
y fácil, pero novelas como Seveneves
ciertamente ayudan a equilibrar la balanza.
Isaac Civilo B.
Seveneves
Neal Stephenson
Nova
2016
864 páginas
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