Reseña: Luna: Luna de Lobos de Ian McDonald


Luna: Luna de Lobos

Si Ian McDonald, uno de los mejores escritores de ciencia ficción hoy en día, dará el salto para convertirse en un escritor de culto a uno de fama mundial aún está por verse y quizás dependa en gran parte del éxito de la próxima serie de TV basada en su actual trilogía Luna. Mucho se habló del primer volumen como una suerte de Juego de Tronos en el espacio y, a pesar del truco de marketing en tal afirmación, McDonald sigue demostrando libro a libro que la calidad de su pluma no tiene nada que envidiarle a la de George R. R. Martin y posiblemente a la de ningún escritor de este o cualquier otro género.

Tras el macizo logro del primer volumen, el escritor escocés enfrenta el desafío que siempre conlleva el segundo volumen. La detallada caracterización de sus personajes y de la civilización lunar, la profunda erudición de sus conceptos, el ritmo galopante y una conclusión cataclísmica son sólo algunas de las características con las que McDonald lidia en retrospectiva en Luna: Luna de Lobos. Su comienzo no da respiro: es una coda del desenlace del volumen anterior donde la familia Corta veía su imperio reducido a cenizas. Antes de 30 páginas, la victoria de la familia McKenzie ha sido truncada por un golpe mortal al corazón de su dinastía. Los poderes que se habían mantenido en las sombras y las familias menores que McDonald había esbozado en Luna Nueva atacan con la velocidad de un rayo, destruyendo el nuevo orden antes que se gestara, dando el primer paso en una lucha de poderes incluso más descarnada de lo que se proyectaba.

Sin embargo, tras la velocidad de dicho comienzo, el autor se decanta por la caracterización de aquellos personajes secundarios que ahora pasan a ser los pilares de la narración, además de las intrigas políticas constantes. El lector se adentra en las familias Sun, Asamoah y Vorontsov, sus engranajes, alianzas y lealtades, la forma en que poco a poco van tomando protagonismo y cómo su maquinaria comienza a operar con más rapidez cuando las oportunidades de expandir su influencia se presentan. De la misma forma, parte sustancial de la novela gira en torno a los sobrevivientes de la familia Corta: Lucas y su largo proceso de recuperación, su viaje a la Tierra y sus planes para recuperar su imperio; Ariel, abogada lunar, paralizada desde la cadera hacia abajo después del ataque a su familia; Wagner, el caminante lunar que trabaja para una compañía de exploración; Robson y Lucasinho, presas de los cambios de la pubertad en una sociedad saturada de sexo, dinero, estímulos varios y vicio rampante. McDonald recupera varios de los tropos del primer volumen y su caracterización es tan interesante y detallada como siempre.


Los sobrevivientes de la familia McKenzie, en paralelo, comienzan una sangrienta lucha interna a fin de garantizar la sobrevivencia de su imperio. Sus enemigos, sin embargo, son mucho más numerosos de lo que esperaban y surgen de las posiciones más confiables. Y por sobre todas estas líneas narrativas, los poderes fácticos comienzan a configurar nuevas alianzas tanto en la Tierra como en la Luna. El mismísimo gobierno lunar tambalea, golpe de estado incluido, víctima de numerosas conspiraciones.

La segunda parte de Luna: Luna de Lobos acelera el ritmo a medida que McDonald comienza a atar los hilos narrativos con su estilo rápido y punzante, de frases cortas y descripciones precisas. Hay separaciones, muertes, pérdidas y también planes que, a medida que se desarrollan, proyectan las sombras de la amenaza terrestre y sus intereses sobre la independencia lunar en un intrincado tira y afloja que parece gestar un nuevo sistema económico, político y social en el satélite. Mucho de esto solamente puede ser vislumbrado en sus páginas y McDonald guarda gran parte de su arsenal respecto de la futura estructura lunar para el volumen final, aunque lo que deja entrever es más que suficiente para una conclusión de grandes proporciones.

Luna: Luna de Lobos es la siempre difícil segunda novela que debe estar a la par de la primera parte y además resolver sus conflictos y preparar el terreno para el desenlace en la tercera novela. El ritmo algo irregular quizás pueda descolocar al lector por momentos, y ciertamente no se siente como una obra de tanto impacto como Luna: Luna Nueva. Sin embargo, está lejos de ser un esfuerzo sin méritos. McDonald esboza a sus personajes con maestría, teje una estructura compleja y la resuelve con visos de virtuosismo – en ello hay muy pocos escritores que se le comparen -, continúa creando un mundo con gran nivel de detalle y de paso siembra las semillas de la venganza, la guerra y el cambio que germinarán en el tercer volumen. Es una segunda novela que necesita tiempo para ser apreciada, pero que constituye una transición sólida para una saga que promete quedar en la mente de sus seguidores.


Isaac Civilo B.

Luna: Luna de Lobos (Luna 2)
Ian McDonald
Nova
2017
400 páginas

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