Reseña: Elantris de Brandon Sanderson


Elantris

Han pasado poco más de doce años desde que Brandon Sanderson irrumpió en la escena de la fantasía moderna con Elantris, y desde entonces su nombre no ha hecho sino ganar terreno hasta erigirse como uno de los mejores exponentes del género. Su primera novela, sin embargo, no fue la primera que escribió sino la quinta, lo que nos demuestra cuánto tuvo que esperar Sanderson tras tantos rechazos editoriales para alcanzar el lugar que ostenta hoy como el más seguro heredero del sitial que dejarán escritores como Orson Scott Card o el ya fallecido Robert Jordan. Elantris, originalmente publicada en el año 2005, fue una novela que tomó al mundo de fantasía anglosajona por sorpresa. Autores de las vertientes más diversas alabaron la obra como una necesaria renovación en el género, un libro de largo aliento en un único volumen, lejano a los clichés de la fantasía más clásica, con personajes sólidos y una trama llena de giros inesperados que además no sigue la estructura del viaje del héroe que Joseph Campbell tan bien describiera en su libro El Héroe de las Mil Caras, y de la que Sanderson aconseja alejarse a fin de no agotar su fórmula, de por sí ya bastante explotada.

La novela narra la historia de la ciudad Elantris y su ciudad vecina Kae en la región de Arelon. Elantris siempre había sido conocida como la Ciudad de los Dioses ya que sus habitantes, los elantrinos, entidades divinas a los ojos de las personas normales, eran seres mágicos, capaces de sanar a sus semejantes, convertir diferentes elementos en comida y llevar a cabo hermosas construcciones a través de los aones, símbolos que dibujaban en el aire y que pertenecen a un intrincado sistema del que son los únicos conocedores. Sin embargo, hace diez años la población de Elantris fue atacada por una misteriosa enfermedad conocida como la Shaod. Ésta no solamente les arrebató sus poderes sino que exterminó a gran parte de sus habitantes y convirtió a la ciudad en un lugar sucio y decadente que fue cerrado a los ciudadanos de Arelon. Nadie sabe qué es exactamente la Shaod y cuál es su origen, pero sí es más que sabido que muchas veces ataca a los ciudadanos de esta región al azar, convirtiéndolos en nuevos elantrinos, es decir, ennegreciendo su piel, manchándola y haciendo que su cabello caiga en poco tiempo además de quitarles la capacidad de recuperarse de heridas y golpes, acumulando dolor continuamente y provocándoles un hambre insaciable. Después de sentir este tormento por un período de tiempo muy largo, muchos de estos elantrinos enloquecen convirtiéndose en Hoeds, seres que no se mueven de su lugar y repiten constantemente la última frase que pronunciaran antes de enloquecer. La Shaod es una versión siniestra del mito cristiano del Rapto, aquel fenómeno a través del que un grupo de creyentes desaparece de la tierra siendo trasladado al paraíso, con la excepción de que en este mundo, sus habitantes son enviados a un paraíso ya muerto, peligroso y horripilante. Aquellos atacados por esta enfermedad son lavados por los sacerdotes, vestidos y arrojados a Elantris como marca de su vergüenza y exilio. Es justamente aquí donde el libro inicia, cuando el príncipe de Arelon, Raoden, es alcanzado por la Shaod y es desterrado a la antigua ciudad a pesar de su próximo matrimonio con la princesa Sarene, de la región de Teod.

Sarene, novia política de Raoden, llega a Kae exactamente después del exilio de éste aunque nunca se le informa lo que realmente pasó y basándose en los comentarios de la realeza, asume que Raoden ha muerto. Desde ese momento, Sarene, ya parte de la aristocracia de Kae, comienza a participar en la vida política de la metrópoli y a descubrir los mecanismos que la clase regente ha establecido para consolidar el poder y gobernar a sus ciudadanos. Al mismo tiempo, el sacerdote fjordiano Hrathen arriba a Kae desde la lejana ciudad de Fjorden en la región de Jindo. Este sacerdote es representante de la religión del Shu-Dereth, un culto con ambiciones expansionistas que ya ha invadido y conquistado, por la fuerza en muchos casos, otras regiones como Duladel, transformando a sus habitantes a su propio credo.

La narración se estructura desde los puntos de vista de estos tres personajes. Raoden, ya desterrado a Elantris, conoce a Galladon, antiguo ciudadano de Duladel, quien ha pasado algunos meses en la ciudad y lo ayuda a conocer cómo se desarrolla la vida ahí. Galladon explica qué tipo de personas pueden encontrarse al interior de ésta, las bandas que gobiernan en un régimen barbárico y la forma en que puede sobrevivir durante algunos años antes de convertirse en un Hoed. Raoden, como buen aristócrata, tiene problemas aceptando tal orden de cosas y comienza a organizar Elantris reclutando a varios de sus ciudadanos más desgraciados a fin de realizar un esfuerzo común y traer un poco de dignidad a sus vidas, o lo que queda de ellas, a través del trabajo. Parte de la ciudad comienza a adquirir cierta semblanza de un pueblo normal desarrollando sistemas básicos de abastecimiento y limpieza aunque lejos aún de su esplendor original. Durante esta transformación, Raoden invierte importantes cantidades de tiempo en la lectura de los textos tradicionales de Elantris, intentando descubrir qué son los aones, cómo funcionan y por qué su magia abandonó a sus habitantes hace una década. Las profundas raíces religiosas de Sanderson se dejan entrever en Raoden, un aristócrata caído en desgracia que debe experimentar en carne propia la pobreza y el dolor de los malditos, ayudándolos en su tortuoso camino incluso a expensas de su propio dolor. Al igual que en los textos cristianos, Raoden interpreta el papel de salvador quien entrega significado a las vidas de aquellos que lo rodean, minimizando su suplicio, reconstruyendo una civilización en ruinas y sacrificando su propia existencia al tormento.

Sarene, poseedora de una personalidad abrumadora y de una inteligencia apabullante, siempre se ha decantado por funciones diplomáticas que la obligan a salir de su tierra natal de Teod, funciones que, si bien satisfacen sus ansías de erudición, enmascaran la inmensa distancia que ha establecido respecto de los hombres en su país natal desde muy temprana edad. La soledad y el rechazo cortés la han empujado cada vez más lejos de casa. Su padre, el rey Eventeo, conoce muy bien a su hija y apoya todos sus proyectos deseando que, en su independencia, pueda encontrar a un hombre que reúna las características necesarias y que no huya despavorido ante el compromiso con una princesa tan enérgica y dominante. Ante la muerte anticipada de su futuro esposo, la princesa entra al juego político con gran determinación, haciéndose del apoyo de aristócratas para equilibrar las cargas sociales en Elantris. No obstante, las sorpresas se sucederán en su camino.

El personaje más interesante y más complejo de la novela, sin embargo, es Hrathen, el sacerdote emisario de la iglesia de Fjordel, quien ha sido designado por el sumo sacerdote, Wyrn Wulfden I, como responsable de la conversión de los ciudadanos de Kae a la religión del Shu-Dereth. Hrathen ya ha realizado dicha conversión en otras ciudades y no debería ser un gran desafío salvo por el hecho que solamente tiene tres meses antes de que el Wyrn decida atacar Kae y borrarla del mapa, Elantris incluida. Su misión anterior, la evangelización de la región de Duladel, terminó en un baño de sangre, matanza y destrucción que Hrathen desea evitar a toda costa esta vez. Sus planes son delineados con mucho cuidado, pero la oposición de Sarene es capaz de desbaratarlos en varias ocasiones. La relación de enemistad que se establece entre ambos personajes es lo que entrega a la novela gran parte de su dinamismo y la forma en que ambos se equilibran como antagonistas está formulada con tal sutileza que es difícil adelantar lo que sucederá capítulo a capítulo.

Hrathen desaprueba una obediencia mecánica a los preceptos del Shu-Dereth y a pesar de representar a una religión de visos expansionistas y totalitarios, ha mantenido una independencia suficiente desde los 12 años, cuando se adentró en las sendas eclesiásticas, que le permite cuestionar medidas que amenacen una conversión religiosa cuyos orígenes se encuentren en la aceptación y la espiritualidad de cada individuo. Hrathen es un personaje profundamente dañado, contradictorio por momentos, quien cuestiona las acciones que ha tenido que llevar a cabo anteriormente y que ya no siente la misma pasión por su fe como si las mismas creencias religiosas que sostiene lo hubiesen alejado de sus más profundas convicciones. A lo largo de la novela, sufrirá reveses y transformaciones, y contra toda predicción, el destino le reserva un papel más que inesperado.


Sanderson combina perfectamente todas las líneas narrativas a un ritmo que se proyecta desde el comienzo de la novela como un enorme arco que adquiere momentum lentamente durante la primera parte, agregando más elementos y tomando velocidad a través de la segunda, rematando en la tercera con innumerables e inesperados giros que resultan en un clímax memorable. Si bien el autor ya ha publicado muchas novelas de tanta o más calidad que Elantris, es en esta primera donde establece los temas recurrentes de su obra: personajes femeninos vigorosos; conspiraciones continentales que se sustentan en los dos pilares más macizos de su trabajo, la política y la religión, y cómo la primera es infiltrada por la segunda, corrompiendo sus bases y su estructura; sistemas mágicos enraizados en la realidad física, casi alquímicos en su naturaleza; un ritmo narrativo excelentemente graduado; arquetipos religiosos subvertidos de formas insospechadas y una construcción de mundos detallada en extremo, rica en tradiciones. Todos estos elementos le valieron entrar de lleno a la escena fantástica y permanecer ahí como uno de sus mejores autores.

A pesar de que Elantris fue concebida como una novela autoconclusiva, Sanderson ha escrito dos historias cortas en el mismo universo (La Esperanza de Elantris, 2006 y El Alma del Emperador, 2012) y ya ha indicado en su página web que dentro de los próximos dos años comenzará a escribir una secuela que ampliará su universo al igual que planea hacer con sus otras novelas. Todo en el marco de un magno concepto, su Cosmere, el universo en que todas las obras de Sanderson se desarrollan, algo así como una épica oculta a través de sus libros y que, según él proyecta, culminará con un total de entre 32 y 36 novelas. Los principios básicos y la historia de Cosmere ya están planteados, y la estructura ya está en su lugar. Solamente resta esperar sus narraciones futuras y releer sus obras previas.

Isaac Civilo B.

Elantris (Edición Décimo Aniversario)
Brandon Sanderson
Nova
2017
800 páginas

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