Reseña: Elantris de Brandon Sanderson
Elantris

La novela narra la historia de la
ciudad Elantris y su ciudad vecina Kae en la región de Arelon. Elantris siempre
había sido conocida como la Ciudad de los Dioses ya que sus habitantes, los
elantrinos, entidades divinas a los ojos de las personas normales, eran seres
mágicos, capaces de sanar a sus semejantes, convertir diferentes elementos en
comida y llevar a cabo hermosas construcciones a través de los aones, símbolos que dibujaban en el aire
y que pertenecen a un intrincado sistema del que son los únicos conocedores.
Sin embargo, hace diez años la población de Elantris
fue atacada por una misteriosa enfermedad conocida como la Shaod. Ésta no solamente les arrebató sus poderes sino que
exterminó a gran parte de sus habitantes y convirtió a la ciudad en un lugar
sucio y decadente que fue cerrado a los ciudadanos de Arelon. Nadie sabe qué es exactamente la Shaod y cuál es su origen, pero sí es más que sabido que muchas veces
ataca a los ciudadanos de esta región al azar, convirtiéndolos en nuevos
elantrinos, es decir, ennegreciendo su piel, manchándola y haciendo que su
cabello caiga en poco tiempo además de quitarles la capacidad de recuperarse de
heridas y golpes, acumulando dolor continuamente y provocándoles un hambre
insaciable. Después de sentir este tormento por un período de tiempo muy largo,
muchos de estos elantrinos enloquecen convirtiéndose en Hoeds, seres que no se mueven de su lugar y repiten constantemente
la última frase que pronunciaran antes de enloquecer. La Shaod es una versión siniestra del mito cristiano del Rapto, aquel
fenómeno a través del que un grupo de creyentes desaparece de la tierra siendo
trasladado al paraíso, con la excepción de que en este mundo, sus habitantes
son enviados a un paraíso ya muerto, peligroso y horripilante. Aquellos
atacados por esta enfermedad son lavados por los sacerdotes, vestidos y
arrojados a Elantris como marca de su
vergüenza y exilio. Es justamente aquí donde el libro inicia, cuando el
príncipe de Arelon, Raoden, es
alcanzado por la Shaod y es
desterrado a la antigua ciudad a pesar de su próximo matrimonio con la princesa
Sarene, de la región de Teod.
Sarene, novia política de Raoden,
llega a Kae exactamente después del
exilio de éste aunque nunca se le informa lo que realmente pasó y basándose en
los comentarios de la realeza, asume que Raoden ha muerto. Desde ese momento,
Sarene, ya parte de la aristocracia de Kae,
comienza a participar en la vida política de la metrópoli y a descubrir los
mecanismos que la clase regente ha establecido para consolidar el poder y
gobernar a sus ciudadanos. Al mismo tiempo, el sacerdote fjordiano Hrathen
arriba a Kae desde la lejana ciudad
de Fjorden en la región de Jindo. Este sacerdote es representante
de la religión del Shu-Dereth, un
culto con ambiciones expansionistas que ya ha invadido y conquistado, por la
fuerza en muchos casos, otras regiones como Duladel,
transformando a sus habitantes a su propio credo.
La narración se estructura desde los
puntos de vista de estos tres personajes. Raoden, ya desterrado a Elantris, conoce a Galladon, antiguo
ciudadano de Duladel, quien ha pasado
algunos meses en la ciudad y lo ayuda a conocer cómo se desarrolla la vida ahí. Galladon explica qué tipo de
personas pueden encontrarse al interior de ésta, las bandas que gobiernan en un
régimen barbárico y la forma en que puede sobrevivir durante algunos años antes
de convertirse en un Hoed. Raoden,
como buen aristócrata, tiene problemas aceptando tal orden de cosas y comienza
a organizar Elantris reclutando a
varios de sus ciudadanos más desgraciados a fin de realizar un esfuerzo común y
traer un poco de dignidad a sus vidas, o lo que queda de ellas, a través del
trabajo. Parte de la ciudad comienza a adquirir cierta semblanza de un pueblo
normal desarrollando sistemas básicos de abastecimiento y limpieza aunque lejos
aún de su esplendor original. Durante esta transformación, Raoden invierte
importantes cantidades de tiempo en la lectura de los textos tradicionales de Elantris, intentando descubrir qué son los
aones, cómo funcionan y por qué su
magia abandonó a sus habitantes hace una década. Las profundas raíces
religiosas de Sanderson se dejan entrever en Raoden, un aristócrata caído en
desgracia que debe experimentar en carne propia la pobreza y el dolor de los
malditos, ayudándolos en su tortuoso camino incluso a expensas de su propio
dolor. Al igual que en los textos cristianos, Raoden interpreta el papel de
salvador quien entrega significado a las vidas de aquellos que lo rodean,
minimizando su suplicio, reconstruyendo una civilización en ruinas y
sacrificando su propia existencia al tormento.
Sarene, poseedora de una personalidad
abrumadora y de una inteligencia apabullante, siempre se ha decantado por
funciones diplomáticas que la obligan a salir de su tierra natal de Teod, funciones que, si bien satisfacen
sus ansías de erudición, enmascaran la inmensa distancia que ha establecido
respecto de los hombres en su país natal desde muy temprana edad. La soledad y
el rechazo cortés la han empujado cada vez más lejos de casa. Su padre, el rey
Eventeo, conoce muy bien a su hija y apoya todos sus proyectos deseando que, en
su independencia, pueda encontrar a un hombre que reúna las características
necesarias y que no huya despavorido ante el compromiso con una princesa tan
enérgica y dominante. Ante la muerte
anticipada de su futuro esposo, la princesa entra al juego político con gran
determinación, haciéndose del apoyo de aristócratas para equilibrar las cargas
sociales en Elantris. No obstante,
las sorpresas se sucederán en su camino.
El personaje más interesante y más
complejo de la novela, sin embargo, es Hrathen, el sacerdote emisario de la
iglesia de Fjordel, quien ha sido
designado por el sumo sacerdote, Wyrn Wulfden I, como responsable de la
conversión de los ciudadanos de Kae a
la religión del Shu-Dereth. Hrathen
ya ha realizado dicha conversión en otras ciudades y no debería ser un gran
desafío salvo por el hecho que solamente tiene tres meses antes de que el Wyrn
decida atacar Kae y borrarla del
mapa, Elantris incluida. Su misión
anterior, la evangelización de la región de Duladel,
terminó en un baño de sangre, matanza y destrucción que Hrathen desea evitar a toda
costa esta vez. Sus planes son delineados con mucho cuidado, pero la oposición
de Sarene es capaz de desbaratarlos en varias ocasiones. La relación de
enemistad que se establece entre ambos personajes es lo que entrega a la novela
gran parte de su dinamismo y la forma en que ambos se equilibran como
antagonistas está formulada con tal sutileza que es difícil adelantar lo que
sucederá capítulo a capítulo.
Hrathen desaprueba una obediencia
mecánica a los preceptos del Shu-Dereth
y a pesar de representar a una religión de visos expansionistas y totalitarios,
ha mantenido una independencia suficiente desde los 12 años, cuando se adentró
en las sendas eclesiásticas, que le permite cuestionar medidas que amenacen una
conversión religiosa cuyos orígenes se encuentren en la aceptación y la
espiritualidad de cada individuo. Hrathen es un personaje profundamente dañado,
contradictorio por momentos, quien cuestiona las acciones que ha tenido que
llevar a cabo anteriormente y que ya no siente la misma pasión por su fe como
si las mismas creencias religiosas que sostiene lo hubiesen alejado de sus más
profundas convicciones. A lo largo de la novela, sufrirá reveses y
transformaciones, y contra toda predicción, el destino le reserva un papel más
que inesperado.
Sanderson combina perfectamente todas
las líneas narrativas a un ritmo que se proyecta desde el comienzo de la novela
como un enorme arco que adquiere momentum
lentamente durante la primera parte, agregando más elementos y tomando velocidad
a través de la segunda, rematando en la tercera con innumerables e inesperados
giros que resultan en un clímax memorable. Si bien el autor ya ha publicado
muchas novelas de tanta o más calidad que Elantris,
es en esta primera donde establece los temas recurrentes de su obra: personajes
femeninos vigorosos; conspiraciones continentales que se sustentan en los dos
pilares más macizos de su trabajo, la política y la religión, y cómo la primera
es infiltrada por la segunda, corrompiendo sus bases y su estructura; sistemas
mágicos enraizados en la realidad física, casi alquímicos en su naturaleza; un
ritmo narrativo excelentemente graduado; arquetipos religiosos subvertidos de
formas insospechadas y una construcción de mundos detallada en extremo, rica en
tradiciones. Todos estos elementos le valieron entrar de lleno a la escena
fantástica y permanecer ahí como uno de sus mejores autores.
A pesar de que Elantris fue concebida como una novela autoconclusiva, Sanderson ha
escrito dos historias cortas en el mismo universo (La Esperanza de Elantris, 2006 y El Alma del Emperador, 2012) y ya ha indicado en su página web que
dentro de los próximos dos años comenzará a escribir una secuela que ampliará
su universo al igual que planea hacer con sus otras novelas. Todo en el marco
de un magno concepto, su Cosmere, el
universo en que todas las obras de Sanderson se desarrollan, algo así como una
épica oculta a través de sus libros y que, según él proyecta, culminará con un
total de entre 32 y 36 novelas. Los principios básicos y la historia de Cosmere ya están planteados, y la
estructura ya está en su lugar. Solamente resta esperar sus narraciones futuras
y releer sus obras previas.
Isaac Civilo B.
Elantris
(Edición Décimo Aniversario)
Brandon
Sanderson
Nova
2017
800
páginas
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