Reseña TV: True Detective (Parte 1)


True Detective
Tercera Temporada – Parte Uno

Después del éxito rotundo de la primera temporada, y la debacle que significó su continuación – sólida, pero lejos del nivel establecido por su predecesora –, el joven escritor Nic Pizzolatto debió negociar duramente con HBO para traer de vuelta su obra estrella a la pantalla chica como parte de un paquete de proyectos que el canal de Game of Thrones le ha encargado desarrollar para los próximos años. Antes de embarcarse en estos, el autor de la excelente novela Galveston decidió evitar un paso en falso regresando de plano a las raíces de la primera temporada. Al parecer HBO estaba decidido a no dejar que el barco zozobrara, comenzando de lleno el año 2019 con aquella propuesta intensa y lúgubre que se había extraviado hace unos cuatro años.

Después de los cuatro primeros episodios, es claro que ambas partes desean replicar el éxito de la temporada inicial no sólo en fondo sino también en su forma. Las similitudes de estos nuevos capítulos con la odisea que atravesaran los detectives Rust Cohle (Matthew McConaughey) y Marty Hart (Woody Harrelson) el año 2014 son sustanciales. La nueva pareja de detectives compuesta por Wayne Hays (Mahershala Ali) y Roland West (Stephen Dorff) sigue las mismas líneas. De relación amigable, pero intensa, ambos se ven envueltos en un crimen sucedido en un pequeño pueblo norteamericano. Dos menores han desaparecido mientras jugaban. El hermano menor es descubierto muerto en un bosque cercano mientras la hermana está desaparecida. El asesinato vuelve a presentar características rituales – muñecas de paja, la posición de las manos del cadáver, subtexto religioso –, pero ninguna de ellas apunta hacia un asesino potencial. En el transcurso de la investigación Pizzolatto vuelve a trazar un delicado análisis de los suburbios estadounidenses: familias disfuncionales, congregaciones religiosas, guetos periféricos, aunque ahora parece tomar algo más de distancia de la dureza de la primera temporada.

La narración se estructura a lo largo de tres líneas cronológicas, otro guiño a la temporada estreno. La primera, durante los años 70, es el punto de partida en que la pareja de detectives descubre el asesinato y comienza su periplo que los llevará a escarbar en los secretos de su comunidad.  La segunda, ya en el año 1990, gira en torno a los mismos detectives, ya separados debido al cierre del caso. Las entrevistas que vuelven sobre la investigación – otro guiño – sirven como el eje para proporcionar información adicional además de contextualizar el impacto que el asesinato ha tenido durante las dos décadas pasadas. Además, durante este período el conflicto familiar del detective negro comienza a tomar forma. La última, ya en el presente, nos muestra al detective Hays viudo y con los primeros síntomas de demencia senil. Un programa de televisión vuelve sobre el caso, inconcluso, circunstancia que Hays intenta aprovechar para cerrarlo antes de morir. Aquí se adivina una tragedia que por el momento solamente hemos podido vislumbrar, pero que parece ir más allá de la muerte de su esposa y el destino desconocido de su hija. Las alucinaciones proporcionan una textura algo onírica y traen de vuelta algunos de los elementos sobrenaturales explorados en la primera temporada. También sabemos que hubo un culpable falso, alguien acusado y encarcelado injustamente, circunstancia que también remite al final falso en medio de la temporada inicial en que Rust Cohle y Marty Hart descubrían una grotesca operación de abuso infantil, pero sin conexión con el caso que investigaban.

Mahershala Ali lleva a cabo un sólido trabajo como el detective Hays. Ciertamente es un personaje atormentado, muy en la línea de los protagonistas de la novela y los relatos cortos de Pizzolatto. El impacto del crimen original se ha convertido en un fantasma que lo ha perseguido toda su vida y ha jugado parte en la inmensa tragedia que amenaza con destruir su sanidad mental, situación que solamente se ve acentuada dada la incapacidad de recordar exactamente qué sucedió y cómo. Sin embargo, Hays carece de la textura abrasiva que Matthew McConaughey imprimió en el detective Rust Cohle y ese pesimismo existencial aciago que parecía sacado de los textos más sombríos de Schopenhauer, Nietszche, o más lóbrego aun, de aquel ensayo macabro titulado La Conspiración contra la Especia Humana del escritor Thomas Ligotti, que le valió muchos comentarios de plagio a Pizzolatto. Lo de Mahershala Ali es un ejercicio robusto, pero que se mantiene dentro de los parámetros de los relatos detectivescos más convencionales.

De la misma forma, el acompañante del detective Hays, Roland West, se nos revela como un personaje menos interesante que el Marty Hart de Woody Harrelson. En la primera temporada, Hart tenía una vida agitada y tras la apariencia del correcto ciudadano norteamericano, ejercía una doble vida llena de amoríos, engaños y conflictos que lo desbordaron con la llegada de Rust Cohle al departamento de policía. El suyo era un viaje desde la estabilidad hacia las profundidades más oscuras donde terminaron enfrentando al mal. Roland West, hasta el momento, se mantiene dentro de los parámetros del investigador duro, leal, y perfecto complemento a la contención de Hays. Hay ciertamente algo amenazador en su porte y no estaría fuera de lugar suponer que en la segunda parte de la temporada nos deparará alguna sorpresa ya que el suyo es un personaje que ha ido creciendo episodio a episodio. Lo anterior se aplica a toda la galería de personajes. En la primera temporada, existía un retrato más caleidoscópico tanto de protagonistas como de personajes secundarios. Pizzolatto podía dibujarlos con pocos trazos e incluso los personajes más transitorios mostraban sus luces y sus sombras.


En esta nueva temporada, parte de esa honda caracterización psicológica da paso a temas más contingentes – segregación, discriminación, racismo –, si bien interesantes aunque no muy profundos en su presentación, su inclusión parece obedecer a la presión del ambiente político actual más que a un afán denunciatorio. De la misma forma, el aire clásico del Gótico Sureño y la textura onírica de la primera temporada casi han desaparecido en esta nueva propuesta dando espacio a una narración que parece moverse por derroteros más terrenales, más accesibles, que a disquisiciones filosóficas sobre el destino, la trascendencia y la desesperanza.

Por el momento, lo que hay es un gran paso adelante desde la segunda temporada, un regreso esperado y la garantía de la renovación de la serie, al menos por algunos años. Es probable que no llegue a las profundidades existenciales de la primera temporada y que sus personajes no lleguen a ser una suerte de arquetipo televiso como lo fueron Rust Cohle y Marty Hart, pero los capítulos transcurridos han servido para devolver a True Detective al lugar que se había ganado como una de las series a seguir atentamente.

Isaac Civilo B.

True Detective – Tercera Temporada
Nic Pizzolatto
Estados Unidos
2019
55 mins.


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