Reseña: Cuna de Gato de Kurt Vonnegut
Cuna de Gato
"Vonnegut miró el mundo a los ojos y nunca se inmutó."
J. G. Ballard
Sin duda Kurt Vonnegut ocupa un lugar
especial en la literatura norteamericana del siglo pasado. Con una biografía muy
singular, digna de sus propias novelas, el escritor oriundo de Indianápolis
forjó una obra única a lo largo de más de cuatro décadas, original, ácida,
inclasificable. A veces encasillado en la ciencia ficción, Vonnegut trascendió
sus fronteras hasta convertirse en una singularidad de la literatura
contemporánea, autor de esos libros que, en palabras de Haruki Murakami, no
sabes que existen hasta que los lees.
Soldado y prisionero en la Segunda
Guerra Mundial, durante la que también sufrió el suicidio de su madre, espectador
del bombardeo de Dresde, Vonnegut también sufrió la muerte de su hermana e
intentó el suicidio en un par de ocasiones, sin éxito. Pesimista, sarcástico y
algo cínico, plasmó en sus catorce novelas su sombría percepción de la
condición humana, el absurdo de su existencia en el género de la sátira y, a
pesar de todo, en su obra siempre hubo espacio para la bondad y la decencia
básica del ser humano, tanto así que en todos sus trabajos y en su vida misma
es posible percibir la tensión entre ambos extremos. Vonnegut fue el cínico que
deseaba creer.
Cuna
de Gato, su cuarta novela, fue publicada originalmente en 1963 y en ella se dan
cita todos los temas que cultivara durante décadas. La trama es tan disparatada
como solamente Vonnegut podía concebir. Un joven periodista, John, a quien le
gusta que lo llamen Jonás, se propone escribir un libro sobre qué hacían
notables estadounidenses el día en que se arrojó la bomba sobre Hiroshima.
Decide contactar al doctor Felix Hoenikker, el padre de la bomba. Éste ha
fallecido por lo que contacta a sus hijos: Newt, un enano; Angela, una giganta
desdichada, y Frank, un creador de utopías. Además, el científico ha dejado
otro notable descubrimiento, el Hielo-9 que transforma todo lo líquido en
sólido. Junto a otros excéntricos personajes llegan a la República de San
Lorenzo, una sociedad bananera en la vena de aquellas centroamericanas que
desbordaban descontrol en los años 60. Bajo la dictadura de Papá Manzano y su mano derecha, Frank
Hoenikker, existe la curiosa religión llamada Bokonismo que descree de todas
las religiones, incluso de sí misma y conmina a sus seguidores a no creer en
ella aunque sigan actuando según sus preceptos. Desde ahí en adelante, todo se
encamina al apocalipsis del Hielo-9. 240 páginas divididas en 127 capítulos que
inician con la frase "Nada de lo que
se dice en este libro es verdad".
¿Qué es, pues, Cuna de Gato? Una cuna de gato. Aquel juego de hilos donde es
imposible entender el total sin comprender que cada hilo no solamente sostiene
toda la estructura sino que es la estructura completa. Vonnegut prescinde de
estructuras y recursos formales a pesar de conocerlos al revés y al derecho.
Los toma, los absorbe, los destruye y los regenera. Quizás en Vonnegut más que
en cualquier otro escritor podamos apreciar aquella verdad de que sólo quienes
conocen las reglas de la armonía y la estética son capaces de quebrarlas para
producir algo nuevo. Aquí no hay trucos, no hay un giro sorpresivo al final, no
hay estructuras corales o lineales. Al contrario, la narrativa es de una
simpleza tal que adquiere una complejidad enorme. Es posible que la imagen que
mejor retrate la novela es la de aquel círculo de agua que gira en torno a sí
mismo, inescapable, feroz, y en último término, total.
Por supuesto, en el camino, el autor
deja caer sus ácidas críticas contra el imperialismo, la contradicción de la
ciencia – su autoridad por capacidad, no por una moral superior –, el cruce
entre religión y política. Pero no es lo esencial. El estilo único de Vonnegut
es la historia, aquel estilo que retrata la realidad alejándose de ella no para
huir sino para verla con más perspectiva, la deconstrucción de los géneros no
por un afán destructivo sino para revelarnos lo que habían ocultado bajo su
formalidad. El escape de una literatura realista, representativa, porque sus
elementos son insuficientes para referirse a la misma realidad.
Cuna
de Gato es comedia, es sátira, es drama, es tragedia. Es aquel entramado de
hilos de una complejidad superlativa que se puede venir abajo si movemos uno
solo de estos, pero tan bien ejecutado que parece de una simpleza
inconcebible, casi como un juego infantil, pero el juego infantil de un hombre
que presenció las mayores brutalidades cometidas por el hombre, un juego
infantil sombrío sobre la condición humana donde el lector siempre tiene la
impresión de que el autor se juega la vida.
Isaac Civilo B.
Cuna
de Gato
Kurt
Vonnegut
La
Bestia Equilátera
248
páginas
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