Reseña: Knockemstiff de Donald Ray Pollock
Knockemstiff
Donald Ray Pollock es un escritor
tardío, incluso algo más que eso. Tras abandonar sus estudios trabajó treinta
años en una fábrica papelera de su pueblo hasta inscribirse en el curso de
literatura creativa de la Universidad de Ohio. De ahí se consagró rápidamente
con relatos cortos publicados en diferentes periódicos, pero especialmente con
su primera antología Knockemstiff
(2008), publicada en español por Random House hace poco más de un año.
Esta antología lleva el nombre de su
pueblo natal en dicho estado, un nombre bastante desafortunado, algo así como “sácales la cresta” en nuestro español
chileno. Y totalmente consecuente con el contenido de estas historias, un
conjunto de lo peor de la basura blanca,
una suerte de vista general de todos los dolores, las bajezas, la desesperanza
y la futilidad que afecta a un pueblo que debe convivir con el olor a huevo
podrido proveniente de la fábrica de papel, con la pobreza, con la fealdad
estética de sus construcciones y con ese aislamiento invisible que parece
envolverlo como una burbuja de la que es imposible escapar.
Hay algunos personajes jóvenes que
anhelan tal escape, claro está, pero nunca llegan a concretarlo y son tragados
lentamente por esta gris realidad. Hay drogas, alcohol, violencia explícita,
abuso familiar, engaños, prostitución y mucho más, pero siempre peor, en sus
220 páginas. Hay un fisiculturista que se proyecta como el próximo Mister Ohio
y que, en un ataque de ira, comienza a flexionar su cuerpo escultural desnudo frente
a un McDonalds a temperaturas bajo cero hasta que su corazón estalla; hay una
muy bien graduada historia de un pequeño y su descenso hacia la prostitución;
está el periplo de otro niño que descubre los placeres de la violación; hay un
viaje de un par de jóvenes rockeros con el cerebro frito por las drogas; están
los cuidados de un joven hacia su familia disfuncional cuyo padre ve boxeo en
el televisor todo el día mientras su hermano entra y sale de la cárcel y su
esposa se evade en la cocina, podemos ver a aquella esposa que cuida de su
marido en estado cuasi vegetal y que la arrastra hacia la condenación; y también
aquel infante desaparecido por tres días y después devuelto a sus padres,
retrasado de por vida debido a las drogas que los desconocidos le inyectaron
hora tras hora.
Más que miseria, Knockemstiff parece ser alguno de los círculos del infierno o
alguna localidad cercana. De más está decir que la redención no forma parte de
las posibilidades de estos relatos, por el contrario, la única dirección que es
posible seguir para sus residentes es hacia una oscuridad mucho más abyecta, o
en el mejor de los casos, continuar aquella rutina que los mata lentamente minuto
tras minuto. Sin embargo, y a pesar de lo anterior, Pollock nunca es
redundante, por contraste, hay cierta energía en sus páginas que guía al lector
con una fascinación casi obscena hacia desenlaces que conocemos de antemano. No
hay ninguna sorpresa en ello, pero aun así el autor es capaz de avivar el
interés del lector.
Mucho se ha hablado de este libro
desde que fue publicado. Incluso Chuck Palahniuk, autor de El Club de la Pelea, se refirió a él como “historias ágiles y divertidas sobre la gente más triste que se haya
visto” aunque quizás el término divertido sea debatible ante cuentos tan
desesperanzadores. Además, siempre existe la sensación de que es posible
encontrar un adjetivo más aciago para describir esta antología. Un
libro brutal.
Isaac Civilo
B.
Knockemstiff
Donald Ray Pollock
Literatura Random House
224
páginas
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