Reseña: La Fiebre del Heno de Stanislaw Lem


La Fiebre del Heno

Gracias a la excelente editorial Impedimenta, la esencial recuperación de los textos del filósofo y genio de la ciencia ficción, el polaco Stanislaw Lem, continúa un curso firme que augura un buen futuro. Tras la publicación de obras tan fundamentales de la literatura universal como Solaris, La Voz del Amo, Vacío Perfecto, Golem XIV, Magnitud Imaginaria e incluso textos inéditos en español como los incluidos en la antología Máscara – todos en traducciones espléndidas desde el polaco –, ahora tenemos acceso a otra de esas obras míticas que solamente Lem podía concebir, La Fiebre del Heno. Distanciándose de la ciencia ficción, al menos superficialmente, esta novela transita por los derroteros algo más convencionales de la novela negra o detectivesca. El término algo más convencionales, sin embargo, debe entenderse en un contexto únicamente referencial ya que bajo la pluma del artista polaco, los convencionalismos son casi inexistentes, tanto narrativa como conceptualmente.

Un ex astronauta cubre en auto el camino de Napolés a Roma. En una parada del viaje ve a una mujer bajar de un auto y, después de pocos pasos, caer desmayada en plena acera. Inicia la persecución de dicho vehículo, pero pierde su pista. Llega a un hotel, se hospeda y en medio del sueño sufre un ataque alérgico al heno. Es un periplo raro, limítrofe con la novela negra, pero mucho más impreciso, como suelen ser la novelas de Lem, donde las fuerzas inadvertidas del cosmos le juegan malas pasadas al hombre. Tras un fallido intento de abordar el avión desde Roma a París debido a un ataque terrorista del que el hombre pudo salvarse, es ya claro que la misión que lo lleva a Francia es de una importancia y un secretismo tal que puede ser rescatado fácilmente de las circunstancias post atentado por las autoridades que están al tanto no de su misión en sí, sino de cuán esencial será.

Ya en la Ciudad de las Luces, el astronauta conoce a un matemático que está desarrollando un método de investigación poco ortodoxo que debería ser de ayuda para resolver la larga lista de hombres que han muerto en condiciones muy diferentes, de escabrosos detalles y que tienen muy poco entre sí salvo sus muertes antinaturales y su paso por algún balneario de Nápoles. Lo que sigue es una muy minuciosa exposición sobre las circunstancias en que las muertes han tomado lugar. Abundan los detalles, inconexos en su mayoría, algo oscuros y, por sobre todo, sin apuntar hacia ningún asesino potencial. Desde este momento, Lem, como es costumbre, empieza a forzar los límites del género. Si bien, formalmente La Fiebre del Heno se atiene a cada uno de los parámetros de la novela detectivesca, bajo sus palabras comienzan a tomar forma ideas que terminarán por explotar y destruir sus estructuras.


Muchas de las novelas del escritor polaco recorren esa delgada línea entre narrativa y ensayo, y esta obra no es la excepción. El último tercio es una amplia disertación sobre la naturaleza de la casualidad, el azar, la forma en que se filtra en nuestra existencia y acaba rebasando nuestras expectativas, nuestras creencias y nuestro intrínseco anhelo de un universo lógico. También aquí se filtra aquello que podríamos llamar ciencia ficción, pero esa ciencia ficción que apelaba a encarar al ser humano con su insignificancia en el orden de las cosas, con su inutilidad en el devenir del cosmos y cuya comprensión de los fenómenos universales es tan engañosa como el agua que deseamos sostener en nuestras manos, pero que se escapa entre nuestros dedos. Es ciencia ficción en las antípodas de aquella creada en Estados Unidos, que Lem despreciaba casi totalmente.

El ex astronauta, ante la comprensión final, equipara la pequeñez del entendimiento humano con aquel momento en que pudo contemplar la Tierra desde aquel infinito espacio exterior. El azar se alza como el verdadero protagonista, la verdadera fuerza impulsora que se encuentra en las semillas de toda creación, sea ésta planetas, galaxias o la humanidad misma. Quizás, tras una primera lectura, la inmensidad y desolación de Solaris o La Voz del Amo no sea tan patente, pero el fondo es el mismo: nuestro entendimiento de la realidad es una elucubración insuficiente, tanto si miramos hacia afuera como hacia adentro, la comprensión de nuestras limitaciones es desoladora.

Isaac Civilo B.

La Fiebre del Heno
Stanislaw Lem
Impedimenta
2018
224 páginas

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