Reseña TV: Love, Death + Robots


Love, Death + Robots

Esta antología animada viene precedida por una inmensa campaña de marketing como esas que solamente Netflix puede organizar. Afortunadamente, y en su mayor parte, esta vez el esfuerzo ha sido justificado. Los nombres de David Fincher y Tim Miller traen consigo cierto prestigio, especialmente en el caso del primero, además de grandes cuotas de violencia, paranoia, sexo, corrupción, tecnología desbocada y humor negro, todo el andamiaje del lado oscuro de la humanidad. De esta manera, ya sabemos en dónde nos internamos durante los 18 cortos que forman esta primera temporada.

Los diferentes estilos visuales para cada uno de los cortos son una de sus principales virtudes. Cada uno de éstos fue tratado por un equipo independiente y varios directores se hicieron cargo de guiar su desarrollo por lo que sus propuestas casi siempre son frescas. En sus mejores momentos, alucinantes y en sus momentos más predecibles, simplemente funcionales. Sean relatos de ciencia ficción, fantasía, humor o terror, las representaciones siempre son adecuadas y ajustadas a su contexto. Por supuesto, nada de esto sería suficiente sin ideas sólidas tras los miles de bocetos y su animación, y en este sentido, Fincher y compañía han recurrido, en su mayoría, a fuentes de calidad en galardonados escritores de ciencia ficción, fantasía, terror y varios subgéneros.

Hay un número considerable de cortos que se mueven entre el humor más ácido y el absurdo: las atracciones turísticas del apocalipsis humano vividas por tres robots que las recorren con la misma actitud liviana que sus antecesores en el planeta para encontrarse con gatos evolucionados gracias a sus nuevos pulgares, la dominación mundial por parte del yogurt y su hermana – la vida sana – para quienes los humanos nunca están a la altura de algún desafío, el vertedero que se revela contra el mundo impoluto y sus burócratas a través de una criatura bestial nacida de la basura e inocente como un can, el descubrimiento de una civilización en un refrigerador por parte de una joven pareja quienes observan la veloz evolución de su cultura como un espejo del futuro de la humanidad misma, y las variadas muertes de Hitler en la empresa de investigación de historias alternas llamada Multiversidad que permite la alteración de la historia y sus resultados. Ésta última una clásica idea de ciencia ficción – la ucronía – desde que Philip K. Dick escribiera el clásico El Hombre en el Castillo aunque en el corto el humor negro es el que predomina. Si bien muchas de estas ideas son disparatadas, se sostienen muy bien, principalmente gracias al escritor tras ellas, el ganador del premio Hugo John Scalzi quien tanto en sus novelas como en sus guiones ha sabido filtrar el humor más mordiente en grandes conceptos plenos de seriedad como bien ejemplifica la Multiversidad y sus ansias de reescribir la historia, una plaga ideológica que recorre muchos de los centros universitarios en Estados Unidos y Europa por estos días y que también ha sido explorada ácidamente por escritoras como Connie Willis.



Los mejores momentos de la serie llegan de la mano de autores consolidados. La Ventaja de Sonnie, basada en un cuento corto de Peter F. Hamilton, autor de la soberbia Trilogía del Vacío, incluido en la antología Second Chance at Eden – inédita en español –, es un comienzo muy auspicioso para la serie y narra las luchas entre monstruos artificiales manipulados por humanos a través de dispositivos virtuales en el año 2070. Más Allá de la Grieta (Beyond the Aquila Rift) de Alastair Reynolds, quizás el mejor autor de ciencia ficción hard hoy por hoy, basada en la historia corta incluida en la antología homónima mezcla ciencia ficción dura con delirio existencial y una revelación final que impacta como un puño de acero al estómago, todo envuelto en una visualidad seductora y grandiosa en la mejor tradición de la exploración espacial donde el universo se revela como un lugar vasto y aterrador poblado de entidades inimaginables. También basado en una historia corta de Reynolds – Zima Blue, parte de la antología inédita en español Zima Blue and Other StoriesPiezas Únicas narra el viaje del artista futuro Zima, modificado por tecnología ilegal en un planeta lejano, hacia el cosmos en búsqueda de una verdad artística que no halla, ante lo que decide traspasar todos los límites para volver a encontrarse a sí mismo y su verdad en una piscina terrestre. Es la otra cara de la moneda en las historias cortas de Reynolds, donde el universo se presenta como una entidad gigantesca e incomprensible que acoge al ser humano/robot en sus brazos en un gesto evocador y nostálgico, un ejemplo de lo que Freud describió como sentimiento oceánico, particularmente adecuado en este caso. Buena Cacería hace gala de una hermosa estética silkpunk para dar vida en la pantalla al cuento homónimo de Ken Liu incluido en la excelente antología El Zoo de Papel y Otros Relatos. Aquí se mezcla la mitología oriental y el steampunk en una hermosa aunque sangrienta historia de protección y amistad entre dos seres completamente diferentes.


Sin embargo, no todos los cortos son igualmente sólidos. Hay marines mutantes con una ética algo descreída y talibanes hombres lobo en guerra en el oriente medio, una metáfora algo gruesa para las mutaciones tecnológicas y el salvajismo resultante de la guerra y el abandono de las condiciones extremas. Interesante aunque su potencial se diluye a medida que pasan los minutos. De la misma forma, un par de vendedores quedan abandonados en el desierto estadounidense debido a la avería de su auto y recurren a ciertos cuestionamientos existenciales de una textura onírica que vuelven a través de millones de años evolución terrestre, pero que parece carecer de un final adecuado. Algo más emotiva es la historia de una desgastada nave pensante que las oficia de amigo para una novata del escuadrón espacial a quien dedica su sacrificio final. Están aquellos granjeros de la América profunda que protegen su ganado con robots, una suerte de Robotech campechano. No es una idea particularmente interesante y el giro de tuerca algo vacío no la salva de ser un cliché bastante manido a estas alturas. También están los clásicos bandidos ciborgs del desierto que lucen como pobres copias de Mad Max y que, similarmente, se desenvuelven en una persecución donde abundan la violencia desatada, la velocidad y algunos de los diálogos más lamentables de la serie.


Sin embargo, el saldo es favorable incluso al finalizar la tanda de episodios en una nota baja. Visualmente, Love, Death + Robots es casi irreprochable y, por fortuna, los realizadores han tenido el buen juicio de no dejar las historias en manos de jóvenes guionistas inexpertos sino que recurrir a autores de peso, en su mayoría, a fin de lograr una sólida columna vertebral, aunque no exenta de debilidades, para esta primera temporada.

Hay mucho aquí de las excelentes antologías de ciencia ficción china editadas por Ken Liu, Planetas Invisibles y la aún inédita en español Broken Stars, así como de su antología hermana Japón Especulativo, y también hay mucho más de los escritores de habla inglesa ya mencionados. Ante esto, quizás el mejor enfoque para afrontar una ya casi segura segunda temporada (e incluso esta primera) y zambullirse en historias cortas de similar densidad sería dejar de ver tanto servicio de streaming y comenzar a leer más. Sean en las antologías o novelas de Alastair Reynolds, John Scalzi, Peter F. Hamilton, Ken Liu o Marko Kloos, las ideas son casi inagotables, muchísimas más que las necesarias para 18 cortos o 18 temporadas.


Isaac Civilo B.

Love, Death + Robots
Estados Unidos
2019
18 episodios

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