Reseña: La Vista desde las Últimas Filas de Neil Gaiman
La Vista desde las Últimas Filas
Pocos, muy pocos son los autores que
tras décadas de reconocimiento, premios y fama pueden seguir mostrando una
sencillez, una honestidad y un amor cándido como Neil Gaiman. El escritor británico, ganador de los premios más importantes de ciencia ficción, fantasía,
terror, literatura infantil, además de guionista para televisión, cine y radio
teatro, escritor de cómics y un largo etcétera, aún conserva una apariencia
engañosamente juvenil. Parece no envejecer, al menos no mucho. Y
definitivamente aún conserva una inmaculada ingenuidad respecto de todo lo que lo
rodea, aquel sentido de la maravilla que abandona a los adultos demasiado
pronto. Gaiman parece morar en aquellos mundos fantásticos, propios y ajenos,
donde el tiempo se detiene.
La
Vista desde las Últimas Filas recopila, en una hermosa
presentación de Malpaso Ediciones, más de setenta ensayos, conferencias e
introducciones que Gaiman ha dictado y escrito a lo largo de tres décadas, y
explora diferentes aspectos de su vida y su trabajo, además de la obra de un
sinfín de artistas que lo han marcado. Desde sus primeros años, cuando ya
devoraba algunos libros adultos que no comprendía en su totalidad – pero que no
por ello eran menos fascinantes – pasando por aquella pubertad en que cruzaba
la ciudad bajo cielos grises hacia pequeñas librerías para gastarse el dinero
ahorrado durante meses en ediciones baratas, hasta sus días como periodista y
después escritor galardonado, Gaiman evidencia un inagotable amor por la
literatura y el arte, los seres humanos y la naturaleza, la amistad y las
buenas charlas. Y es que los temas que el autor de American Gods abarca son todo eso y mucho más. Y hay en ello además
una inocencia muy especial: el descubrimiento de la inocencia, y también la
inocencia del descubrimiento.
Refrescante es su defensa de las
letras, las bibliotecas y los bibliotecarios como guardianes del saber y del
futuro, así como de la literatura infantil, la jardinería y la mitología. Ahí
están las historias y las anécdotas que ha compartido con escritores que han
pasado de héroes a amigos: Diana Wynne Jones, Dave McKean, Gene Wolfe, Harlan
Ellison, Douglas Adams, Stephen King y Terry Pratchett. La calidez con la que
Gaiman narra tales encuentros es sobrecogedora. Sean pocos párrafos o largas
páginas, el autor logra hacer partícipe a los lectores de tales experiencias.
Están, por supuesto, sus pilares, aquellos gigantes que leía y releía y sin
quienes nunca se habría convertido en escritor: Chesterton, Tolkien y Lewis, y
también la fe. Organiza un verdadero desfile de los grandes maestros de la
ciencia ficción y algunas de sus obras: Fritz Leiber, Brian Aldiss, Ray Bradbury, Alfred Bester, Samuel R. Delany. Una sección indispensable para
rememorar a tales figuras y aun más indispensable para las nuevas generaciones
que los desconocen. Hay tiempo para volver sobre Edgar Allan Poe y la extraña
belleza de las proporciones, Bram Stoker y Drácula,
Rudyard Kipling y la fantasía, H. G. Wells y la sátira social, los sueños y las
pesadillas de H. P. Lovecraft, la magia de Diana Wynne Jones, el desencanto de
Alan Moore, la originalidad del olvidado Lord Dunsany, y la figura gigantesca
del coloso G. K. Chesterton y su inconmensurable Padre Brown. No obstante,
también hay tiempo para rescatar a los olvidados como John James y sus novelas
históricas fantásticas y M. John Harrison y su ficción especulativa. Un
ejercicio de recuperación que se agradece en una época donde la saturación de
la información cubre las capas de tradición tan necesarias para comprender los
fenómenos actuales, dentro y fuera de la literatura.
Pero por supuesto, no todo es
literatura para Gaiman. Hay espacio para el cine y La Novia de Frankenstein, para sus colaboraciones cinematográficas,
los cómics, la música, su esposa Amanda Palmer, su familia, una entrevista a
Lou Reed y una insufrible jornada en los Oscars, para pintores locos, para la
muerte de amigos muy queridos, para la defensa del buen arte y de vuelta a la
defensa de la imaginación, las bibliotecas y la literatura infantil. La
amplitud de las observaciones y las reflexiones que el inglés nos regala en
estas páginas es casi interminable, los puntos de vista de una persona que
conoce mucho de casi todo y no tiene pelos en la lengua para decirlo. Y decirlo
bien, con honestidad y con vigor.
Aunque parezca extraño, hay en las
páginas de La Vista desde las Últimas
Filas mucha más magia que en cientos de novelas fantásticas o de terror.
Mucho de esto se debe a la sinceridad con la que Gaiman aborda todos los temas
que le interesan y aquellos que no sabe que le interesan hasta que los
descubre. Y también se debe al optimismo casi incansable con el que contempla
la realidad. No hay mucha oscuridad en estas páginas, lo que es decir bastante
cuando Poe, Lovecraft, Stoker y King figuran en ellas. Por el contrario, hay
mucha luminosidad y una afirmación de la vida tal que invita al lector a tomar
notas de los autores mencionados, a buscar sus obras y devorarlas, a compartir
este libro con hermanos y con amigos, a empujarlos hacia el descubrimiento y la
maravilla.
Sin duda, este volumen sirve como una
perfecta carta de amor para introducir a una persona querida a la creatividad, a
la imaginación, a la literatura, al cine y a tanto más. También funciona para
entender aquella extraña paradoja que conlleva la lectura, la soledad en la que
se lleva a cabo, pero también la comprensión de que aquellos que optan por
dicha soledad nunca están realmente solos. Quienes leen saben que ese no es el
caso. Y también sirve para volver a encontrarnos con nosotros mismos, muchas
veces en medio de la barbarie de cada día, para recordarnos quienes somos y por
qué tenemos repisas llenas de libros, de música, de cine, cuadros que cuelgan
de nuestras paredes, imágenes en nuestras cabezas, y palabras, muchas palabras
que se convierten en lenguaje, la única forma en que podemos desterrar la
muerte.
Isaac Civilo B.
La
Vista desde las Últimas Filas
Neil
Gaiman
Malpaso
Ediciones
498
páginas



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