Reseña: Los Tres Estigmas de Palmer Eldritch de Philip K. Dick
Los Tres Estigmas de Palmer Eldritch

El clásico futuro distópico de sus
obras aquí está caracterizado por muy altas temperaturas que hacen de la vida
en la Tierra un infierno al que es imposible exponerse sin un traje protector.
Solamente en la Antártica existe un clima que se asemeja a aquel del siglo XX.
Dado esto, la Tierra ha colonizado los restantes planetas del sistema solar
junto a sus lunas, ahora habitables, bajo el gobierno de la ONU, burocrático y
despótico. La vida en las colonias, específicamente las de Marte, dista mucho
de ser tolerable y sus habitantes solamente sobreviven a su miseria gracias a
la droga alucinógena Can-Di – ilegal, pero de fácil acceso -, distribuida por
la compañía Equipos P. P. junto a un equipo de accesorios miniaturizados para
acompañar las fantasías de sus usuarios. De todas sus novelas, Los Tres Estigmas de Palmer Eldritch es
la que presenta el escenario más aterradoramente similar al que podemos prever
hoy en día.
El dueño de Equipos P. P., principal
distribuidor de la droga Can-Di, es Leo Bulero, empresario que se ha sometido a
una Terapia de Evolución, un tratamiento que promete avanzar rápidamente a
través de los niveles de la evolución humana a expensas de un cráneo cada vez
mayor y del peligro constante de una regresión a estados pocos evolucionados.
Bulero tiene el monopolio de la droga en el sistema solar y en su empresa
emplea a varios precog, personas
precognitivas que se anticipan a las tendencias del mercado, creación clásica
de Dick. Uno de estos precog es
Barney Mayerson, protagonista de la novela, recientemente separado, pero aún
enamorado de su exesposa.
El catalizador de la acción es el
millionario Palmer Eldritch quien dejó el sistema solar hace una década hacia
Próxima Centauro, hogar de una raza alienígena hostil y con el que la humanidad
ha tenido contacto mínimo. Eldritch regresa ahora al sistema solar, tras un
accidente en Plutón, con una nueva droga, más potente que la de Bulero,
Chew-Zi. Ésta permite a sus usuarios moverse en el tiempo, viajar al pasado y
contemplar momentos importantes de sus vidas, o viajar al futuro y conocer el
desenlace de eventos cruciales. En cualquiera de éstos, siempre habrá alguna
manifestación de Palmer Eldritch, una suerte de demiurgo omnipresente. La droga
se comercializa bajo el lema "Dios
promete la vida eterna, nosotros la damos".
No es extraño que Philip K. Dick
presente un sinnúmero de nociones religiosas en varios niveles. Éste fue
siempre uno de sus temas capitales y a esta altura de su carrera ya se
internaba en profundidad en experiencias místicas y metafísicas. Palmer
Eldritch ha regresado desde Próxima Centauro, pero como una criatura diferente.
Posee tres estigmas, símiles de las llagas o heridas en los cristianos: sus
ojos artificiales, su dentadura de metal y su mano robótica. Su lema comercial
contiene mucha más verdad que un simple truco publicitario y sus
manifestaciones en cualquiera de las experiencias alucinógenas de los usuarios
de la droga lo descubren como una entidad superior de naturaleza desconocida
para los humanos. El mundo al que Eldritch regresa es un infierno en toda
regla, donde la salvación no es posible, salvo para quienes consuman la droga.
La conexión que el autor establece entre la droga, la religión y las
experiencias visionarias es algo ambigua, pero profunda.
El precog Barney Mayerson, tras decepciones amorosas y ser despedido
por Leo Bulero después que no intentara rescatarlo en una de las alucinaciones
de su jefe donde se enfrentó a Eldritch, viaja a Marte para radicarse en sus
colonias, lejos de una vida terrestre que ya no tiene sentido para él. Aquí
conoce a Anne Hawthorne, una neocristiana, que se ha embarcado en esta misión a
fin de reclutar seguidores para su iglesia, pero que no soporta la vida en el
planeta rojo. Anne es un contrapunto al control del Chew-Zi como proveedora de
experiencias visionarias. No es que Philip K. Dick intente fusionar la droga y
la religión. El suyo es un objetivo mucho más ambiguo. Anne siempre está al
borde de tomar la droga, pero por momentos el autor enfatiza la solidez de su
fe incluso cuando la droga parece ser la única salvación posible en la soledad
de un planeta inhóspito.

El final de la novela es de una
ambigüedad que se abre como un abanico de posibilidades y que abarca todos
aquellos temas por los que Philip K. Dick ha llegado a ser un autor de culto.
Hay profecías, líderes visionarios, distintos niveles de la realidad, religión,
metafísica, gnosticismo, el borroso límite entre la realidad y la ilusión, las
capacidades precognitivas, el uso de las drogas y un aire casi espiritual que
recorre sus páginas donde ya se comenzaba a configurar aquel sistema que el
autor plasmaría en su tres obras finales como el prisma con el que miraba el
universo. El análisis que se inicia con las drogas, pasando por la religión y
los extraterrestres hasta el concepto mismo de Dios o divinidad, más sus
memorables personajes, su malestar psicológico, la originalidad de sus
conceptos, su ambigüedad y su riqueza conceptual hacen de Los Tres Estigmas de Palmer Eldritch una obra mayor dentro del
canon de Philip K. Dick y una novela que
puede medirse de igual a igual con lo mejor de la ciencia ficción, o de
cualquier otro género.
Isaac Civilo B.
Los
Tres Estigmas de Palmer Eldritch
Philip
K. Dick
Minotauro
240
páginas
Comentarios
Publicar un comentario