Reseña: Lacrimae Rerum: Ensayos sobre Cine Moderno y Ciberespacio de Slavok Zizek
Lacrimae Rerum
Ensayos sobre Cine Moderno y
Ciberespacio

De la misma forma, ha escrito largo y
tendido sobre innumerables cintas, clásicas y no tanto. Ensayos que el sello
Debate vuelve a publicar en el tomo Lacrimae
Rerum: Ensayos sobre Cine Moderno y Ciberespacio. Es necesario aclarar, sin
embargo, que, en sus propias palabras, el volumen no versa sobre cine sino
sobre la situación ideológica en que los humanos se encuentran y los elementos
que componen el mundo virtual, analizados a través del lente cinematográfico.
Para esto, Zizek recurre a las herramientas desarrolladas por diversas figuras
intelectuales como Freud y Hegel aunque es Lacan y sus teorías a las que más
recurre para llevar a cabo la disección de obras del séptimo arte.
La primera parte está dedicada al
director polaco Krzysztof Kieslowski, en particular a su Decálogo, aquella miniserie de 10 episodios filmados en 1989. Zizek
analiza cada uno de los episodios enfocándose en los 10 mandamientos que el
artista polaco buscó representar en la pantalla chica. Variadas e interesantes
son sus interpretaciones religiosas y psicoanalíticas de cada una de las partes
del Decálogo. Su foco, sin embargo,
no está puesto en el contenido estético e intelectual de sus partes sino en sus
resonancias psicológicas y sociales. La misma tónica continuará a través de las
páginas de Lacrimae Rerum, nunca
cercana a la crítica cinematográfica sino a una decodificación de la cultura
del siglo XX.

La tercera sección se refiere al
maestro ruso Andrei Tarkovski. Quizás éste es el capítulo donde Zizek tiene más
dificultades para acercarse a la obra de un cineasta. Después de una
introducción donde se citan diferentes obras de ciencia ficción y otros géneros
para ejemplificar al Gran Otro o La Cosa, en términos Lacanianos, el filósofo
determina que la forma en que éste proviene del espacio interior más que del
espacio exterior, enfoque que conecta con las obras del director ruso. A través
de Solaris, Stalker, Nostalgia y Sacrificio, Zizek intenta aproximarse a
los conceptos que Tarkovski desarrollara en algunas de sus últimas obras, pero
su carga ideológica marxista y materialista se revela como un impedimento para aproximarse
a la religiosidad y la espiritualidad inherente al cine del maestro ruso,
incluso otorgándole interpretaciones que el director rechazó tajantemente en
vida. En su búsqueda de la originalidad crítica, Zizek encuentra algunas de sus
limitaciones, más patentes ante la esencia del modelo cinematográfico de
Tarkovski. En esta sección más que en cualquier otra, se demuestra que Lacrimae Rerum es un volumen de textos
más funcionales, no enfocados en el cine y su naturaleza, y que engendra sus
propias limitaciones.
El siguiente capítulo trata sobre
David Lynch y el Ridículo Sublime, y
es evidente desde un comienzo que Zizek se siente mucho más a gusto aquí que
con Tarkovski. Durante este apartado, el filósofo desarrolla una interesante dicotomía
entre la femme fatale del noir clásico y femme fatale del neo noir
- posmoderna -. La primera, fantasma de los deseos masculinos, destinada al
fracaso; la segunda, más agresiva y que explicita los deseos masculinos
ocultos. Zizek se centra en Carretera
Perdida para explicar cómo Lynch ha engendrado una explicación a ambas
dando sustancia a las fantasías de los dos tipos de noir, trayéndolos a la realidad y sacándolos del reino fantasmático
(Lacan nuevamente). Lo anterior también se aplica a Twin Peaks y Terciopelo Azul,
y en general, al modelo cinematográfico de Lynch del que Zizek realiza una muy
sugerente interpretación.
Después descendemos al bajísimo vuelo
de Matrix que Zizek parece entender
de la misma forma, un fenómeno comercial, de escasa densidad, pero desde donde
se pueden sacar interesantes interpretaciones culturales aunque éstas tengan
que ver con sus limitaciones y no con sus virtudes. Con gran sentido del humor,
el autor explica la fascinación que Matrix
ejerce como un test de Rorschach, como un dios que parece mirar directamente al
espectador, independientemente de la posición desde donde se lo mire, una
atracción fatua. Aquí el elemento central es la sustancia social que no permite
al individuo controlar las consecuencias de sus acciones, el Gran Ordenador que
todo lo controla. Zizek postula que no hay ninguna realidad real tras la
matriz, sino una tajante y absoluta división entre la ciencia – su conocimiento
y su lenguaje – y las experiencias representables de la realidad, la filosofía
ontológica. El verdadero muro divisor no es construido por los malvados dueños
del mundo, sino que surge naturalmente gracias a los elementos científicos y
virtuales de nuestra vida diaria. De esta manera, la Gran Aldea Global del
ciberespacio, del Gran Otro, no es posible; sólo lo son pequeñas aldeas
globales de pequeños otros ya que la ciencia es imposible de traducir a las
experiencias de la gran mayoría de la población. La desconfianza de Zizek hacia
Matrix es similar a nuestra
desconfianza y la propia hacia el ciberespacio. Lo más incisivo del análisis,
sin embargo, es el emparentamiento del fracaso de las tres películas de Matrix con el fracaso actual de la
izquierda, su borrador político totalmente en blanco, sin ideas. No deja de ser
notable la dignidad intelectual de uno de los más respetados filósofos y
teóricos marxistas para plantear tal autocrítica.
El libro acaba con dos ensayos sobre
el ciberespacio y la forma en que se relaciona con nuestra condición humana en
términos de realidad virtual, religión, sexualidad, espiritualidad además de la
influencia tecnológica en nuestros procesos mentales, nuestra lógica y la
percepción de la realidad misma. J. G. Ballard, Conrad, Kafka, Wagner,
Shakespeare, Chaplin, Hoffman, Poe y Haggard, entre otros, son analizados y
reinterpretados a través de Lacan, pero también de Freud, Hegel y Wittgenstein.
Nuevamente las tesis de Zizek son atractivas, sólidamente fundadas y
perfectamente ejecutadas aunque su mensaje final, de anorexia informativa y
perversión digital, sea bastante duro, pesimista.
Zizek sigue la tradición, usando el
cine, a la que recurriera Jacques Lacan y que comenzara Sigmund Freud en el
análisis de obras literarias para desarrollar y explicar fenómenos
psicológicos, culturales y sociales. En esto, no hay duda, el esloveno tiene
pocos rivales que sean capaces de concebir algunas tesis tan originales a
través de uno de los medios más masivos del siglo XX, además de un manejo
cultural envidiable. En este sentido, más que un cinéfilo, Zizek ha llegado a
ser un cinéfago. Hay mucho de interesante en Lacrimae Rerum, excepto cine, por supuesto, ya que la naturaleza
del séptimo arte nunca es objeto de análisis. De hecho, es dejada de lado para
centrarse en los aspectos que sí interesan al filósofo esloveno. Quizás de tal
fenómeno provenga su aceptada falta de talento para haberse convertido en
director: el interés en lo que el cine tiene que decir en lugar de lo que el
cine es, en el discurso más que en su estética y naturaleza. Si bien, las tesis
y el desarrollo de Zizek son sorprendentes en algunos momentos y se nutren de
una amplísima documentación, en otros momentos se tornan en suertes de
obsesiones ideológicas más cercanas a sus propias obras, forzados ejercicios de
reinterpretación donde unos pocos se sienten desconectados de los trabajos cinematográficos
tratados. Por momentos su dimensión especulativa (¿No sería correcto suponer que...? ¿Quizás sea adecuado considerar...?
¿Y si fuera cierto/incorrecto pensar que...? ¿No sería erróneo interpretar…?)
se vuelve algo repetitiva, pero de ninguna manera es una razón para no leer
este interesantísimo volumen. Al contrario, la erudición, el sentido del humor,
y el alto riesgo que Zizek asume al presentar estos textos son razones más que
suficientes para devorar sus páginas.
Isaac Civilo B.
Lacrimae
Rerum: Ensayos sobre Cine Moderno y Ciberespacio
Slavoj Zizek
Debate
320
páginas
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