Reseña TV: Dark Segunda Temporada
Dark
Segunda Temporada
Es justo comenzar indicando que las comparaciones entre Dark y Stranger Things han quedado en el pasado hace mucho. Quizás nunca
fueron pertinentes. Más allá de un par de puntos particulares, desde sus
primeros episodios la serie alemana se internaba por caminos que la
norteamericana no osaba transitar. Sí, ahí estaba la planta nuclear y el pasaje
a otro mundo, que en realidad era otra dimensión, pero poco más había en común
entre ambas propuestas.
Dark mostró en su primera tirada de episodios un
existencialismo casi inusual en las series de Netflix. Adultos que cedían a las
tentaciones, engaños, sexo explícito, suicidios y confusión, y gestándose
lentamente un grupo de adolescentes que no tenían deseo alguno de pasar su
tiempo en juegos de mesa o de disfrutar de las películas de moda. Algunos de
ellos regresaban desde meses en el psiquiatra para ver su realidad trastocada,
para observar el lento derrumbe de sus padres y sus matrimonios, para sentir
cómo los primeros pasos de la pubertad los sumergían en períodos de ansiedad y
confusión. Y sobre todo lo anterior, una serie de desapariciones que no hacían
sino intensificar los traumas de los integrantes de cada familia. En esto había
mucho más cercanía a Twin Peaks que a
la propuesta de los Hermanos Duffer. La compleja estructura coral se mezclaba
crecientemente con las líneas argumentales en diferentes épocas y la amenaza
nuclear proyectaba su sombra sobre el pueblo de Winden. Un entramado mucho más
complejo de lo aparente y cuyo final preparaba ya una segunda temporada que ha
llegado respaldada por una fuerte campaña de marketing.
Y no era para menos. Todo lo que Dark
insinuó en los primeros diez episodios regresa ampliado e intensificado. Hay
más líneas argumentales, más viajes en el tiempo, más personajes, más
desencuentros, una amenaza nuclear incluso mayor y una tragedia cósmica que
asoma en cada episodio. Incluso hay un futuro apocalíptico, un paso bastante
peligroso considerando cuán trilladas se han vuelto sus muchas versiones tanto
en cine como en televisión. Por fortuna, los creadores de la serie no están
interesados en seguir el modelo agotado de The
Walking Dead, o peor aún, Los Juegos
del Hambre o Divergente. El
futuro apocalíptico de Dark se mueve
mucho más cerca de La Carretera de
Cormac McCarthy en su desolación, su atmósfera y la paleta de colores fría que
evoca una aniquilación total. Hay sobrevivientes, por supuesto, y un secreto
terrible. Todo un acierto.
Hay sutileza en esto. Incluso también lo hay en aquel conflicto cósmico
que por largos pasajes asemeja más a un vórtice indefinido de entropía que engulle la
realidad y las vidas de sus personajes en su torbellino de dolor y confusión
inexplicable. Ahí está la búsqueda de un padre por su hijo y treinta y tres
años de soledad y confinamiento. La búsqueda de un hermano mayor por su hermano
menor que desemboca en el primero descubriendo su rol en una tragedia mucho más
grande. Los adolescentes intentan asumir el control de sus vidas ante la
desorientación de los adultos, con todos los errores y la angustia que conlleva un
crecimiento forzado. Los adultos luchan por redimir sus pecados en todas las
épocas y también por vengar pasadas injurias. Ellos también buscan a sus padres
y el perdón por sus errores. Es un entramado de pérdida y dolor que cruza
generaciones. Todo esto es tejido con habilidad. A pesar de los saltos
temporales y de la complejidad de la narrativa, la historia es desarrollada con
sobriedad, a veces incluso con algo de ese minimalismo tan alemán, a menudo
confundido con sequedad. Incluso los bandos enemigos que intentan manejar el
tiempo son esbozados poco a poco, pero nunca se imponen sobre sus personajes.
Dark sigue la tendencia coral de la gran mayoría de
las series televisivas y películas de estos días, pero la lleva un paso más
allá sacando ventajas de la física cuántica y sus posibilidades para expandir
sus líneas argumentales hasta donde es posible. Sin embargo, se desmarca de la
gran cantidad de propuestas de la pantalla chica y grande. La diferencia radica
en un ritmo narrativo muy bien graduado, sin grandes aspavientos ni apuros, un
guion sólidamente estructurado, pero especialmente en su habilidad para
mantener un corazón humano en el centro de la historia, aunque éste a veces se
torne oscuro y penoso.
El desafío ahora está en lo que la serie presentará en el futuro. Ya con
la tragedia en su lugar, con los bandos de viajeros listos para salir de la
oscuridad donde se han ocultado y con todas las piezas que anuncian una
historia de grandes proporciones, la pregunta es si Dark será capaz de mantener a sus personajes como el pilar de su
propuesta. Cuando los peligros y las amenazas van tomando forma, pierden algo
de su potencial. Son explicadas, más definidas y, por lo tanto, menos
inquietantes. Philip K. Dick conocía este peligro y por ello sus novelas
ofrecían tan pocas respuestas y, a cambio, mucha incertidumbre. El formato
televisivo exige lo opuesto y ahí radica el riesgo de temporadas futuras. Hasta
el momento la serie se mueve con seguridad sobre esa delgada cuerda y ha
demostrado manejar bien sus variantes. Lo que menos desean sus seguidores es
que se convierta en una seguidilla de aventuras con héroes juveniles y pierda
su capacidad para presentar una amenaza informe, incomprensible para sus
protagonistas. Esperemos que futuras entregas se decanten por la segunda
opción.
Isaac Civilo B.
Dark
Netflix
2019
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