Reseña Cine: It Capítulo Dos
It: Capítulo 2

La primera película, cuando sus
protagonistas eran niños, manejaba inteligentemente las diferentes variables con
las que debía lidiar. Más que un simple monstruo que atormentaba al grupo de
menores, Pennywise era la fiel
representación del dolor y los miedos que vienen de la mano con el paso a la
pubertad y una serie de traumas que marcarían a los chicos de por vida: el
abuso paternal, la sobreprotección maternal, el bullying, la inseguridad, el rechazo, el despertar sexual y el
primer encuentro con la muerte de un ser querido, entre otros. Había un
tratamiento sutil de estas situaciones que se imponía con creces a la sangre y
los monstruos que casi obligatoriamente deben figurar en pantalla por estos
días. En resumen, podía decirse que aquel primer capítulo fue un justo triunfo.
Al comenzar el capítulo dos, es claro
que muchos de tales traumas se han proyectado a la adultez de sus personajes.
Lejos de dejarlos en el pasado, éstos parecen haberse instalado en sus vidas.
Obviamente esto obedece al regreso cíclico de Pennywise al pueblo de Derry 27 años después y con él, los antiguos
miedos. La promesa de la niñez, y una amenaza velada, arrastra a los adultos de
vuelta al pueblo a fin de hacer frente al payaso y liberarse de lo que parece
una condenación de por vida. Por supuesto, los traumas de la infancia los
perseguirán tanto tiempo como el monstruo exista. La única opción es
destruirlo.
Desde el comienzo es posible apreciar
cómo el ritmo más pausado de la primera entrega se acelera casi sin concesiones
y se extiende por el resto de los casi 170 minutos de metraje. En esto hay más
televisión que cine y quizás la influencia de los gigantes del streaming ha jugado un papel importante
a la hora de abandonar la dimensión psicológica de la primera parte en pos de
un desarrollo más estridente, mucho más demostrativo que sugerente. Por
supuesto, existen buenos momentos ahí donde la cinta se toma un respiro y
vuelve a la niñez de sus protagonistas y a su fragilidad a través de numerosos flashbacks, recurso algo repetitivo,
pero que al menos apuesta por las necesarias pausas. De la misma forma, el
humor se torna bastante predecible y lejos de proveer alivio en los momentos
de tensión, parece interrumpir el flujo de la narrativa en una apuesta bastante
más liviana que su entrega anterior.
El énfasis claramente está puesto en
un producto que apunta más a satisfacer las expectativas de los seguidores que
a desarrollar una propuesta que se distancie del cine más convencional, el
logro principal del capítulo uno. Esta segunda parte cae, por momentos, en ese
terror planificado al dedillo que busca el consabido jump scare y privilegia las explicaciones por sobre la proposición
sutil, cuya estructura presenta una lógica y un orden que guía la narrativa
hacia giros que pierden su sorpresa de antemano. Hay un constante tira y afloja
entre esto y aquellos pasajes que recurren a las herramientas empleadas en la
primera parte. En sus ganas por escapar de la fórmula del mercado, el capítulo
dos de IT acaba siendo una suerte de
rendición a las expectativas del público y al mismo tiempo un esfuerzo por regresar a un relato
que desea recobrar aquella historia mínima, pero más misteriosa, sobre una niñez
quebrada.
Por ende, no se puede calificar a
esta segunda entrega como una mala película. Es una experiencia entretenida,
pero sin duda más masiva y ligera, que se aproxima más a la cinta convencional
de terror que al territorio más inquietante y aterrador que cintas como The Babadook, La Bruja, El Faro o Ich Seh Ich Seh han explorado con éxito,
distanciándose de una fórmula que hace mucho agotó el poco potencial que
poseía.
Isaac Civilo B.
IT: Capítulo Dos.
Andy Muschietti
Estados Unidos
2019
169 mins.
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