Reseña Cine: El Camino: Una Película de Breaking Bad


El Camino: Una Película de Breaking Bad

Vince Gilligan debe ser uno de los más exitosos escritores y productores activos hoy en día. Quizás no el más fecundo, pero sí uno de aquellos que es capaz de jactarse de haber creado algunas de las series de televisión definitorias de las últimas décadas. Largo tiempo antes de Breaking Bad y su notable spin-off Better Call Saul, Gilligan ya había triunfado como parte del equipo que creó Los Archivos Secretos X y la algo menos recordada Los Pistoleros Solitarios. Su creación en torno al profesor Walter White, no obstante, es la que, de seguro, le valdrá la posteridad y consecuentemente Netflix intenta seguir explotando dicho fenómeno.

Con el excelente retrato del díscolo abogado Saul Goodman ya acercándose a su final, la cinta El Camino: Una Película de Breaking Bad llega a la pantalla chica con un timing perfecto. Han pasado siete años ya desde la muerte de Walter White y la próxima temporada de Better Call Saul demora demasiado en llegar. Esto levanta el cuestionamiento sobre la validez de esta película. ¿Es simplemente un relleno innecesario o una propuesta de validez propia? En realidad se mueve en un terreno intermedio entre el cine arte – cosa que no es – y las películas desechables – que tampoco es –. Tiene algunos tintes independientes aunque también cabe preguntarse cuán independiente puede ser una secuela de una de las series más famosas y premiadas de la historia.


El relato parte momentos después del final de Breaking Bad cuando Jesse Pinkman (Aaron Paul) escapa a toda velocidad de la escena del tiroteo final todavía herido, digiriendo la tortura, su largo confinamiento y la revelación sobre la muerte de su exnovia Jane. Hay una frenética búsqueda por Jesse aunque Gilligan – ahora en función de guionista y además director – tiene el criterio suficiente de no concentrarse en ella y transformar la cinta en una producción de persecución. Por el contrario, la narrativa se desenvuelve en torno a Pinkman, su escape y cómo lidia con la inmensa carga de saberse delincuente, fugitivo y cuasi asesino. Es un relato en clave menor que rescata lo que se tiende a pasar por alto en Breaking Bad: cuán importante es el ritmo narrativo pausado, el silencio y el carácter reflexivo de su propuesta. Por supuesto, las dos horas de metraje están plagadas de referencias a la serie, a ratos casi un desfile obligatorio de los personajes más icónicos de ésta. Sin embargo, Gilligan nunca ha sido un guionista que acumule sin sintetizar. Cada una de las apariciones es tratada con la finura necesaria. El relato es de gran pulcritud, siguiendo la misma senda de todo lo construido durante las temporadas de la serie de televisión. Ni siquiera el uso de numerosos flashbacks se siente sobreexplotado, por el contrario, pasa a ser uno de los mejores elementos de la cinta en un excelente ejemplo de ritmo y economía narrativa.

La fotografía es todo lo que sus seguidores han llegado a esperar de una producción de primer nivel al igual que cualquier otro aspecto de la película que está tratado no solamente con respeto al universo creado por Gilligan sino de una forma que realza todo lo logrado a lo largo de sus cinco temporadas. Tal despliegue de cuidado, y por momentos virtuosismo, recalca la confianza en los proyectos del guionista y nos hace preguntarnos si Netflix, o algún otro de los ya numerosos servicios de streaming, no intentará desarrollar otro spin-off o, en su defecto, un nuevo proyecto con su firma. ¿Será éste el hálito final de este producto de la cultura popular? Aún no lo sabemos, pero el final de la historia de Jesse Pinkman es muy acertado, de una belleza bastante áspera, consecuente con aquellos planos amplios de bosques, desiertos y montañas que abundaban en la serie y que situaban a sus personajes en los ambientes a los que pertenecían como seres humanos quebrados, solitarios, internados en un camino donde el retorno ya no era una posibilidad.

Hace pocos días, el mismo Vince Gilligan indicó que la película era innecesaria, una carta de despedida que quizás pueda guardarse en un cajón bajo decenas de otros papeles para nunca más ser leída. Sin embargo, si realmente es una carta de despedida, debe agradecerse la inmensa calidad de su propuesta, su consecuencia con la serie original y el cuidado que su equipo ha impreso en ella hasta el más mínimo detalle. Quizás El Camino nunca alcance a situarse cerca de Breaking Bad o Better Call Saul en términos de recepción o audiencia, pero es muy posible que el tiempo la ubique con justicia en el lugar que merece y que, cuando la audiencia mire atrás después de años, sea parte del cuerpo de un producto duradero en la cultura popular. 

Isaac Civilo B.

El Camino: Una Película de Breaking Bad
Vince Gilligan
Netflix
2019
125 mins.

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