Reseña: Franz Kafka: Cuentos Completos
Franz Kafka: Cuentos Completos
Hace casi 40 años, ya se calculaban
en 11.000 las opiniones de los expertos sobre la obra de Franz Kafka más
innumerables simposios por parte de germanistas, judaístas y filósofos que han
estudiado su vida y su trabajo. La acumulación del saber sobre la existencia
del escritor y su obra es inmensa, quizás más que la de cualquier otro autor en
la historia de la literatura. Sin embargo, las certezas que este conocimiento ha
proporcionado siguen siendo ínfimas ante los misterios que pueblan sus páginas,
el enigma que parece ser el corazón de sus escritos. El filósofo esloveno
Slavjoj Zizek incluso ha llegado a decir que para acercarse a la obra kafkiana
es necesario abandonar cualquier marco interpretativo, hacerlo de la forma más
ingenua posible, libre de toda preconcepción, siendo la primera lectura de
Kafka la más cercana a su esencia. Esa primera lectura que no ha sido afectada
por ningún cuestionamiento sino por el descubrimiento.
Y es que en realidad parece que no
hay interpretaciones o marcos teóricos suficientes para abarcar la producción
del escritor. La Cábala, el Sionismo, el Psicoanálisis, la filosofía pre
existencialista y diferentes religiones parecen producir más discordancia a
medida que intentan encontrar las claves en estos escritos. La distancia crece
a medida que intentan acordar cuáles son sus puntos relevantes. A lo anterior,
se agregan complicaciones adicionales como las modificaciones que el amigo de Kafka,
Max Brod realizó a su obra tras la muerte del autor; su criterio de selección
que lo llevó incluso a crear textos inexistentes con pasajes de diversos
escritos; la ordenación de sus cuentos e historias que, en muchos casos, no ha
obedecido a ningún tipo de criterio estético o cronológico ya que simplemente
se desconoce la fecha en que fueron compuestos; distintos fenómenos que la
traducción debe enfrentar – ortografía irregular, falta de corrección en los
originales, una sintaxis y una gramática anticuada, y peculiaridades
estilísticas – y sortear de manera que el sentido se mantenga a pesar de que la
forma pueda cambiar. En fin, dificultades varias a la hora de acercar la obra
de Kafka al público.
Afortunadamente, hace algunos años,
en los idiomas de habla alemana se han comenzado a publicar los escritos del
autor en ediciones facsímiles a través de los que los lectores pueden acercarse
a los textos originales dentro de lo posible. Es un proceso largo y que está
lejos de vislumbrar un final en parte por el volumen de la labor, en parte por
la resistencia del curador de la obra Kafkiana, Malcom Pasley. En éstas, las
más recientes ediciones críticas, se basa la antología que la excelente
editorial española Valdemar presenta en su rama Clásicos. Aquí se agrupan, en
base a un criterio cronológico y temático, todos aquellos textos que pueden
considerarse de ficción: relatos, narraciones, piezas narrativas, poemas en
prosa, historias, cuentos y fragmentos. Por supuesto, como se indicó
anteriormente, todos presentan el misterio kafkiano en su centro, aquel espejo
que reúsa entregar respuestas y sólo refleja el espíritu del lector en una
suerte de interpretación infinita
que, sin embargo, no es capaz de explicar la vigencia de sus escritos.
Muchas son las temáticas que el autor
checo desarrolló en sus obras cortas como la percepción de lo indefinible, la
trascendencia de la realidad objetiva, su amor absoluto hacia la verdad, el
discernimiento de lo justo y lo injusto, y otros temas algo más asibles como el
castigo, la lucha y la emancipación – las tres conectadas a la figura
omnipresente del padre y de la autoridad –, la pesadilla, la ley y el olvido
del ciudadano común, y el desarraigo. Quizás sea este último el rasgo más
distintivo de todos y que los abarca. El profundo sentido de desconexión que el
escritor experimentó en su vida: ser un autor checo de religión judía de habla
alemana, todos motivos por lo que se sentía discriminado y que desembocaron en
excepcionales condiciones que lo llevaron a una aguda crisis de identidad y la
consecuente intensificación de su capacidad perceptiva. Ese extraño sentimiento
se hace presente en cada escrito de su obra como en la inmortal La Metamorfosis, pero también en algunos
otros que han mantenido un perfil más bajo que, sin embargo, no le van en saga
al relato de Gregorio Samsa como las fantásticas y adelantadas a su época La Condena, En la Colonia Penitenciaria y El
Fogonero, o aquellos textos que asemejan a fábulas o metáforas animales,
relatos de un hondo existencialismo y agudeza tales como Investigaciones de un Perro o Josefina,
la Cantora, o El Pueblo de los Ratones.
Este sentimiento de desconexión se
agudizaba para el autor en una época que consideraba impía e irreligiosa y a la
que no veía ninguna salida, salvo la jovialidad. De ahí su gran amor por G. K.
Chesterton, creador de El Padre Brown,
y autor de ensayos en defensa de la fe católica. En sus palabras “la obra de Chesterton es tan jovial que se
podía creer que había encontrado a Dios”. Y también sus palabras encerraban
el que quizás puede ser considerado el dictamen definitivo sobre su propia
obra: “la verdad interna de un relato no
se deja determinar nunca, sino que debe ser aceptada o negada una y otra vez,
de manera renovada, por cada uno de los lectores u oyentes.” Es posible que
a los miles de ensayos y todo el conocimiento sobre la obra de Kafka sigan más
siglos de especulación, debates y estudios, pero como todo trabajo de verdadero
genio, siempre se encontrará un paso más allá de cualquier definición, en una
suerte de espacio inaccesible salvo a través de innumerables reflejos de dos
espejos que se miran a sí mismos.
Isaac Civilo B.
Cuentos
Completos (Textos Originales)
Franz
Kafka
Valdemar
448
páginas
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