Reseña: Franz Kafka: Cuentos Completos
Franz Kafka: Cuentos Completos

Y es que en realidad parece que no
hay interpretaciones o marcos teóricos suficientes para abarcar la producción
del escritor. La Cábala, el Sionismo, el Psicoanálisis, la filosofía pre
existencialista y diferentes religiones parecen producir más discordancia a
medida que intentan encontrar las claves en estos escritos. La distancia crece
a medida que intentan acordar cuáles son sus puntos relevantes. A lo anterior,
se agregan complicaciones adicionales como las modificaciones que el amigo de Kafka,
Max Brod realizó a su obra tras la muerte del autor; su criterio de selección
que lo llevó incluso a crear textos inexistentes con pasajes de diversos
escritos; la ordenación de sus cuentos e historias que, en muchos casos, no ha
obedecido a ningún tipo de criterio estético o cronológico ya que simplemente
se desconoce la fecha en que fueron compuestos; distintos fenómenos que la
traducción debe enfrentar – ortografía irregular, falta de corrección en los
originales, una sintaxis y una gramática anticuada, y peculiaridades
estilísticas – y sortear de manera que el sentido se mantenga a pesar de que la
forma pueda cambiar. En fin, dificultades varias a la hora de acercar la obra
de Kafka al público.

Muchas son las temáticas que el autor
checo desarrolló en sus obras cortas como la percepción de lo indefinible, la
trascendencia de la realidad objetiva, su amor absoluto hacia la verdad, el
discernimiento de lo justo y lo injusto, y otros temas algo más asibles como el
castigo, la lucha y la emancipación – las tres conectadas a la figura
omnipresente del padre y de la autoridad –, la pesadilla, la ley y el olvido
del ciudadano común, y el desarraigo. Quizás sea este último el rasgo más
distintivo de todos y que los abarca. El profundo sentido de desconexión que el
escritor experimentó en su vida: ser un autor checo de religión judía de habla
alemana, todos motivos por lo que se sentía discriminado y que desembocaron en
excepcionales condiciones que lo llevaron a una aguda crisis de identidad y la
consecuente intensificación de su capacidad perceptiva. Ese extraño sentimiento
se hace presente en cada escrito de su obra como en la inmortal La Metamorfosis, pero también en algunos
otros que han mantenido un perfil más bajo que, sin embargo, no le van en saga
al relato de Gregorio Samsa como las fantásticas y adelantadas a su época La Condena, En la Colonia Penitenciaria y El
Fogonero, o aquellos textos que asemejan a fábulas o metáforas animales,
relatos de un hondo existencialismo y agudeza tales como Investigaciones de un Perro o Josefina,
la Cantora, o El Pueblo de los Ratones.
Este sentimiento de desconexión se
agudizaba para el autor en una época que consideraba impía e irreligiosa y a la
que no veía ninguna salida, salvo la jovialidad. De ahí su gran amor por G. K.
Chesterton, creador de El Padre Brown,
y autor de ensayos en defensa de la fe católica. En sus palabras “la obra de Chesterton es tan jovial que se
podía creer que había encontrado a Dios”. Y también sus palabras encerraban
el que quizás puede ser considerado el dictamen definitivo sobre su propia
obra: “la verdad interna de un relato no
se deja determinar nunca, sino que debe ser aceptada o negada una y otra vez,
de manera renovada, por cada uno de los lectores u oyentes.” Es posible que
a los miles de ensayos y todo el conocimiento sobre la obra de Kafka sigan más
siglos de especulación, debates y estudios, pero como todo trabajo de verdadero
genio, siempre se encontrará un paso más allá de cualquier definición, en una
suerte de espacio inaccesible salvo a través de innumerables reflejos de dos
espejos que se miran a sí mismos.
Isaac Civilo B.
Cuentos
Completos (Textos Originales)
Franz
Kafka
Valdemar
448
páginas
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