Reseña: Luna: Luna Creciente de Ian McDonald


Luna: Luna Creciente

El tercer volumen de la saga Luna, Luna Creciente, retoma la historia exactamente donde la segunda parte quedó. No es costumbre del autor Ian McDonald dar largos saltos temporales, por el contrario. Tras el regreso de Lucas Corta desde la Tierra y su ascenso como el nuevo Águila de la Luna, se anticipa una novela de intereses velados, conspiraciones, secretos y vueltas de tuerca. Los mismos ingredientes de las dos primeras entregas. Y es que, a pesar de que el clan McKenzie se ha visto disminuido tras el ataque donde su patriarca fue asesinado, sus herederos aún se guardan algunas cartas bajo la manga. Los clanes restantes – Sun, Asamoah y especialmente los rusos Vorontsov cuyo trasfondo al fin conocemos – también mueven sus piezas con cuidado y forman frágiles alianzas. Por sobre ellos, delegados terrestres han llegado a la luna a fin de hacer sentir su influencia, cobrando a Lucas Corta la ayuda prestada para reestablecer el clan Corta y situar a Lucas en una posición política perfecta. Luna Creciente asemeja a un enorme tablero de ajedrez cuya partida se acerca a su conclusión.

A lo anterior, ahora McDonald agrega otro pilar para sostener tan grueso entramado: la Universidad de FARSIDE. Más que un centro de estudio y conocimiento, ésta es una sociedad en sí misma, ubicada en el lado oscuro de la luna y que debe su existencia a la investigación de vanguardia, a las tecnologías que desarrollan, a la producción de diferentes proyectos y a los aportes privados que pueden catapultar al satélite a una independencia que durante muchos años han deseado, más allá de la garra terrestre que amenaza con mantenerlos bajo control. La universidad es respetada y temida por todas las casas, las instituciones y ciudadanos lunares. FARSIDE se alza como el gran bastión que la Tierra debe salvar. Los delegados terrestres proponen una sociedad automatizada, en contraste, sin la necesidad de trabajar y la libertad para todos sus integrantes, diversos y sin ataduras. Sin embargo, pronto se entiende que es el mismo viejo truco: la tiranía agazapada tras la fachada de la igualdad y la tolerancia.


Quizás Luna Creciente, más que las dos partes anteriores, sea el más coral de todos los volúmenes. Hay constantes cambios de puntos de vista narrativos, elipsis temporales y cambios de escena. Quizás en esto estén algunos de los puntos menos sólidos de la novela. Algunos personajes de gran peso en las entregas anteriores inevitablemente pierden protagonismo y asumen roles secundarios. Es el caso de Lucasinho Corta, hijo de Lucas, que ahora permanece en un cuasi estado de coma tras salvar a la pequeña Luna Corta. Lucas intenta recuperar el cuidado de su hijo, pero su hermana Ariel Corta entra a la disputa abogando por mantenerlo en la Universidad de FARSIDE para su recuperación. La lucha entre Lucas y Ariel es el principal hilo narrativo de la novela aunque se ve cruzado constantemente por muchos otros.

Los descendientes McKenzie y sus empresas aún complotan para poder obtener la mayor cantidad de beneficios siempre y cuando el costo no recaiga sobre sí mismos. La Familia Sun continúa maquinando en las sombras. El Clan Asamoah posee un énfasis hacia el desarrollo de nuevas formas de vida, exóticas, a través de maniobras que dejan entrever muy poco. Y los Vorontsov negocian constantemente, intentando mantener su control del transporte espacial alrededor de la luna, esperando con paciencia para ver a qué lado se inclina la balanza y forjar una nueva alianza con el ganador. La tierra busca controlar el satélite y drenar sus recursos. La Universidad de FARSIDE tiene objetivos opuestos, la independencia de la luna, dejar la Tierra atrás y proyectarse hacia el universo. Ian McDonald posee todas las herramientas necesarias para plasmar tal conflicto. Su prosa sigue siendo tan condensada y afilada como siempre, con frases cortas y un flujo de información constante. La caracterización de los personajes es notable, de pinceladas sutiles que revelan personas tremendamente humanas bajo fachadas extrañas, bajo ambiciones inmensas, bajo la megalomanía y un odio ardiente. Su construcción de la sociedad lunar es, si fuese posible, incluso más detallada que en las novelas anteriores, una cultura que está dibujada con claridad hasta en sus más mínimos aspectos, verosímil por donde se pueda analizar.


Sin duda es mucho terreno por abarcar para una novela que se extiende por poco más de 400 páginas, en especial considerando que muchos nuevos personajes asumen mayor protagonismo. Hay algunas líneas argumentales que no son cerradas del todo, tramas que terminan abiertas sin presentar una resolución concreta, dejando al lector con la sensación de que aún hay mucho que decir sobre unos cuantos personajes. Quizás el autor ha tomado esta decisión a propósito y redondeará tales aspectos en la novela corta que ya anunció The Menace from Farside, aunque tampoco es posible descartar futuros volúmenes que continúen la historia.

Lo que McDonald ha planteado en esta serie es, ante la decadencia y el colapso terrestre, la posibilidad de un laboratorio en el satélite, un experimento de culturas, sociedades, políticas, religiones y filosofías ante la muerte de los sistemas terrestres, presas de diversas ideologías. Un intento casi sobrehumano por alcanzar la continuidad, aquello que asegura la supervivencia. Quizás no sea Luna Creciente la mejor de las tres novelas, pero sí es un final digno que retoma todos los elementos de las partes anteriores e intenta darles resolución agregando nuevos conceptos, cometido no del todo logrado, que puede necesitar de más páginas, pero sí de gran calidad y que muestra un futuro que se siente perturbadoramente plausible. Quizás el autor escocés decida seguir ampliando tal mosaico en el futuro con nuevas novelas. Sin duda, le estaríamos agradecidos.

Isaac Civilo B.

Luna: Luna Creciente (Trilogía Luna 3)
Ian McDonald
Nova
2019
464 páginas

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