Reseña: Marea Tóxica de Chen Qiufan
Marea Tóxica
Junto a Baoshu, Chen Qiufan es la
nueva estrella que comienza a brillar entre los autores de ciencia ficción
china. Junto a los ya consolidados Cixin Liu, Ken Liu y Ted Chiang, La Redención del Tiempo de Baoshu – un
apéndice a la trilogía El Problema de los
Tres Cuerpos – y ahora Marea Tóxica
de Chen Qiufan, se ha abierto un espacio importante y han expandido el alcance
de las obras especulativas provenientes de esas tierras o de sus descendientes
en tierras de habla inglesa. Marea Tóxica
es la más reciente publicación de este conjunto en el sello español Nova y, sin
duda, un debut muy auspicioso para un joven autor que comenzó a tener cierto
éxito en el mercado con sus historias cortas que se remontan al año 2004.
Publicada originalmente en chino el
año 2013, esta novela es la primera en ser traducida al inglés y al español, y
el segundo aperitivo en nuestro idioma tras uno de sus cuentos cortos publicado
en la antología Planetas Invisibles,
traducida y editada por Ken Liu. A diferencia de muchas de las obras de sus
compatriotas, este primer trabajo es más cercano a occidente, al menos en
forma. Se desarrolla en un mundo futuro, distópico, que se emparenta con muchas
obras occidentales, pero también con algunas marcadas diferencias.
La historia toma lugar en una era
posterior a 2020, en la costa sur de China, la imaginaria Isla de Silicio. Éste
es el principal vertedero de deshechos tecnológicos (E-waste) del mundo. Día a día se vierten en ella miles de toneladas
de teléfonos móviles, portátiles, robots y miembros biónicos. Y día tras día
miles de personas escarban entre las montañas de basura tecnológica en busca de
partes valiosas o elementos reutilizables que puedan volver a la cadena de
consumo en una nueva forma. Una de las protagonistas, Mimi, es una chica que
fue atraída a esta isla bajo las mismas promesas que sedujeron a miles de otros
migrantes: un trabajo estable y seguridad social. Por supuesto, estas promesas
son castillos en el aire y todos ellos se convierten en semi esclavos de los
tres clanes que controlan el comercio y la exportación de productos desde la
isla de vuelta a los consumidores. Estos clanes han controlado el destino de
los habitantes de la isla durante generaciones y fuerzan a sus trabajadores a
vivir en un ambiente que definitivamente ha cambiado su química interna debido
a la suciedad y a los humos tóxicos con los que deben convivir hora tras hora.
En este contexto, se hacen presentes
los ecoterroristas que buscan acabar con tal nefasto sistema. Con armas
precarias buscan atacar y hundir muchos de los barcos que se acercan a la Isla
de Silicio a fin de evitar el desembarco de más tecnología muerta. Asimismo,
inversores estadounidenses tienen fuertes intereses en la isla, el proceso de
reciclaje y sus ganancias. Scott Brandle es quien ha llegado a la isla en su
representación para lidiar con los clanes e implementar la tecnología necesaria
para poner en marcha el proyecto. Hay un constante tira y afloja en ese choque
de culturas y gracias a su intérprete Chen Kaizong, el estadounidense es capaz
de desenvolverse con una cierta ventaja en la negociación. Kaizong, por su
lado, es un joven que emigró a Norteamérica en pos de realizar grandes
proyectos, pero cuya angustia existencial y su anhelo de reconectar con su
familia y raíces lo han traído de vuelta a la Isla de Silicio. Un accidente
propicia el encuentro de Kaizong con Mimi, a quien éste rescata de una banda
local y protege desde ese momento sin sospechar que ella un día será presa del
secreto que los ecoterroristas conocen, pero que aún no han revelado.
Qiufan posee una innegable atención
al detalle. Durante el primer tercio de la novela construye un submundo
plausible en cada uno de sus rincones, fuertemente estratificado, donde, a
pesar de la pobreza y el desamparo, la bioingeniería hace mucho ha dado sus
primeros pasos. La trama, que involucra aspectos económicos, sociales y
políticos, se siente peligrosamente verosímil. Cada recoveco de las calles de
la Isla Silicio, sus hogares, las montañas de basura, los objetos sepultados en
ellas y su sistema son descritos de manera exhaustiva. Qiufan logra lo que
muchos escritores desean, pero pocos alcanzan: el lector no puede abstraerse de
un mundo tan virtuosamente construido.
La caracterización es otro de sus
puntos fuertes. La dura infancia de Mimi, los conflictos existenciales de
Kaizong y la tragedia familiar que se oculta en el pasado de Brandle dotan a la
historia de sus necesarios momentos de reflexión, recalcando que más allá de
los márgenes de ganancia, del consumo rampante y la violencia de las bandas, el
relato trata de personajes quebrados quienes, a pesar de pertenecer a
diferentes clases sociales, se debaten confundidos y furiosos contra un vacío
existencial que amenaza con engullirlos tan pronto como bajen su guardia. Las
historias de sus protagonistas poseen una densidad emocional y una complejidad
moral que inmediatamente desmarca la novela de la gran mayoría de relatos
distópicos que ahogan los cines y las librerías, imitaciones faltas de riesgo
intelectual.
Durante la segunda parte de la obra,
muchos de los secretos que Qiufan ha mantenido como cartas bajo la manga
comienzan a ser esbozados con un ritmo narrativo dosificado. Los tres
protagonistas y los personajes secundarios comienzan a entrelazarse en un
tejido bastante complejo de relaciones humanas y comerciales hasta el momento
en que Scott Brandle se cruza con la clave que cambiará el rumbo de las
negociaciones: los ecoterroristas dejan caer ante sus narices el secreto que
han mantenido oculto hace años y que se remonta al proyecto Marea Tóxica,
nacido de uno de los episodios más oscuros posteriores a la Segunda Guerra
Mundial. Lo que el estadounidense no sospecha es que este secreto ya se ha asentado
en la isla sacando a la luz conspiraciones que se habían mantenido en las
sombras y que involucran a los feudos dominantes, provocando una guerra de
clases en el momento en que una de las tormentas más poderosas de las que se
tenga memoria golpea la isla.
Sin embargo, incluso en el desenlace
Chen Qiufan nos evita, por fortuna, un final edulcorado. La madurez de su
propuesta se mantiene en pie y, a pesar de que la tragedia es evitada en líneas
generales, sus protagonistas no escapan del todo a los miedos que los han
acechado por más de 300 páginas. En esto hay también una dureza que no es fácil
encontrar en obras distópicas más juveniles, pero que se condice perfectamente
con la tenacidad de su análisis del futuro próximo. En varias líneas, Marea Tóxica conecta con aquella otra
notable obra distópica con la que el escritor Paolo Bacigalupi se hiciera de
los premios Hugo, Nebula, John W. Campbell y Locus hace algunos años, La Chica Mecánica. Ambas destacan en su
cuidado tratamiento de los problemas medioambientales, de los conflictos de
intereses en las más altas esferas, del colapso de sociedades que parecen
tambalearse al borde del abismo y en su capacidad especulativa para proyectar
las más duras consecuencias de estos procesos. Marea Tóxica es al mismo tiempo un tecno-thriller, una fábula
cautelar, un relato existencialista y una proyección ecológica. Sin duda, es
una de las mejores novelas de ciencia ficción del año y confirma la alta
calidad de las propuestas provenientes de Oriente.
Isaac Civilo B.
Marea
Tóxica
Chen
Qiufan
Nova
2019
418
páginas


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