Reseña: Sombras Fluctuantes de Glen Cook
Sombras Fluctuantes
Pocos trabajos de fantasía en
cualquiera de sus vertientes pueden ser tan influyentes como la saga de La Compañía Negra del escritor
estadounidense Glen Cook. Sus primeros volúmenes fueron publicados a mediados
de los 80 y desde entonces pocas obras de fantasía han escapado a su magnetismo
al punto que Steven Erikson, autor de la saga de Malaz: El Libro de los Caídos, indicó hace años que Glen Cook había
cambiado la faz de la fantasía épica y oscura sin ayuda de nadie. Canción de Hielo y Fuego de George R R.
Martin, La Crónica del Asesino de Reyes
de Patrick Rothfuss, la misma Malaz: El
Libro de los Caídos y Malaz: El Imperio
de Steven Erikson y Ian C. Esslemont, y muchísimas otras series son parte de
dicho fenómeno.
La saga de Glen Cook se organiza en
diferentes grupos de novelas: Los Libros
del Norte, Los Libros del Sur, Los Libros de la Perla Reluciente que
trazan diferentes arcos narrativos a lo largo de las décadas de sobrevivencia
de La Compañía Negra. Sombras Fluctuantes
es el segundo volumen de Los Libros del
Norte, la primera trilogía que catapultó al escritor a lo más selecto de la
fantasía épica. La historia se desarrolla seis años después del primer volumen
y la aplastante victoria de La Dama, poderosa hechicera renacida, sobre los
rebeldes en la Batalla de Charm. Los mercenarios de la Compañía se han
mantenido fieles a sus órdenes, sofocando cualquier foco de rebelión, haciendo
desaparecer a los seguidores de La Rosa Blanca quien, según cuenta la profecía,
será la mujer que derrotará a La Dama, trayendo libertad al imperio. Lo que La
Dama desconoce es que La Rosa Blanca se encuentra protegida por Cuervo,
desertor de la Compañía al final del primer volumen, quien se ha hecho cargo de
la joven sordomuda Linda, viajando lejos del Imperio.
Sombras
Fluctuantes establece dos líneas argumentales desde el comienzo.
La primera sigue a los mercenarios a medida que se deshacen de los rebeldes,
emboscándolos o atrayéndolos a sus trampas. No hay tantas batallas épicas en
las crónicas de Glen Cook como se esperaría, pero su pluma es capaz de conjugar
impactantes emboscadas y luchas incluso dentro de los espacios cerrados de una
taberna a través de su narrador principal Matasanos, el médico de la Compañía.
La segunda línea narrativa se desarrolla en el pueblo de Enebro, en el lejano
norte del imperio, a miles de kilómetros de distancia donde Cuervo y Linda se
han asentado en El Lirio, posada regentada por Chozo de Castañas, un tabernero
cobarde y endeudado. Contada a través de la voz de este pusilánime, Cook otorga
el protagonismo durante dos tercios de la novela a este personaje y sus
peripecias. El Lirio se cae a pedazos, su madre ciega realiza diversas pequeñas
labores para ayudarlo, los préstamos que ha pedido a los matones del pueblo lo
hunden en la desesperación. Cuervo, no obstante, ayuda a Chozo a lidiar con
tales matones. En el proceso, el desertor de la Compañía revela a Chozo cómo ha
estado proveyendo de cuerpos al misterioso Castillo Negro que se encuentra a
las afueras del pueblo. Los extraños seres que viven en tal asentamiento
recompensan a Chozo y Cuervo con dinero suficiente para pagar las deudas del
primero. Lo que sigue es un espiral de desgracias para el tabernero. Dinero en
abundancia, prostitutas, ambición, más muertes y cuerpos (vivos algunas veces)
entregados a los seres del Castillo. Capítulo tras capítulo Chozo se hunde más
en el peligro sin sospecharlo.
Es una historia en clave baja y que
rompe con muchos de los tropos más clásicos de la fantasía épica. El ritmo que
Cook le imprime al relato es perfecto para apreciar la evolución de Chozo, su
lenta salida del abismo escapando de la ciudad y su posterior redención cuando
Enebro ha sido destruido. Sin estridencias, sin excesivos adjetivos, el autor
es capaz de convertir a este tabernero miserable en una figura compleja y
conmovedora a la vez, fiel reflejo de la naturaleza humana, un personaje
fascinante que acabará luchando por lo que considera una causa justa, un pago adecuado
por sus pecados.
Lo que ni Chozo ni Cuervo sospechaban
– pero sí los Tomados, hechiceros bajo las órdenes de La Dama – es que el
Castillo es un Túmulo donde yace atrapado El Dominador, antiguo consorte de La
Dama y una amenaza incluso mayor para la paz del Imperio. Una vez que
suficientes cuerpos hayan sido sacrificados, el portal se abrirá y El Dominador
regresará. Es una lucha que se ha extendido durante milenios y que forma el
trasfondo mitológico de la saga de Glen Cook. Su prosa no necesita de extensos
capítulos para estructurarla. Simplemente a través de esbozos el autor es capaz
de plasmar la inmensidad del mundo que ha creado en una notable demostración de
economía narrativa. Y es que, de hecho, una de las características más notables
de su estilo es la concisión de su pluma. Sus libros son relatos que no
alcanzan ni siquiera la mitad de las páginas de George R. R. Martin, Steven
Erikson, Brandon Sanderson, Joe Abercrombie o Patrick Rothfuss, pero se sienten
tan inmensos como ellos, o incluso más.
El potencial regreso de El Dominador
obliga a La Compañía Negra a trasladarse a Enebro junto a los Tomados a fin de
evitar su retorno a través del portal. La Dama misma se hace presente para
sellarlo y mantener a su antiguo consorte en el otro mundo. Sin embargo, los
mercenarios descubren una conspiración en su contra por parte de dos Tomados.
Esto los obliga a escapar al pueblo costero de Pradoval donde Cuervo y Linda se
habían ocultado y donde Chozo también huyó antes del épico sitio sobre el
Castillo. Las líneas argumentales se conectan entonces cuando los protagonistas
se preparan para enfrentar a los Tomados en un tramo final de gran ritmo donde
las sorpresas se sucederán una tras otra tanto para los personajes como para el
lector.
Si bien la saga de Glen Cook, y toda
su bibliografía, pueden ser percibidas como profundas reflexiones sobre la
naturaleza humana y su lado más oscuro – probablemente inspiradas por sus
experiencias en la guerra –, nunca son historias desesperanzadas. Oscuras y
violentas sí, plenas de un realismo por momentos desgarrador, pero nunca sin la
luz del compañerismo y un sólido código moral. Magia oscura, algo de horror
sobrenatural, una pizca de humor negro, una gran dosis de realismo, personajes
que proyectan inmensas sombras y una prosa precisa, eminentemente moderna, son
algunos de los mejores ingredientes de esta serie. Y Sombras Fluctuantes es uno de sus mejores testimonios.
Isaac Civilo B.
La
Compañía Negra: Sombras Fluctuantes
Glen
Cook
Montena
2019
336
páginas




Comentarios
Publicar un comentario