Reseña: Sueño del Fevre de George R. R. Martin
Sueño del Fevre
“El entorno es cautivador; el ritmo, endiablado; los personajes,
arrebatadores.”
Harlan Ellison

La historia comienza en 1857, con el capitán Abner Marsh en un estado
cercano a la banca rota y en búsqueda desesperada de algún inversionista que le
permita volver a navegar por el Mississippi al que ha entregado su vida. Marsh
es la quintaesencia del protagonista antiheroico que abunda en las novelas de
George R. R. Martin: obeso, solitario, poco empático, con algún defecto físico,
malencarado, pero aun así entrañable y noble, en la senda de un Tyrion
Lannister o un Haviland Tuf. Una noche, el extraño Joshua York le ofrece
invertir en un navío para que pueda regresar a navegar a cambio de algunas
pocas condiciones extravagantes. De tal negociación emerge el Sueño del Fevre
como la nave más grande y rápida en surcar el río inmortalizado por Mark Twain.
La amistad que nace entre estos personajes no podría ser más extraña. Marsh,
mundado, iletrado y hosco, es de un contraste casi antológico al refinado y
acaudalado York, amante de la poesía y de la alta cultura. Ambos comienzan sus
andanzas por el Mississippi, pero a medida que las páginas se suceden, Marsh
desconfía crecientemente de los secretos de York, de los pálidos pasajeros que
éste acepta en el navío y de su extraño comportamiento.
La ambientación que Martin ha logrado en el Sueño del Fevre es de primerísima clase. Los detalles con los que,
página tras página, Martin recrea esta turbulenta época son interminables. Sean
los frondosos bosques que se extienden a ambos lados del río, las descripciones
de los barcos que lo surcan, los pueblos que se encuentran a lo largo del mismo
y sus toscos habitantes o los años próximos a la Guerra de Secesión, la pluma de
Martin es capaz de transmitir de manera evocadora la pasión del capitán Marsh
por la vida fluvial como también los conflictos internos de York respecto de su
condición de vampiro, con una fuerte carga existencial que se remonta a la
Europa más clásica en la vena de Bram Stoker. De la misma manera, la plantación
de Garoux, hogar del antagonista de York, Damon Julian, es una de las cumbres
del terror literario, verdadera imagen del salvajismo animal y de la crueldad
inhumana. En ella, Julian, el bebedor de sangre por excelencia, y su secuaz, el
retorcido Billy Vinagre, proveen a la novela de algunos de sus pasajes más
escalofriantes.
Los vampiros que el autor esboza tienen, sin dudas, raíces que se hunden
en el arquetipo clásico del habitante de la noche aunque su desarrollo durante
varios pasajes transita por derroteros poco explorados, quizás incluso cercanos
a la ciencia ficción. Aquí, los hijos de la noche son seres sufrientes,
solitarios, que se erigen como depredadores despiadados en algunos casos, pero también
arrepentidos y confusos en otros. Sin embargo, Martin se desvía del canon del
vampirismo en su énfasis en el proceso de vampirización. El autor no se muestra
tan interesado en la cotidianeidad del vampiro, su soledad y sus paseos
nocturnos, como en el motivo que empuja al vampiro a convertirse en vampiro,
aquel estímulo que lo hace decantarse por dicha existencia. Ese es el giro que
Martin desarrolla en esta obra y que lo distingue de los innumerables
sucedáneos que pueblan los anaqueles de las librerías. Eso, y la forma en que
es capaz de hilvanar la historia de vampiros en uno de los períodos más
turbulentos de la historia estadounidense y entrelazarla con el esclavismo, la
manera en que las castas vampíricas y su relación con los humanos replica la
relación de estos últimos con los esclavos en un proceso que parece girar sin
fin.
Solo en el último tramo, el ritmo de la obra decrece un poco, como si el
ritmo endemoniado durante 450 páginas se diluyera en las últimas 50 donde
irrumpen saltos temporales y flashbacks.
Esto, sin embargo, no llega a empañar la solidez de la obra. Su lenguaje casi
cinematográfico, fluido y perfectamente graduado explican por qué Sueño del Fevre es un trabajo de
referencia para los amantes del género, además de ser un hermoso relato de la
amistad entre seres tan disímiles y un logrado compendio de fuentes tales como
los escritos de Bram Stoker, El Corazón
de las Tinieblas de Joseph Conrad, el aire de Richard Matheson y su Soy Leyenda, Mark Twain e incluso de
leyendas populares como El Holandés
Errante. Para los seguidores de Martin, una narración que merece estar al
lado de sus mayores trabajos.
Isaac Civilo B.
Sueño del
Fevre
George
R. R. Martin
Plaza & Janés
2019
504 Páginas
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