Reseña TV: Taboo


Taboo

Después del final algo abrupto de Penny Dreadful y aún a la espera de la confirmación de una nueva temporada de Las Crónicas de Frankenstein, el período gótico-victoriano no ha encontrado otra serie que pueda llenar convincentemente tal espacio. Con la excepción de Taboo, serie creada por el actor Tom Hardy – quien también interpreta a su protagonista –; su padre Chips Hardy, guionista, novelista, dramaturgo; y el director, guionista y creador de Peaky Blinders Steven Wright, quien también ha escrito, entre otros proyectos, cintas como Eastern Promises de David Cronenberg.

El relato parte en 1814 cuando, desde la niebla, se materializa un bote con un extraño ocupante. Es una aparición desde un área indefinida, casi fantasmal, que vaticina el misterio que rodeará a James Keziah Delaney (Tom Hardy), quien regresa desde Africa para el funeral de su padre. El hijo es un personaje rodeado por rumores de historias grotescas, que profesa estar muerto y cuyo comportamiento es, por decir lo menos, críptico. James encuentra a su media hermana Zilpha (Oona Chaplin, Talisa Stark en Juego de Tronos) casada con un aristócrata que aspira a una gran herencia. Sin embargo, grande es la sorpresa cuando no figura en el testamento, cuyo único heredero es el hijo. El esposo de Zilpha planea su muerte. La dueña de un prostíbulo, Helga (Franka Potente) es obligada a regresar las oficinas del padre que ha usado como burdel al hijo, por lo que también planea su muerte, por el momento. East India Company, una de las sociedades comerciales más poderosas de la época dirigida por Sir Stuart Strange (Jonathan Pryce, el Gorrión Supremo en Juego de Tronos) ambiciona la isla estratégica Nootka al nombre del difunto padre de James. El hijo la hereda y rehúsa venderla a la sociedad, quienes desde ese momento planean su muerte. A su vez, el Rey de Inglaterra planea la desaparición de la sociedad en medio de la guerra con un joven Estados Unidos. Estados Unidos también ambiciona dicha isla y un agente doble (Michael Kelly, Doug Stamper en House of Cards) conecta con Delaney. Y también parece planear su muerte.


Como es la costumbre hoy en día, la narración se desarrolla a diferentes voces que convergen sobre la figura de James Keziah Delaney, envuelto en un manto de extrañas visiones de muertos, objetos e idiomas extraños traídos desde muchos de sus viajes y hechos de salvajismo, canibalismo y brujería ocultos tras un grueso velo. Por si fuera poco, la joven viuda legítima de su padre (Jessie Buckley, la viuda del bombero en Chernobyl) llega desde Irlanda para reclamar parte de la herencia aunque sus apetitos parecen dirigirse hacia el hijo ahora. Por fortuna, éste encuentra algunos contactos en lo más bajo de Londres, en la bahía. No más retorcidos que el resto de los personajes – pero tampoco menos –, la banda que Delaney logra reunir es un grupo de lo más pintoresco posible, casi barrocos en su variedad. Entre ellos, Atticus (Stephen Graham, Al Capone en Boardwalk Empire) se transforma en su brazo derecho. Una suerte de asesino estibador letrado, se encuentra un peldaño por debajo de Delaney en astucia y malicia, aunque ambos demuestran su apego a un torcido código moral.


Hay fuertes ecos de las tres temporadas de Penny Dreadful dado su uso de la imaginería romántica oscura y el estilo visual en la construcción de sus sombrías atmósferas tanto en la aristocracia como los barrios bajos de Londres. No es tan abundante, sin embargo, en el despliegue de terror sobrenatural sino que avanza a lo largo de líneas más cercanas al misterio victoriano, a la investigación soterrada y a las vueltas de tuerca que Las Crónicas de Frankenstein plasmara en sus dos primeras temporadas. Desde la recámara del mismo Rey de Inglaterra hasta los más bajos burdeles, los secretos no cesan de aparecer cada tras puerta. Taboo, a diferencia de las dos series mencionadas, ofrece a un protagonista con quien es mucho más difícil empatizar. Delaney no solamente es amenazante. Existe un halo de crueldad despiadada a su alrededor, un carisma casi chamánico, una moral por momentos rayana en la depravación, estrategias dignas del más retorcido político, además de ser conocedor de información considerada secreto de estado. Como eje de la serie, es casi la antítesis de los personajes interpretados por Sean Bean y Eva Green en sus respectivos proyectos.

Visualmente, la serie es impresionante. Es notoria la inversión que la BBC hizo para llevar a cabo este proyecto. Sean barcos, casas, burdeles, vestuario o amplias tomas de las tierras inglesas, Taboo no necesita transportar al espectador al período. Ya está ahí. Cada detalle es cuidado en extremo. Desde la riqueza de la realeza y el esplendor de la East Indian Company hasta la depravación sexual de los burdeles y la suciedad de los bares de los barrios bajos, hay una atmósfera de opresión constante y el peligro parece esperar tras la puerta a cada uno de sus personajes. Max Richter, el soberbio compositor de bandas sonoras como Ad Astra o The Leftovers y cuyas composiciones han figurado en cintas como Arrival o Shutter Island, desarrolla temas mucho más oscuros esta vez, de un aire gótico ominoso, que se acoplan a la perfección a los escenarios y a las actuaciones de personajes ambiguos y acechantes.

El elenco que los productores lograron reunir habla del gran cuidado que han prodigado al proyecto. Actores de Juego de Tronos, Boardwalk Empire, Chernobyl y House of Cards, entre otras, conforman a uno de los mejores equipos que hayan podido ser ensamblados para alguna serie de televisión. Por supuesto, todos giran en torno a James Keziah Delaney quien, cerca del final de la primera temporada, se ha convertido en una suerte de Conde de Montecristo, pero con un pie ya en el más allá y otro en el aquí, aunque este aquí signifique para él tal salvajismo y perturbación que arrastra consigo a algunas de las fuerzas más poderosas de la época en su deseo por eliminarlo.

No todo es perfección, sin embargo. Al igual que la gran mayoría de las series hoy en día, debe haber alguna línea narrativa que se desarrolle a lo largo de las líneas de la corrección política que, de no existir, expone al producto entero a cierto tipo de crítica. Esta vez, la investigación de un abogado de color sobre el hundimiento de uno de los barcos de la East Indian Company y sus esclavos se siente accesorio, innecesario, y no contribuye en mucho al desarrollo de la historia. Además, una de las características más notables de la serie – aquellos giros inesperados capítulo tras capítulo – a veces toma preponderancia sobre sus personajes, dejando de lado la resolución de algunos conflictos secundarios que podrían haber contribuido a cerrar ciertos cabos algo sueltos. Quizás será material para próximas entregas.


Desgraciadamente el costo de la serie, la dureza de su propuesta – algo que importa mucho hoy en día –, y la falta de tiempo en la agenda de sus creadores han hecho difícil poder concretar la segunda temporada largo tiempo anunciada. Steven Knight es el creador y guionista de Peaky Blinders, que consume gran parte de su tiempo. Además se encuentra desarrollando See, un drama post apocalíptico para el nuevo servicio de streaming de Apple. Y la ocupada agenda de Tom Hardy no ha hecho más que retrasar la segunda temporada, ya escrita. Afortunadamente ya se ha confirmado que la filmación comenzará dentro de las siguientes semanas por lo que la nueva temporada de seguro llegará el próximo año. Sin duda, para sus seguidores es un período bastante largo, en especial considerando que su protagonista es uno de los más interesantes que se puede ver en la pantalla chica hoy por hoy y que integra algunos de los más llamativos aspectos de grandes personajes clásicos como Bill Sykes de Oliver Twist, Sherlock Holmes, Heathcliff, Charles Marlow de El Corazón de las Tinieblas de Joseph Conrad y otros más modernos como Hannibal Lecter. Taboo y su protagonista podrían dar bastante que hablar.



Isaac Civilo B.

Taboo
BBC
8 episodios
480 mins.

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