Reseña Cine: Doctor Sueño


Doctor Sueño

Lo primero que se debe agradecer a Mike Flanagan – creador de la exitosa adaptación de La Maldición de Hill House para Netflix – es la respetuosa distancia que Doctor Sueño toma respecto de El Resplandor de Stanley Kubrick. La admiración de Flanagan por la obra del creador de Odisea Espacial es inmensa y sabe muy bien que intentar compararse con la historia original del niño Danny Torrance era un ejercicio fútil. Además, siempre existió aquella distancia que separó la novela de Stephen King de la obra de Kubrick. Este último tomó el concepto del libro, pero lo adaptó a su universo personal, psicológico y aterrador en extremo, alejándose de la dimensión más personal del escritor quien quizás, por ello mismo, produjo una secuela décadas después. Estos son los dos extremos entre los que Doctor Sueño intenta equilibrar su propuesta, sumándole la personalidad cada vez más sólida del mismo Flanagan.

Danny Torrance (Ewan McGregor) ya es adulto. Décadas han pasado desde los eventos traumáticos y la caída en la locura de su padre, Jack. Dan es un juerguista de tomo y lomo. Alcohol, drogas, mujeres y fiestas son el paisaje de su vida, y además los macabros habitantes del hotel Overlook vuelven para atormentarlo. Dan viaja a New Hampshire donde se establece y un pequeño grupo de alcohólicos anónimos lo acoge: ocho años de franca recuperación, salud, tranquilidad, paz. Comienza a trabajar como ayudante en un hogar de ancianos y un gato presiente lo ayuda a convertirse en el Doctor Sueño, quien se sienta al lado de éstos para confortarlos justo antes de que mueran. Dan, sin embargo, no sabe que en la misma ciudad vive Abra Stone, una niña que posee su mismo don, el resplandor. Y mucho menos sabe de El Nudo Verdadero, un grupo aparentemente inofensivo, encabezado por Rose La Chistera (Rebecca Ferguson), quienes han pasado largos años e incluso siglos alimentándose del vapor de aquellos que poseen el don. Los integrantes de El Nudo son cuasi inmortales, pero los tiempos han cambiado. Los poseedores del don son menos que antes y brillan menos. El sustento vital se acaba.

El Nudo Verdadero se las arregla para raptar niños, sacrificarlos y absorber su energía – intensificada cuando éstos sufren –, pero no es suficiente, al menos hasta que captan la fuerza de Abra y deciden capturarla y de paso asegurar su sobrevivencia por muchos años. La niña, no obstante, no es presa fácil. Su poder es muy superior a lo esperado y la amistad que traba con Dan ayuda a su autoestima, a su estabilidad. El ritmo que Flanagan imprime a la primera parte del relato es el correcto para poder trazar las motivaciones de los personajes. No hay grandes aspavientos ni sorpresas, y los momentos en los que el terror se adueña de la pantalla son muy bien dosificados, construidos con cuidado y potencia, aterradores en su naturaleza, pero nunca toman preponderancia sobre la historia. El tratamiento del director, por supuesto, no es tan fino como el de Kubrick. Se acerca al terror más convencional, pero es efectivo y cuida de no imitar la estética personalísima que éste último desarrollara hace casi 40 años. Flanagan se decanta más por su propio estilo, aquel que probablemente alcanzó su cénit en La Maldición de Hill House: atmósferas sombrías, aspectos paranormales, elementos inanimados que toman vida. Mezclado con ideas clásicas de Stephen King – viajes a través del cielo, mensajes en espejos y paredes, calles solitarias –, éste puede no desarrollar una estética tan potente como la cinta clásica, pero es capaz de sostenerse por sí misma sin dificultades.



El obstáculo mayor es otro. La tensión entre los dos extremos – Kubrick y King – en que Doctor Sueño se desarrolla. Estos son tan disímiles que desde el comienzo es claro que la cinta no logrará equilibrar ambos. No es posible. Muchos de sus mejores momentos giran en torno a El Nudo Verdadero y sus particulares miembros, y a la relación que entablan Rose y Abra. Es entonces cuando la influencia de Kubrick queda de lado. Y cuando vienen las referencias, las citas y el homenaje a Kubrick, la historia más personal tiende a desaparecer. Los esfuerzos de Flanagan por rescatar estos matices son destacables. Las locaciones de la primera cinta están ahí, el elenco que recrea los habitantes del hotel Overlook, los planos amplios en las cercanías de éste. Sin embargo, la principal línea argumental, el conflicto de Danny Torrence, es el que se ve más perjudicado. Las tramas secundarias son las que asumen la importancia del relato en desmedro de Danny y los traumas que ha arrastrado desde su niñez. Sí, vuelve la habitación 237, las gemelas, el río de sangre que surge desde el ascensor, el hacha y la máquina de escribir, pero el personaje de Ewan McGregor no logra recuperar el protagonismo que auguraba al comienzo de la cinta.


Todo esto desemboca en un final que se siente un homenaje a Kubrick tanto desde las páginas de King como desde la cámara de Flanagan, pero que le quita aquel elemento más impredecible que se había esbozado desde el comienzo. Si esto se debe al material fuente del escritor o a las exigencias de la industria, es difícil decirlo. De seguro el mismo Kubrick podría haber cristalizado un final más oscuro e inquietante, pero los tiempos no están para ser demasiado duro, o para giros de tuercas que encajen con un ambiente bastante más sanitizado que hace cuatro décadas. Las audiencias aún recuerdan cómo La Maldición de Hill House decayó en su desenlace a pesar de haber construido drama y terror trepidante durante horas. El caso de Doctor Sueño es el mismo. Hay mucho buen hacer aquí y Flanagan se las arregla bastante bien durante el grueso del metraje. Por supuesto, la catedral cinematográfica conocida como El Resplandor continuará intocable, pero dentro de límites más convencionales, Doctor Sueño es una cinta bastante sólida, una secuela efectiva y un homenaje respetuoso. No será recordada como una obra maestra, pero sale airosa de un desafío donde no era posible obtener una victoria total. Ya se ha anunciado una versión de tres horas donde, esperemos, la historia pueda tomar incluso mayores dimensiones.


Isaac Civilo B.

Doctor Sueño
Mike Flanagan
152 minutos

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