Reseña: La Sangre de los Elfos (The Witcher 3) de Andrzej Sapkowski


La Sangre de los Elfos

Si bien es el tercer libro en la saga de Geralt de Rivia, tras los dos primeros volúmenes antológicos El Último Deseo y La Espada del Destino, La Sangre de los Elfos es la primera novela como tal de la serie. Originalmente escrito en 1994, aquí finalmente el escritor polaco Andrzej Sapkowski dispone de total libertad para plasmar su estilo, aquel que sólo había emergido a pinceladas en las historias cortas, pero que ya anticipaba la gran calidad literaria que se materializa en sus páginas. Y es que la lectura de esta saga resulta una de las más originales y estimulantes a las que se puede tener acceso hoy en día en el género fantástico, donde a veces tenemos la impresión de que muchas de sus temáticas y sus estructuras básicas se repiten hasta un punto que genera cierto cansancio en el lector.

En ese contexto, Sapkowski es vigorizante, original. Da la impresión que tuviese un pie en la tradición más clásica centroeuropea y otro en las ricas tradiciones del Este de Europa. La serie es una suerte de actualización de los mitos que todo seguidor de la mejor fantasía conoce a través de un antihéroe bastante desenfadado y descreído, una estructura de diversas líneas argumentales, compleja, y una prosa llena de matices, por momentos conmovedora, por momentos de una dureza extrema, algo sucia, y en algunos casos de un humor vibrante.

La historia comienza justamente donde La Espada del Destino había finalizado con su último relato corto. Cirilla, también llamada Ciri, princesa del Cintra, ya se encuentra junto a Geralt de Rivia quien la ha rescatado de las consecuencias de la guerra contra el imperio de Nilfgaard y se dirigen a Kaer Morhen, fortaleza de los brujos. Hay un vínculo muy profundo entre el Brujo y la pequeña, y de la misma manera se generan vínculos duraderos entre las dos hechiceras que asumen la educación de Ciri: Triss Merigold en Kaer Morhen, y Yennefer en el santuario de Melitele, una vez han dejado la fortaleza de los brujos atrás. A su vez, ambas hechiceras se han relacionado con Geralt de Rivia en el pasado de formas bastantes retorcidas, pero que dejan entrever el profundo respeto y el cariño que los une, respeto que solamente puede ser superado por la fogosa pasión que amenaza con explotar como una corriente subterránea impactando una y otra vez contra una pared de roca.

Y es que, más allá de los elementos fantásticos o históricos a los que Sapkowski ha echado mano, el núcleo de sus relatos es profundamente humano. El autor posee esa rara capacidad de plasmar emociones intensas en largos diálogos vibrantes, en escenas de gran aliento, durante páginas, pero que jamás llegan a ser monótonas. Por el contrario, en dichos diálogos se respira el drama y las emociones que poco a poco develarán los conflictos que sus protagonistas han arrastrado hace años, matizados con una luminosa hilaridad, un humor negro y una ironía que es un contrapunto perfecto a la seriedad de los grandes temas de esta época.

Ciri posee poderes mágicos que se desarrollan de manera natural y, según la profecía, está llamada a tener un papel central en el rumbo de los acontecimientos y en la defensa ante el mal que amenaza al mundo. En torno a la chica y a Geralt de Rivia se cierne un creciente torbellino de sucesos. El imperio de Nilfgaard ha atacado el hemisferio sur del continente y no cesará en su afán expansionista, la raza de los Elfos – bastante más oscura y conflictiva de lo que solemos pensar – intenta recuperar terrenos que les fueron arrebatados con el advenimiento de los hombres, los reyes de los cuatro reinos principales complotan una unión a fin de eliminar a los Elfos y al mismo tiempo de detener el avance del imperio invasor, el concilio de hechiceros atisba un gran conflicto futuro y planea detenerlo a través de sus consejeros en las cortes reales. En fin, el continente se muestra como un gran tablero de ajedrez donde las piezas han comenzado a moverse en diferentes direcciones. Las alianzas se suceden, pero esconden más aristas de las que es posible apreciar a primeras.

Y por sobre todo lo anterior, Sapkowski poco a poco esboza la gran mitología de su mundo tan inspirada en la tradición centroeuropea como en el folclore y las tradiciones eslavas. Hay criaturas mitológicas por doquier, leyendas y cuentos infantiles que han resistido el paso de los siglos, diferentes razas que luchan por sobrevivir, órdenes y concilios antiguos, y reinos que intentan perpetuarse a través de las centurias. Si bien la información que el autor entrega capítulo tras capítulo es bastante dosificada, lentamente ante los ojos del lector aparece un mundo donde cada detalle ha sido concebido con extremo cuidado.

La estructura de la novela es clásica, siete largos capítulos donde quizás la historia no avance tanto como la impaciencia lo desea, pero que sí cumple a cabalidad la tarea de organizar las piezas del rompecabezas y preparar el escenario para los eventos de los volúmenes siguientes. Aún más, su cometido es incluso más acabado a la hora de dibujar a sus protagonistas y esbozar los conflictos que los acompañarán durante el resto de la saga. Es un comienzo muy auspicioso y que adelanta una obra de grandes dimensiones, épica y compleja en cada uno de sus niveles.

Isaac Civilo B.

La Sangre de los Elfos (Saga de Geralt de Rivia 3)
Andrzej Sapkowski
Alamut
254 páginas

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