Reseña TV: The Witcher
The Witcher

La adaptación cayó sobre los hombros
de Lauren S. Hissrich, guionista y productora cinematográfica que se mueve en
el ambiente de algunas series de televisión de no muy alto vuelo. Ella y su
grupo de guionistas alimentaron a las redes sociales por meses con
actualizaciones sobre el proceso hasta la llegada de los primeros teasers y después trailers, todos imponentes y que presagiaban una adaptación que
podría elevarse a lo mejor del género. Los seguidores eran más escépticos.
Además de las fallidas adaptaciones, cualquier que haya leído los libros de la
saga sabe que presenta una serie de dificultades para ser llevada a la
pantalla. La primera, y quizás la más notoria, son los dos primeros volúmenes –
El Último Deseo y La Espada del Destino – que en realidad son antologías de cuentos
cortos. Éstas presentan una serie de relatos, muchos de ellos que no siguen un
orden cronológico, y separados por inmensas distancias, tanto geográficas como
temporales. Recién el tercer tomo de la saga – La Sangre de los Elfos – presenta una historia con una clara
narrativa. Ya en las dos antologías mencionadas, Sapkowski hacía gala de una
pluma soberbia, de caracterizaciones de peso, un ritmo dosificado casi a la
perfección y por sobre todo esto, el desarrollo de un mundo cuyas influencias
mitológicas europeas, y especialmente eslavas, formaban un tejido confeccionado
con inmensa atención al detalle, con innumerables referencias históricas,
literarias y mitológicas.
Hissrich y su equipo al parecer
quisieron abarcar bastante. Hay material de las dos primeras antologías, del
tercer volumen e incluso más de un guiño al cuarto libro – Tiempo de Odio – en un esfuerzo por rescatar la mayor cantidad
posible de matices de la obra del escritor polaco. Como resultado hay una
constante fricción entre hacer avanzar la historia y desarrollar la amplia gama
de tonalidades de sus personajes. La adaptación no hace lo uno ni lo otro. O
mejor dicho, hace un poco de lo uno y un poco de lo otro. El arranque con los
cuatro primeros episodios es posiblemente uno de los ejercicios narrativos más
duros que se han hecho en televisión. Los guionistas seleccionaron una serie de
historias cortas de las antologías y las adaptaron de manera independiente, sin
conexiones narrativas aparentes. Además, muchas de ellas se ubican en lugares
distintos en la cronología de la historia. El más curioso quizás es la invasión
de Nilfgaard en el primer episodio, cuando se encuentra esbozada al final del
segundo volumen. Desde ahí la cacería de monstruos por parte de Geralt de
Rivia, sus encuentros con magos y hechiceras, y su implicación en las intrigas
palaciegas de Cintra brincan sin dirección precisa en la línea temporal de la
historia. El cuarto capítulo es un perfecto ejemplo de esto. Se desarrolla a lo
largo de tres hilos narrativos que no sólo están desconectados entre sí, sino
que tampoco guardan relación cronológica directa con los eventos de los
episodios anteriores o con los siguientes. Si bien, la correcta incorporación
de elipsis y contrapuntos es una herramienta que puede beneficiar la narración
visual de una obra, el mal uso y abuso de la misma termina sobrecargándola hasta
el punto de dificultar su comprensión. Es entendible que la showrunner y su equipo hayan querido
emular gran parte de la estructura narrativa de las antologías, pero distan
mucho de la maestría de Sapkowski a la hora de conectar líneas argumentales.
Por fortuna, los cuatro episodios
finales arreglan en gran medida tales falencias al desarrollar una narración
mucho más lineal. De esta manera, los personajes principales – Geralt, la
hechicera Yennefer, la reina Calanthe, la princesa Cirila – cuya caracterización
había sido esbozada durante el comienzo se ve potenciada con el transcurso de
los capítulos. En particular Geralt y su amor trágico, Yennefer, son quienes
asoman como los pilares de esta primera temporada. La caracterización de
Sapkowski seguramente es una de las más acabadas de la fantasía actual,
hermosa, trágica y dura a partes iguales, y si bien la serie no alcanza tales
cúspides, desarrolla correctamente los conflictos de El Brujo: su niñez
huérfana, la confusión ante su naturaleza, su pesimismo existencial, su
descreimiento y su silencio, todo dentro de un sólido código moral que mantiene
su vida unida. Mucho del material usado para Yennefer no forma parte de los
primeros tomos de la saga, pero quizás sea el hilo narrativo mejor trabajado.
En medio del desbarajuste de los primeros episodios, su niñez en la granja y su
juventud en la Torre de la Golondrina como aprendiz de hechicera fueron
necesarios respiros para que el ritmo de la historia no se desbocara.
Posteriormente su ambigua relación con Istredd, el resentimiento hacia su niñez
y sus experiencias, su intensa relación con Geralt, su ambición y la búsqueda
por una cura a su infertilidad la transforman en un contrapunto perfecto al
Brujo. Los precisos diálogos de Sapkowski en las novelas fueron parte
fundamental del material fuente para la adaptación. A pesar de que durante ciertos
pasajes los intercambios entre ambos protagonistas son algo abruptos, son
suficientes para entregarnos algunos de los mejores momentos de esta primera
temporada.
Por otro lado, hay otros personajes
que se sienten algo desaprovechados, entre ellos el juglar Jaskier, usado
principalmente para alivianar la tensión de muchos pasajes, Triss de Merigold,
amiga de Yennefer y muy cercana a Geralt, o el hechicero Stregobor, encarnación
de las maquinaciones políticas, corrientes subterráneas que amenazan con
desangrar el continente. Como es de esperarse, también hay muchas licencias que
los guionistas se tomaron, tanto narrativa como ideológicamente – Renfri
vaticinando que Ciri sería el destino de Geralt de Rivia, el hechicero Istredd
en la Torre de la Golondrina, amazonas
en el bosque de Brokilón, elfos multirraciales –. En varios momentos estos
cambios contrastan fuertemente con la dirección de la obra de Sapkowski y
también con la construcción de su mundo. Y es que si hay algo que está lejos de
lograrse es la profundidad mitológica y la riqueza histórica del mundo del
autor polaco. La sensación que el lector obtiene de sus novelas, el asombro al
contemplar cómo, página tras página, un mundo mitológico de muchas capas y una
larga historia llena de conflictos y cambios aparece ante sus ojos está casi
totalmente ausente en la pantalla. La inevitable comparación con Juego de Tronos es propicia. El Muro,
Invernalia, Desembarco del Rey, El Nido, Pike y tantos otros lugares tenían
profundidad histórica y evocaban tradiciones olvidadas en el tiempo, conflictos
familiares legendarios, una mitología coherente. Y para ir más lejos, cabe
recordar el cuidado de Peter Jackson y su equipo en la filmación de El Señor de los Anillos donde incluso
las letras talladas en los muros de Moria o las escrituras que cubrían
armaduras y cascos eran sujetas a un minucioso análisis por parte de los
especialistas en la obra de Tolkien antes de ser filmadas. Es muy posible que
Hissrich y su equipo hayan pasado por alto la importancia de tales detalles en
la adaptación de una obra de este tipo ya que la rica cultura eslava es casi
inexistente en pantalla. Incluso una banda sonora más memorable – como la
soberbia obra de Howard Shore para El
Señor de los Anillos – podría haber dotado de mayor dimensión a la
historia, pero la compuesta para la serie carece de temas principales y un
desarrollo más extenso, convirtiéndose en otro elemento decorativo.
Sin duda, hasta el momento la
adaptación está al debe. No es correcto decir que ha sido un fracaso, pero sí
que no ha cumplido las expectativas que generó. La densidad del mundo creado
por Sapkowski y sus novelas son de un potencial inmenso. Algo de eso se ha
rescatado en esta primera temporada. Las actuaciones de Henry Cavill como
Geralt de Rivia, Anya Chalotra como Yennefer, Freya Allan como Ciri y algunas
otras mantienen la serie a un buen nivel, hay momentos notables especialmente
en la segunda parte de la temporada y algunos episodios contienen las semillas
de lo que podría germinar a futuro en gran drama. Una segunda temporada ya ha
sido confirmada por lo que los puntos débiles de esta primera pueden ser
corregidos y lo mejor que se ha logrado puede ser fortalecido. Por el momento,
no se encuentra cerca de alcanzar el sitial que Juego de Tronos ostentó durante años y la competencia que HBO y
Amazon plantarán será dura. Solamente resta esperar ya que potencial hay de
sobra.
Isaac Civilo B.
The Witcher (Saga de Geralt de Rivia )
Andrzej Sapkowski
Netflix
480
minutos
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