Reseña Cine: 1917


1917

Han pasado 20 años desde que Sam Mendes irrumpiera en Hollywood a lo grande con American Beauty (1999), llevándose el Oscar a mejor director y mejor película, entre otros. Proveniente del mundo del teatro, Mendes se transformó en un director bastante respetado desde aquella primera cinta. En los años siguientes resistió la tentación de las grandes producciones, permaneciendo en el ámbito de un cine de más bajo perfil. Además de la mencionada American Beauty, dirigió entre otras las estimables Road to Perdition (2002) y Revolutionary Road (2008), que consolidaron su posición como director de calidad. Inevitablemente, sin embargo, llegó a las cintas de alto presupuesto con un par de producciones basadas en James Bond, Skyfall (2012) y Spectre (2015).

Desde entonces poca actividad había visto hasta que volviera al mundo del celuloide con 1917, la cinta bélica que sorpresivamente se llevó el Globo de Oro y que se ve convertida en una seria aspirante a ganar el Oscar. La película se basa en la novela que su abuelo Alfred H. Mendes publicara el 2002 sobre sus experiencias en la Primera Guerra Mundial. En este caso, tal material es llevado a la simpleza extrema: 1.600 soldados británicos están a punto de caer en una emboscada preparada por las fuerzas alemanas. La aviación británica ha detectado esta trampa, da aviso y el general Erinmore (Colin Firth) ordena a dos cabos, Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman), atravesar las líneas enemigas y dar aviso a dicho regimiento. El detalle importante es que entre esos soldados se encuentra el hermano del cabo Blake. Esto dota al relato de cierta cuota de existencialismo y drama que de otra manera difícilmente tendría.


El viaje es bastante tortuoso. Las tropas alemanas se han retirado, pero no sin antes dejar algunas sorpresas en el camino. Hay cadáveres, desolación, ratas y abandono por doquier. Durante este periplo, es notoria la mano del director de fotografía Roger Deakins, uno de los más cotizados en Hollywood, nominado a los Oscar una veintena de veces y ganador por Blade Runner 2049. Con un hombre así en el equipo, es seguro que el espectador encontrará algunos momentos notables. Sin embargo, el principal aliciente para ver 1917 es la intención de Mendes de filmar este viaje en una toma. Intención, pues es evidente que esta única toma no es tal. Muchos de los cortes están disimulados digitalmente o incluso con trucos algo antiguos como los que desarrollara Alfred Hitchcock. En ese aspecto, el supuesto prodigio de la película se revela artificioso, como una suerte de piezas diversas que han sido unidas a través de herramientas ajenas a las usadas en un plano continuo.


Por supuesto, hay mucho ingenio en la manera en que Mendes, Deakins y su equipo disponen del decorado, pero no es mayor a otros ejemplos más recientes que han hecho un uso más depurado del plano único como Birdman (2014) de Alejandro Gomez Iñárritu aunque en ella también hay algo de artificioso. En el cine, el plano continuo mantiene la unidad del espacio, y también la unidad temporal. En este aspecto, la obra maestra es El Arca Rusa (2002) de Aleksandr Sokurov. La genialidad del director ruso no solamente fue filmar dicha cinta durante 96 minutos ininterrumpidos manteniendo la unidad espacial y temporal sino además incorporar siglos de historia dentro de tal duración. La cámara que se mueve a través del museo Hermitage por más de hora y media es tan real como las diferentes épocas que se van integrando con el correr de los minutos. En 1917 esto no sucede. Las horas pasan e incluso también lo hace una noche completa, de forma que el tiempo y su compresión no permiten en realidad que sea posible una toma continua. El acto de virtuosismo que intenta ser el pilar de la película es inexistente.


Esto, no obstante, no tumba la cinta. Hay diversos aspectos en que 1917 logra una solidez que pocas superproducciones logran, e incluso puede ser vista como una síntesis de la carrera de Mendes como director donde se mezclan texturas más íntimas y minimalistas como las que desarrollara en sus primeras películas en conjunción con una estética de alto presupuesto de sus proyectos más recientes. Quizás sea eso lo que le valió el Globo de Oro a pesar de que competía con cintas muy superiores. O quizás sea el hecho de que es una de las pocas cintas producidas en Hollywood que todavía puede respirar cine en una temporada dominada por Netflix. Joker puede ser considerada muy violenta para los tiempos que corren, Tarantino destaca más en sus guiones que en su dirección y muchas de sus últimas cintas se mueven muy por debajo que lo mejor de su producción, Parásitos llega como sorpresa pero un Oscar es impensable para una película de no habla inglesa, e Historia de un Matrimonio y El Irlandés – lejos la mejor – fueron producidas por la compañía de streaming, por lo que es casi casi imposible que Hollywood las premie. Entre éstas, 1917 encaja como la más neutral dentro de un modelo que rápidamente va perdiendo validez.

Isaac Civilo B.

1917
Sam Mendes
2019
119 mins.


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