Reseña: Esta Tormenta de James Ellroy
Esta Tormenta
“El Dostoievski norteamericano”
Joyce Carol Oates

Esta
Tormenta inicia en las horas postreras del 31 de diciembre de 1941, es decir,
pocos minutos después que Perfidia
alcanzara su última página. En sí mismo, esto ya es una clara indicación de que
Ellroy no dará respiro al lector. En su Primer
Cuarteto de los Ángeles existía el espacio entre cada una de sus entregas y
dentro de sí mismas habían lapsos para que el lector recuperara el aliento. No
aquí. La urgencia que el autor le ha impreso a este segundo cuarteto es inédita
incluso en su carrera y anticipa lo que vendrá: una sucesión de golpes sin
piedad.
El ataque a Pearl Harbor aún se
siente y los japoneses todavía son perseguidos, pero las piezas se han
comenzado a mover tras el desenlace del volumen anterior. Ellroy ajusta aún más
la naturaleza coral de Esta Tormenta
respecto de su predecesora. El irlandés Dudley Smith ahora ocupa un doble cargo
en el Departamento de Policía de Los Ángeles y también como jefe del Servicio
de Inteligencia en el Ejército de Estados Unidos cuyas operaciones se ejecutan
en México. En ambos frentes recibe la asistencia de Hideo Ashida, químico
forense y leal ayudante. Tanto en suelo americano como mexicano se tejen
conspiraciones y nacen grandes oportunidades de beneficios obtenidos por vías
ilegales, y el irlandés mete sus manos en más de algún negocio ilícito además
de oscilar entre diferentes amantes. Al igual que en Perfidia, la acción se desenvuelve en torno a él y sus movimientos
que ponen en relieve la complejidad de su carácter, su enfoque testamentario
hacia aquellos que se ponen en su camino, su amor hacia aquellos que se ubican
a este lado de sus beneficios.
Entra Joan Conville, alta, pelirroja,
teniente de la armada, que por un inesperado accidente termina en la cárcel y
es rescatada por el enemigo de Smith en el Departamento de Policía, el capitán
William H. Parker, alcohólico, con una separación marital al hombro y ahora
amante de la pelirroja. Conville pasa a formar parte del equipo forense junto a
Ashida y poco a poco se acerca también a Smith como amante. Ella es una femme fatale trágica que arrastra la
culpa y el dolor por el fallecimiento de su padre en un incendio forestal y que
cambió sus estudios universitarios como ingeniera para avocarse a la química a
fin de descubrir quién es el culpable de la muerte de su progenitor. Durante
gran parte de la novela Joan oscila entre la atracción por sus amantes en el
Departamento de Policía, su admiración por el trabajo que realizan, su ambigüedad
respecto de la corrupción a su interior y su búsqueda personal por respuestas
siendo su destino el detonante de la obra.
En el otro bando la ambiciosa
pueblerina Kay Lake mueve los hilos tras bambalinas, atando cabos y
descubriendo las motivaciones del cuerpo policial, aquel mundo al que se ha
unido en alma, pero no en cuerpo, tras abandonar su patético pueblo natal. En
sus cercanías se mueven Elmer Jackson, corrupto agente de la sección de
Antivicios además de proxeneta, y el duro Buzz
Meeks, pareja de policías que paralelamente a su investigación buscará eliminar
a Dudley Smith.
Ellroy, como suele hacer, teje la
complejísima trama de forma maestra. Es capaz de llevar al lector por
diferentes callejones, oscuros y engañosos, solamente para golpearlo con
potencia a la vuelta de la esquina a través de alguna revelación pasmosa o una
inesperada vuelta de tuerca. No solamente la Gran Guerra está en curso sino
también la amenaza del comunismo, el auge del populismo, un robo de oro hace
una década que amarra a sus protagonistas al pasado al igual que el asesinato
de dos policías, un violento incendio en un bar de homosexuales, orgías de la
aristocracia enmascarada entre la que Orson Welles se mueve con su cámara.
Todos estos elementos se alternan a lo largo de casi 700 páginas que Ellroy
conduce con su tan característico estilo telegráfico, de frase corta, cortante,
como un huracán que destroza todo a su paso hasta que en el puñado de páginas
finales esta tormenta encaja todas las piezas casi por arte de magia, aunque
sea una magia oscura, aquella que el autor utiliza para poner en relieve la
naturaleza predadora que habita en el núcleo de todos nosotros.
Sobre este último punto, quizás el
pilar fundamental de su obra, Ellroy agrega otro elemento pulcramente esbozado
en sus otras obras, pero que aquí toma dimensiones dignas de las más grandes
novelas rusas: la culpabilidad. Esta
Tormenta llega a sentirse casi como un trabajo crepuscular dentro de la
carrera del autor donde, durante muchos pasajes, la agresividad y la locura de
las creaciones de Ellroy cede ante momentos reflexivos, sí, sombríos, pero no
por ello menos hermosos: la caída icárea de Smith, la culpabilidad que amenaza
con engullir a Joan Conville por la muerte de su padre, la desolación de
Ashida, y la soledad que se cierne sobre los sobrevivientes una vez el polvo de
la contienda ha desaparecido. Es una capa densa, pletórica de existencialismo y
pesimismo que dota incluso de más densidad dramática a esta obra.
A esta altura, con 72 años, con dos
volúmenes del presente cuarteto por delante y planes para una segunda trilogía
Americana, es muy posible que James Ellroy ya haya superado a Philip Roth,
Cormac McCarthy, Thomas Pynchon y tantos otros de sus compatriotas en pos de
aquella mítica novela tan grande como la vida misma. Con cada nuevo trabajo,
Ellroy se acerca más a Dickens, Tolstoi, Dostoievski, Balzac o Melville como
aquellos que lograron dicho fin. Es posible que en el futuro, al mirar atrás a
lo largo de las décadas, su nombre no desmerezca un logro similar.
Isaac Civilo B.
Esta
Tormenta
James
Ellroy
Literatura
Random House
688
páginas
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