Reseña TV: Better Call Saul Quinta Temporada


Better Call Saul

Quinta Temporada

Si bien aquellas escenas en blanco y negro que mostraban a un Saul Goodman/Jim McGill (Bob Odenkirk) acabado y escondiéndose de alguna amenaza velada han abierto cada una de las temporadas de Better Call Saul, es difícil imaginar que lo que partiría como una suerte de experimento, un spin-off de una de las series que han marcado la televisión, capítulo tras capítulo iría dejando atrás al pintoresco y gracioso abogado que conocimos en algunos episodios de Breaking Bad, para dar paso a una de las propuestas más sólidas de los últimos años en el servicio de streaming.

Sin duda las bromas y peripecias de Goodman/McGill todavía están ahí, pero ya no son, ni de cerca, uno de los pilares del programa. Se antojan anécdotas muy divertidas, sí, pero los derroteros de la serie han ido tomando el curso que su creador Vince Gilligan seguramente tenía en mente desde la creación de la misma. Esto se debe a la gran habilidad con la que ha estructurado el guion, la sutileza con la que ha trazado los arcos narrativos y la impecabilidad con la que ha ido mutando el tono de la serie, convirtiéndola en una propuesta adictiva para sus seguidores sin necesidad de recurrir a demasiadas escenas violentas, explosiones y golpes de efecto. Paulatinamente, estos también casi han abandonado sus episodios en favor del conflicto existencialista del abogado, su pareja Kim Wexler y un sólido grupo de personajes secundarios dibujados con inteligencia e incluso con elegantes recursos narrativos.

Tras cinco temporadas y conociendo el fin al que la historia apunta, no vale mucho la pena intentar dilucidar cuál será el destino de Saul Goodman. Lo realmente interesante en este caso, es el viaje del protagonista. Numerosos han sido los errores del abogado tanto en el ámbito laboral como en sus relaciones personales. Tanto sus altibajos con la abogada Kim Wexler y su difunto hermano Chuck McGill son solamente dos de los escollos que el personaje interpretado por Bob Odenkirk debe salvar en su periplo, de manera no siempre exitosa, pero ya en esta quinta temporada se va sumando otro elemento a la futura caída de Goodman: el reconocimiento de que ambos, su hermano y en especial su pareja, se encuentran en un nivel ético superior al que él difícilmente podría acceder. Diversos personajes secundarios dejan caer comentarios similares, erosionando la confianza que Goodman/McGill pueda tener en la solidez de su relación y, en particular, en su merecimiento. Esto es evidente sobre todo considerando la forma en que Wexler ha tomado las riendas cuando han intentado mantener a raya al cartel mexicano.


Esto tampoco significa que la abogada sea impermeable a los errores y la inseguridad. La complejidad de su personaje va de la mano con una suerte de furiosa resistencia a convertirse en una profesional cuyo único objetivo sea el dinero, descuidando un ángulo más social que añora, pero que le es arrebatado por la firma para la que trabaja y Mesa Verde, su cliente más potente. Hay un constante tira y afloja en esta relación. Sin embargo, lo hay de manera más profunda en su espíritu, como queda claro al final de cada día laboral. En paralelo, el intentar establecer un terreno en común con Jimmy para una relación exitosa también se transforma en un proceso desgastador. Para toda su fortaleza, tanto laboral como personal, Wexler también es presa de malas decisiones y una impulsividad que la lleva a traspasar peligrosamente el límite que su pareja ha establecido para evitar que los dos ámbitos se mezclen.
En paralelo, el conflicto soterrado entre los socios de los carteles sube la intensidad poco a poco. Por un lado, Gus Fring (Giancarlo Esposito), dueño de Los Pollos Hermanos se ve obligado a detener la construcción del importante proyecto que se traía entre manos. Su mano derecha, Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks), aún lamenta la muerte de Werner Zeigler, el ingeniero alemán. Esto arroja sombras sobre la relación con su nieta y su nuera. Por el otro lado, Lalo Salamanca (Tony Dalton) sigue adelante con sus proyectos secundado por Nacho Vargas (Michael Mando), dividido entre la lealtad a su empleador y la vida de su padre quien, sin sospecharlo, ya se encuentra en la mira del cartel y es usado como medio de chantaje. Tanto Vargas como Ehrmantraut continúan demostrando una particular complejidad a medida que los episodios transcurren. Bajo dos jefes sedientos de poder, inmisericordes, atentos a la más mínima oportunidad para eliminarse mutuamente, ambos intentan establecer cierto equilibrio y ciertos límites que sus jefes deberían respetar en su impetuosa búsqueda por acrecentar su poder.

Muy en el estilo de Vince Gilligan, ambas líneas narrativas comienzan a entrecruzarse a lo largo de esta quinta temporada. Al principio de una manera sutil, ya hacia el final de una forma amenazante donde claramente Jimmy y Kim llevan las de perder ante el poder de los elementos del cartel. Más allá del peligro físico que esto representa, en un nivel más sutil, ya se vislumbra como la cuña que de seguro acabará por fracturar su relación hasta un punto de no retorno.

No obstante, lo más esencial de esta temporada es algo que el creador de la serie ha venido proyectando desde su comienzo. La lógica de crimen y castigo ya ha absorbido a su personaje principal. Esto no significa que Jim McGill/Saul Goodman sea la personificación postmoderna de un Rodión Románovich Raskólnikov (por fortuna), pero, sin duda, cada decisión que el díscolo abogado toma a lo largo de estos diez episodios se asemeja en algo a la senda que Dostoievski plasmara para la eternidad en una de sus tantas obras maestras, elecciones que parecen dar forma a un destino implacable e inescapable. Se ha anunciado una sexta y última temporada, lo que parece suficiente para que Vince Gilligan termine de cincelar la caída de su atormentada creación.

Isaac Civilo B.

Better Call Saul: Quinta Temporada
Netflix
540 mins.



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