Reseña: Historia de las Tierras y los Lugares Legendarios de Umberto Eco
Historia de las Tierras y Lugares
Legendarios
Cuatro años han pasado desde el
fallecimiento de Umberto Eco. Un período corto, pero que guarda suficiente
distancia como para poder revisitar algunas de sus obras con una mirada más
amplia. Dentro del impresionante cuerpo académico que dejo tras de sí, es
posible encontrar volúmenes extensos que demuestran su gigantesco bagaje como
filósofo y semiólogo que ilumina algunos de los rincones más ocultos de la
cultura occidental. Historia de las
Tierras y Lugares Legendarios es uno de ellos. Una obra voluminosa que en
esta ocasión se centra, como indica su título, en aquellas locaciones que se
encuentran en el límite entre la realidad y la leyenda.
Partiendo desde textos filosóficos,
novelas y poemas, Eco decidió centrarse en aquellos lugares cuya fama ha
traspasado páginas y épocas, creando una suerte de identidad universal. Acá no
habla sobre lugares reconocidamente ficticios como la casa de Madame Bovary o la guarida de Fagin en Oliver Twist, a pesar de que reconoce
que muchos fanáticos de obras aún buscan algunas locaciones como las del Ulises de James Joyce, desarrollando ritos
e itinerarios año tras año.
Las leyendas, quimeras, utopías e
ilusiones que rodean la supuesta realidad de aquellos lugares que han
trascendido sus límites literarios es lo que interesaba al autor en esta obra
de vena divulgativa. No es éste un tratado de semiología de apreciable
densidad, pero las reflexiones y la erudición de Eco hacen acto de presencia
constante a través de sus casi 500 páginas en un viaje ameno, representativo,
pero que se enfoca únicamente en los datos objetivos respecto de la historia y
existencia de determinados parajes, sin profundizar en su significado, vigencia
histórica o dimensión mitológica.
Eco siempre se caracterizó por echar
por tierra malentendidos culturales y de entrada lo hace respecto de la
creencia en una Tierra plana, erróneamente imputada a la tradición religiosa.
El mundo laico del siglo XIX fue el que, de manera maliciosa, atribuyó dicha
equivocación al mundo cristiano cuando éste disputaba la teoría de la evolución
de Darwin. En realidad la forma redonda del planeta había sido reconocida
durante toda la Edad Media, en Roma y en Grecia. Éste es un ejemplo de los
muchos errores que el autor enmienda a lo largo de los capítulos y del que
muchas personalidades no salen muy bien paradas como la mítica Madame
Blavatsky, siempre usando materiales de tercera mano y además mal traducidos,
en palabras del filósofo y semiólogo italiano.
El periplo del lector comienza entonces
en las tierras de la Biblia con sus largas dinastías y peregrinaciones, el
establecimiento de templos y construcciones legendarias. Las tierras de Homero
y el viaje de Odiseo tocan uno de los puntos recurrentes del volumen: la
identificación de aquellos territorios e islas imaginarias por parte de
historiadores, antropólogos y viajeros. La cantidad de estudios, tratados y
publicaciones al respecto es abrumadora, ubicando tales parajes tan al norte como
al sur es posible imaginar, siendo desmentidas siglo tras siglo.
En la misma línea, Atlántida, Mur y
Lemuria han dado pie a un sinnúmero de teorías sobre su verdadera ubicación,
mucho más de lo que Platón planteara en sus textos sobre la primera de éstas, hogar
de una edad de oro. La Última Thule e Hiperbórea enlazan con otras de las ideas
más sombrías que Eco expone en sus páginas: el uso de mitologías y símbolos
antiguos por parte de ideologías modernas a fin de sustentar parte de sus
intenciones y crear un halo de verdad universal como base para sus postulados.
Durante estos capítulos, asombran las elucubraciones de investigadores y
oscurantistas que emprendieron extensos viajes, fusionaron textos disímiles e
incluso falsificaron historias para lograr sus objetivos.
Apartándose un poco de la
investigación sobre lugares físicos, pero igualmente válidas dada su
importancia histórica y mitológica, Las Migraciones del Grial es uno de los
capítulos más interesantes debido a la amplia gama de fuentes bibliográficas
que dan cuenta del Mito Artúrico, sus variadas versiones y significados, que
han formado las bases para gran cantidad de narraciones durante los siglos
siguientes. Si bien, éste es un aspecto en el que Eco no profundiza en demasía,
sí es interesante contemplar cómo la historia del Grial, Arturo, Merlín y Los
Caballeros de la Mesa Redonda fue tomando forma a través de los siglos y sus
diferentes versiones.
El País de Jauja y Las Islas de la
Utopía difieren de la seriedad de los capítulos anteriores dado su carácter satírico.
En estas tierras, las bases de nuestro vivir se invierten dando espacio a la
reflexión ácida, al sarcasmo y al humor inteligente, muy necesarios dada la
seriedad general del volumen. El Interior de la Tierra, el Mito Polar y Agartha
develan algunos de los más interesantes y actuales cuestionamientos religiosos
que se extienden hacia la fantasía y la ciencia ficción en la búsqueda de
nuevas mitologías, o mejor dicho, nuevos parajes para ubicar las mitologías que
ya no pueden anidar en las profundidades cuya naturaleza fuera revelada por la
ciencia.
Las explicaciones de Eco son
acompañadas por una selección de textos históricos – sean tratados, poemas o
novelas – para arrojar luz sobre las épocas que dieron como fruto concepciones
propias de estos territorios. La selección de dichos textos es excelente y se
puede nombrar a Aristóteles, Lucrecio, Homero, Heródoto, Virgilio, Hesíodo,
Platón, Dante, Bocaccio, Colón, San Agustín, Marco Polo, Voltaire, Mallory,
Coleridge, Tennyson, Montaigne, Poe, Verne, los Hermanos Grimm, Stoker y
Borges, entre otros. Tal selección es apoyada por un acabadísimo trabajo visual
que compila desde grandes obras de arte hasta cómics y que sirve como una gran
galería de la imaginación cultural a lo largo de casi tres mil años. La
presentación del volumen no podría ser más atractiva y entretenida para el
lector.
Historia
de las Tierras y Lugares Legendarios es un claro reflejo de la profunda
necesidad humana de viajar a fin de expandir nuestros horizontes o nuestro
conocimiento. Sin embargo, más profundo aun es el anhelo de crear lugares y
espacios que sean más allá de la mera
existencia física. No siempre es posible alcanzar aquellos parajes de los que
nuestros antepasados oían y de los que hoy en día tenemos millares de imágenes
a un click de distancia. Pero la
realidad no falla a la hora de enfrentarnos con sus aspectos más sombríos. De
ahí la más imperiosa ansia de crear lugares luminosos, para proveer un
momentáneo escape de aquellas realidades que muchas veces amenazan con dejarnos
sin esperanzas en la penumbra emocional o espiritual.
Eco ha tocado este tema
recurrentemente en sus ensayos. Incluso sin son lugares ficticios, no por ello
deben ser ilusorios ya que forman parte de nuestra mente, son una capa
diferente, anexa a nuestra realidad. Anidan en nuestra psique individual o
colectiva como fuente de alivio y aliento una vez que nos hemos recuperado y
estamos listos para emerger de vuelta al día a día. Fijan valores y verdades
universales a las que volvemos una y otra vez en los momentos cuando la
incertidumbre hace presa de nosotros. Son una suerte de epifanía interior, y en
ese sentido, son inmortales en una forma de eternidad que supera mucho de lo
que imaginamos. Quizá se deba a que sacian nuestra sed de arquetipos, de
lugares, nuestros deseos perennes de la estabilidad y la verdad que
vislumbramos. Son los lugares a los que Shakespeare se refería como “el país desconocido del cual ningún viajero
vuelve”.

Isaac Civilo B.
Umberto
Eco
Historia
de las Tierras y los Lugares Legendarios
Lumen
480
páginas
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