Reseña: Sidi de Arturo Pérez-Reverte


Sidi

Dentro de la literatura española, pocos son los autores actuales que pueden aproximarse a Arturo Pérez-Reverte en términos del éxito comercial de sus trabajos – virtualmente cada novela del autor es un best seller – y además de poseer una prosa depurada al punto de mantener una alta dosis regularidad y calidad sin importar el género en que escriba. Sean novelas históricas, detectivescas, thrillers o fábulas, la pluma del autor, periodista y académico hace suyos diferentes registros.

En su más reciente novela, Sidi, Pérez-Reverte una vez más viaja al pasado, más específicamente a la época de El Cantar del Mio Cid. Sin embargo, de entrada es necesario clarificar que la novela no gira en torno a la figura del Cid sino a Sidi. Aunque quizás sería más correcto decir que el Cid inspiró Sidi. Es el siglo XI, el territorio del Duero y sus alrededores donde cristianos y moros luchan por reclamar tales tierras. Hay reinados, incursiones militares, esclavos y muchas familias que llegan como colonos a cultivar la tierra, hacer crecer su ganado y su parentela. Así crecen los pueblos con sus correspondientes monasterios. Siempre atentos sus habitantes en caso de alguna incursión cristiana o musulmana. Es una tierra dura que tiene mucho de los relatos de frontera que tanto gustan al escritor y a sus seguidores.

Gran parte del relato transcurre a la par con flashbacks de la vida de Sidi. De esta manera sabemos que debió dejar su familia atrás, exiliado por su rey ya que fue el único que le plantó cara tras el asesinato de su antecesor, su propio hermano. Ahora se encuentra en tierra de nadie junto a su hueste, contratado para cazar a un grupo de musulmanes que han saqueado y asesinado. Su nombre era Rodrigo Díaz de Vivar, el apodo de Sidi llegó después de la cacería y el alistamiento en el ejército del Rey moro de Zaragoza una vez fuera rechazado por otros reinos. Ya a esta altura, Sidi era una leyenda. Es un hombre hosco, curtido por las batallas, aparentemente simple e inescrupuloso, pero de grandes virtudes e ideales. Consecuentemente, el estilo es sencillo y seco, de diálogos ajustados que de ninguna manera desmerecen la velada complejidad de sus personajes. A Pérez-Reverte le bastan un par de párrafos para dibujarlos. Muchos de los secundarios reciben dicho tratamiento. Son guerreros cuyas intuiciones e instintos transcurren en el silencio de la frontera.

El lenguaje empleado es de gran importancia. La narración toma lugar en aquel espacio y tiempo donde los idiomas y la jerga se cruzaban de manera imprecisa. El autor selecciona con cuidado las expresiones que corresponden a ella, pero nunca cae en largas peroratas académicas. El texto está salpicado de ellas, pero no hay nada superfluo o innecesario. Incluso cuando gran parte de la novela se desarrolla en campos de práctica, campamentos y batallas, la pluma del autor mantiene un pulso firme: seco, detallista y rápido. Y de esto Pérez-Reverte sabe bastante. No en vano fue corresponsal de guerra por 21 años. Su experiencia en el trato con mercenarios, asesinos, soldados y voluntarios se traduce en uno de los puntos fuertes de la novela. Hombres parcos de palabras, rudos de forma, filosóficos bajo las apariencias y despiadados en combate. La recreación de la atmósfera previa a la batalla y de los territorios hostiles es de rica textura y patente realismo.

Sidi es una novela histórica, de acción, violenta, cruel por momentos, pero al mismo tiempo también es una reflexión sobre el liderazgo y las cualidades que convierten a un hombre en un ser respetable, los medios por los que una persona llega a ser admirada y seguida por un grupo de gente en momentos complejos. Aquí, la novela conecta con muchos de los temas que Pérez-Reverte ha expuesto en su obra: el respeto por la palabra empeñada, el honor, la jerarquía, la experiencia, el instinto, el orden y especialmente la lealtad. En los diálogos, todos estos aspectos son preponderantes aunque nunca llegan a perder mordiente por ello.


En esto y guardando las proporciones, Sidi es un descendiente lejano de El Cid y los relatos épicos de antaño. No por sus dimensiones sino porque encarna los grandes valores de aquella épica envueltos en la complejidad de personajes avezados en la piedad y en la crueldad, en la ferocidad y en la belleza. Valores que la literatura moderna, tímida mayormente, mojigata a veces, rehúye como también rehúye la exuberancia y la riqueza del lenguaje. Eso es esta nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, un relato robusto en todo sentido, rico en matices, dinámico y de fértil imaginación. Trae a la memoria su saga de Alatistre aunque desgraciadamente el autor ya ha asegurado que no habrá continuación, quizás el único punto decepcionante de una obra muy sólida.

Isaac Civilo B.

Sidi
Arturo Pérez-Reverte
Alfaguara
371 páginas

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