Reseña: Europa Imaginaria de Editorial Valdemar
Europa Imaginaria

Uno de los volúmenes más atrayentes
de Intempestivas es Europa Imaginaria,
una serie de cinco ensayos sobre lo fantástico en Europa. Escritos por diversos
especialistas en artes plásticas, literatura, mitología y cine, este volumen
analiza dicho fenómeno desde diferentes perspectivas que se remontan a la
literatura más clásica o a las antiguas mitologías hasta recientes obras
cinematográficas y las más actuales tendencias del diseño y la ilustración
fantástica.

Desde La Caída de la Casa Usher y La
Máscara de la Muerte Roja de Edgar Allan Poe, Pedraza desgrana los
diferentes elementos que componen los interiores cinematográficos – luz,
sombra, colores, sonidos, pinturas, muros – y sus ramificaciones psicológicas. Malpertius, La Casa Maldita (1971) de
Harry Kumel – el hogar donde los antiguos dioses griegos, quienes no recuerdan
quienes son, son encerrados para ser usados en diversos planes de su dueño; Suspiria (1977) e Inferno (1980) de Dario Argento; Vampyr (1932) de Carl Theodor Dreyer; Nosferatu: Eine Symphonie des Grauens (1922) de F. W. Murnau y Nosferatu: Phantom der Nacht (1979) de
Werner Herzog son algunas de las muchas cintas que la autora cita como ejemplos
donde el interior de casas, criptas o donde las mismas ciudades – como en el
caso de las dos últimas – representan aquel espacio físico y psicológico
inescapable hacia donde los recuerdos y la mente siempre vuelven para enfrentar
los peligros que de ella emergen.
Mirada
II: Geografías: Lugares de lo Fantástico y lo Siniestro de José
María Latorre toma una perspectiva, como lo indica su título, geográfica en su
acercamiento a lo fantástico en el viejo continente. Valiéndose de un profundo
conocimiento literario y folclórico, Latorre referencia a diversos autores para
indagar en la forma en que diversas latitudes han producido enfoques hacia lo
fantástico. Desde E. T. A. Hoffmann – probablemente el autor más influyente en
el terror de los siglos siguientes junto a Poe –, se traza la huella que el
romanticismo alemán dejaría en los escritores de las futuras generaciones en su
intento por contraponer la intuición y la espiritualidad al razonamiento del
clasicismo. El romanticismo fue una fuente amplia de figuras literarias – como
el vampirismo o el doble – cuyo uso florecería durante las décadas siguientes.
El movimiento cultural de Viena a
comienzos del siglo XX sería el nexo que vincularía el romanticismo alemán al
expresionismo. En diferentes áreas, Munch, Bartók, Trakl y tantos otros
pavimentarían el camino para Kafka y Meyrink. Sin duda, la más rica tradición
fantástica proviene de las islas británicas cuyas mitologías y leyendas
proveyeron el que es, quizás, el cuerpo más acabado y detallado de dioses,
seres fantásticos y eventos sobrenaturales de toda Europa. Muchos de estos quedarían
inmortalizados en el siglo pasado gracias a la incomparable poesía de William
Butler Yeats. Autores como Percy B. Shelley, Lord Byron, William Polidori,
Daniel Defoe, Charles Dickens, Edward Bulwer Lytton, Rudyard Kipling, J. S. Le
Fanu, Algernon Blackwood, Arthur Machen, Lord Dunsany, Robert Louis Stevenson,
H. G. Wells y Arthur Conan Doyle son sólo la punta del iceberg. Siglo tras
siglo, las tierras agrestes británicas fortalecían una tradición tan vigente
hoy como antes y que empujó a escritores no británicos como Henry James a
producir obras tan trascendentes como Otra
Vuelta de Tuerca. Este segundo ensayo cierra con las no tan conocidas y
productivas tierras belgas, italianas y españolas que, sin embargo, han dado
nacimiento a algunos escritores capaces de crear obras al nivel de teutones y
británicos.
Mirada
III: Tiempos: Visiones del Fin del Futuro en el Fantástico Europeo es un ensayo
del asiduo colaborador de Valdemar Jesús Palacios. Considerando que el punto de
partida es el cine en el viejo continente, de entrada el autor arremete contra
la espectacularidad del futurismo y sus obvios recursos – robots, viajes a la
velocidad de la luz, naves espaciales, invasores extraterrestres – para
contrastarlos con los medios mucho más sutiles y minimalistas de los directores
europeos. Para el norteamericano, la ciencia ficción es producto del avance de
la ciencia y la tecnología. Para el europeo (educado), la ciencia ficción es
algo bastante diferente: no es el avance a lo largo del tiempo y el espacio,
sino la disolución de estos conceptos, la disolución del futuro en pos de un
espacio y un tiempo indefinido, extraño.
Como ejemplo de esto, Alphaville (1965) de Jean Luc Godard, y Fahrenheit 451 (1966) de Francois
Truffaut destacan en su búsqueda de dichos lugares lejanos al futuro, pero
irreconocibles para el presente. Tarkovski produjo dos obras de ciencia ficción
colosales – Solaris y Stalker – donde justamente la tecnología
quedaba de lado, era ignorada, en pos de nuestro mundo que se ha vuelto demasiado
extraño para que nos sintamos identificados con él, sea en los planos secuencia
de un viaje en auto o en la Zona donde una entidad alienígena se detuvo y
cambió el paisaje de nuestra tierra y nuestra mente por siempre. Es notable
como, en este aspecto, muchas novelas y películas no formalmente de ciencia
ficción, pueden acercarse más al descubrimiento de esos espacios y esos
momentos verdaderamente extraterrestres – en el sentido del
extrañamiento – que muchas producciones repletas de tecnología delirante.
Así, la ciencia ficción europea no
cae en los lugares comunes del tipo mañana
seremos clones, seremos esclavos de
nuestras máquinas o la guerra atómica
acabará con la civilización. Por el contrario, su visión es más extraña
donde la percepción humana del tiempo ya no es la misma, donde el progreso y la
esperanza son conceptos ajenos y el mundo que nos rodea ha dado un paso más
allá de nosotros. Los Días de Eclipse
de Aleksandr Sokurov – amigo y discípulo de Tarkovski –,adaptación de otra obra
de los Hermanos Strugatski, maestros de la ciencia ficción rusa, es un ejemplo
perfecto. En ella, mientras el protagonista erra por un depósito de cadáveres,
el cuerpo muerto de uno de sus vecinos y amigos se dirige a él con voz
susurrante para explicarle que ha ingresado a un círculo de la existencia
diferente al suyo. En este aspecto, Blade
Runner simplemente viene a ser la concreción comercial de todo lo que
Tarkovski, Godard, Truffaut, Resnais, Fellini, Pasolini, Antonioni, Sokurov y
tantos otros habían construido en el viejo continente durante los 20 años
previos.
Mirada
IV: Mitologías: El Héroe vs El Monstruo. La Lucha de lo Apolíneo contra lo
Dionisiaco, escrito por Antonio José Navarro, versa sobre el clásico tema
mitológico de la lucha del héroe contra el monstruo. Aproximándose, primero,
desde una perspectiva pagana y posteriormente desde una estética más cristiana,
el autor devela varios símbolos en las pinturas que giran en torno a este
concepto. Desde Thor Luchando contra la
Serpiente Midgard de Fusseli, pasando por las obras de Uccello e Ingrés, y
acabando en los trabajos de Rubens y Rafael, se ejemplifica la lucha de las
energías apolíneas y dionisiacas, y lo que cada una de ellas esconde.
Al aproximarse a las imágenes de San Jorge y El Dragón, El Gran Miguel, La Venganza de Hércules y Andrómeda,
Navarro desglosa la influencia civilizatoria cristiana y el cambio de
simbología que entraña, personificación de lo apolíneo – racional, inteligible,
lo concreto y proporcionado (masculino) – en lucha contra lo dionisiaco – lo
monstruoso, indefinido, difuso y enigmático (femenino) –. Es una muy
interesante hipótesis con algunos visos de verdad, pero con su talón de Aquiles
cuando el autor descarta los estudios de Carl Jung y afirma los de Claude
Lévi-Strauss aludiendo a la necesidad del estudio de la arqueología, la
historia, la religión y el arte. Es por todos sabido que Jung poseía un
amplísimo conocimiento de tales áreas por lo que es inexplicable que el autor
haga la vista gorda ante los planteamientos del discípulo de Freud, salvo como
una omisión consciente a fin de sustentar su propio planteamiento. Jung
apostaba a verdades universales, que traspasaban épocas y civilizaciones, idea
que parece molestar y desacreditar a Antonio José Navarro, aunque en ningún
momento éste es capaz de refutarlas.
De cualquier forma, el autor del
ensayo alcanza una conclusión interesante aunque algo tibia que resuelve a
través de las monumentales cintas de Fritz Lang Sigfrido (1923) y La Venganza
de Krimilda (1924), las dos partes de su grandioso díptico Los Nibelungos. Navarro postula la mutua
dependencia de lo apolíneo, encarnado en Sigfrido, que solamente puede alcanzar
su estatus severo y superior una vez mata a la serpiente guardiana del oro del
Rhin, Fafnir, lo dionisiaco, y se baña en su sangre. Fafnir, en su aliento
final, mueve su cola y provoca la imperceptible caída de una hoja de tilo sobre
la espalda de Sigfrido, haciendo ese espacio vulnerable y sellando su destino.
De esta manera, las dos partes de nuestra alma – el Ser y el Ello, en
términos freudianos – se mantienen y equilibran en una constante fricción. El autor, sin embargo, temeroso una vez más
de violenta plenitud wagneriana encarnada en la figura de Sigfrido toma algo de
tímida distancia de su propia tesis, noción que Fritz Lang jamás rehuyó como
homenaje al alma germana.
Mirada
V: Imágenes: Ilustración, Diseño y Fantasía: Del Papel al Celuloide cierra el
volumen. Es un muy entretenido ensayo de Carlos Arenas sobre la presencia de lo
fantástico en el diseño y la ilustración contemporánea, y cómo ha ejercido una
atracción magnética sobre el séptimo arte. La idea de que Europa se avergüenza
de su herencia mitológica y fantástica es sugerente. Especialmente en las artes
plásticas, la pintura, la fotografía, la literatura y el cine, ésta noción toma
forma al punto de que muchos artistas de renombre hoy debieron comenzar en
medios más marginales como el diseño, el cómic o el rock. El énfasis más
descriptivo de este ensayo comienza intentando sonsacar una definición de lo
fantástico desde el inmenso cuerpo académico que ha intentado completar tal
misión. Por supuesto, esto no es posible debido a la gran cantidad de
influencias y géneros que han sido albergados bajo tal término, todos aquellos
que han sido rechazados por no pertenecer a la corriente realista.
La ciencia ficción, la fantasía
épica, el realismo fantástico, el terror, la psicodelia, lo onírico, el
absurdo, lo monstruoso, lo misterioso, lo grotesco, lo sobrenatural, lo macabro
y muchos más se cobijan bajo la manta de lo fantástico. Lejos de ser un
inconveniente, dicho fenómeno dota de inmensa riqueza a este movimiento, riqueza que puede ser
apreciada no solamente en una casi infinita cantidad de tendencias sino también
en los variados medios donde éstas se desarrollan. De esta manera, inmediatamente
después de La Segunda Guerra Mundial, Ernst Fuchs y su exploración de la figura
humana y sus alrededores establecería ciertas directrices que a través de las
décadas influirían en H. R. Giger, Mati Klarwein, Zdzislaw Beksinski y Yacek
Yerka. Las revistas underground se
convertirían en una válvula de escape y promoción para nuevas visiones de
ciencia ficción, la fantasía y algunas cruzas mutantes. Desde ellas emergerían Moebius,
Enki Bilal y Phillipe Druillet, entre otros.
Las grandes compañías cinematográficas
europeas y estadounidenses notarían esta nueva corriente y reclutarían a dichos
artistas como diseñadores y dibujantes para sus cintas de ciencia ficción. Alien, Blade Runner y la fallida adaptación de Dune de Alejandro Jodorowsky serían algunos de los primeros
proyectos que se beneficiarían de tal simbiosis. El golpe de gracia lo daría El Señor de los Anillos de Peter
Jackson, que reclutaría a los dos ilustradores más emblemáticos de J. R. R.
Tolkien, Alan Lee y John Howe. Tal evento fue la cristalización del impulso que
se venía gestando hace décadas y donde también participaban Giger, Enki Bilal,
Dave McKean – algunos dirigiendo sus propias películas inclusive –, pero aún
más importante, establecía una conexión a través de los siglos con los pintores
prerrafaelistas como Edward Burne-Jones, pasando por Gustave Doré, y las
ilustraciones de Arthur Rackman a comienzos del siglo XX, no dejando duda
alguna de las profundas raíces de las imágenes modernas de lo fantástico, ahora
famosas alrededor del mundo, parte de proyectos cinematográficos que rompen la
taquilla y que han abierto una demanda altísima incluso desde museos y el mundo
académico por imágenes originales. Una prueba contundente sobre el profundo
vínculo de tal imaginería con los grandes artistas de siglos pasados, vínculo
del que el insulso arte moderno carece totalmente.
Europa
Imaginaria, pese a su corta extensión, es uno de los volúmenes más sustanciosos de
Valdemar en su colección Intempestivas. La documentación y la erudición de sus
colaboradores son equivalentes a la que se podría encontrar en publicaciones de
editoriales más serias, y de paso,
muy en la vena de Valdemar, es un valioso rescate y una contundente afirmación
sobre la necesidad de redescubrir las raíces de lo fantástico en el viejo
continente, raíces que ya se han ramificado a través de diversos medios en todo
el mundo, como bien lo refleja el renacimiento del cine y las series de
televisión de fantasía, ciencia ficción, terror y cada híbrido imaginable, además
de la literatura y la pintura que se desarrolla en tales paisajes. Para el
amante de estos géneros y de la cultura en general, las páginas de Europa Imaginaria son un terreno de
fértil aprendizaje y descubrimiento.
Isaac Civilo B.
Europa
Imaginaria
Varios
Autores
Valdemar
192
páginas
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