Reseña: Europa Imaginaria de Editorial Valdemar


Europa Imaginaria

Si bien la editorial Valdemar goza de gran prestigio gracias a sus colecciones más extensas como Gótica o Frontera, a la par y durante años ha ido formando un cuerpo importante de volúmenes que abordan variadas temáticas a través de otras colecciones. Es el caso de Intempestivas, destinada a ensayos que abarcan temas tan diversos como el cine gótico, de terror, la ciencia ficción en el séptimo arte, el ocultismo, las memorias autobiográficas, el lado más oscuro de la niñez a través de la literatura, la filosofía, religión, la CIA y el espionaje, entre muchos otros.

Uno de los volúmenes más atrayentes de Intempestivas es Europa Imaginaria, una serie de cinco ensayos sobre lo fantástico en Europa. Escritos por diversos especialistas en artes plásticas, literatura, mitología y cine, este volumen analiza dicho fenómeno desde diferentes perspectivas que se remontan a la literatura más clásica o a las antiguas mitologías hasta recientes obras cinematográficas y las más actuales tendencias del diseño y la ilustración fantástica.

Mirada I: Interiores: Mansiones Imposibles, Criptas y Ciudades Violadas es el ensayo que abre el libro. Escrito por Pilar Pedraza, es un muy interesante recorrido por aquellas construcciones que han poblado el imaginario europeo en el cine y la literatura. Desde las concepciones del psicoanálisis de la casa como el cuerpo materno o la estructura de la mente – con el sótano como lo reprimido, el id, y el desván como la memoria – la autora realiza un detallado recorrido a través de diferentes cintas donde el interior de mansiones, castillos, criptas y ciudades son la representación de aquel oscuro interior al que la literatura y el cine fantástico siempre se han asomado.


Desde La Caída de la Casa Usher y La Máscara de la Muerte Roja de Edgar Allan Poe, Pedraza desgrana los diferentes elementos que componen los interiores cinematográficos – luz, sombra, colores, sonidos, pinturas, muros – y sus ramificaciones psicológicas. Malpertius, La Casa Maldita (1971) de Harry Kumel – el hogar donde los antiguos dioses griegos, quienes no recuerdan quienes son, son encerrados para ser usados en diversos planes de su dueño; Suspiria (1977) e Inferno (1980) de Dario Argento; Vampyr (1932) de Carl Theodor Dreyer; Nosferatu: Eine Symphonie des Grauens (1922) de F. W. Murnau y Nosferatu: Phantom der Nacht (1979) de Werner Herzog son algunas de las muchas cintas que la autora cita como ejemplos donde el interior de casas, criptas o donde las mismas ciudades – como en el caso de las dos últimas – representan aquel espacio físico y psicológico inescapable hacia donde los recuerdos y la mente siempre vuelven para enfrentar los peligros que de ella emergen.


Mirada II: Geografías: Lugares de lo Fantástico y lo Siniestro de José María Latorre toma una perspectiva, como lo indica su título, geográfica en su acercamiento a lo fantástico en el viejo continente. Valiéndose de un profundo conocimiento literario y folclórico, Latorre referencia a diversos autores para indagar en la forma en que diversas latitudes han producido enfoques hacia lo fantástico. Desde E. T. A. Hoffmann – probablemente el autor más influyente en el terror de los siglos siguientes junto a Poe –, se traza la huella que el romanticismo alemán dejaría en los escritores de las futuras generaciones en su intento por contraponer la intuición y la espiritualidad al razonamiento del clasicismo. El romanticismo fue una fuente amplia de figuras literarias – como el vampirismo o el doble – cuyo uso florecería durante las décadas siguientes.


El movimiento cultural de Viena a comienzos del siglo XX sería el nexo que vincularía el romanticismo alemán al expresionismo. En diferentes áreas, Munch, Bartók, Trakl y tantos otros pavimentarían el camino para Kafka y Meyrink. Sin duda, la más rica tradición fantástica proviene de las islas británicas cuyas mitologías y leyendas proveyeron el que es, quizás, el cuerpo más acabado y detallado de dioses, seres fantásticos y eventos sobrenaturales de toda Europa. Muchos de estos quedarían inmortalizados en el siglo pasado gracias a la incomparable poesía de William Butler Yeats. Autores como Percy B. Shelley, Lord Byron, William Polidori, Daniel Defoe, Charles Dickens, Edward Bulwer Lytton, Rudyard Kipling, J. S. Le Fanu, Algernon Blackwood, Arthur Machen, Lord Dunsany, Robert Louis Stevenson, H. G. Wells y Arthur Conan Doyle son sólo la punta del iceberg. Siglo tras siglo, las tierras agrestes británicas fortalecían una tradición tan vigente hoy como antes y que empujó a escritores no británicos como Henry James a producir obras tan trascendentes como Otra Vuelta de Tuerca. Este segundo ensayo cierra con las no tan conocidas y productivas tierras belgas, italianas y españolas que, sin embargo, han dado nacimiento a algunos escritores capaces de crear obras al nivel de teutones y británicos.


Mirada III: Tiempos: Visiones del Fin del Futuro en el Fantástico Europeo es un ensayo del asiduo colaborador de Valdemar Jesús Palacios. Considerando que el punto de partida es el cine en el viejo continente, de entrada el autor arremete contra la espectacularidad del futurismo y sus obvios recursos – robots, viajes a la velocidad de la luz, naves espaciales, invasores extraterrestres – para contrastarlos con los medios mucho más sutiles y minimalistas de los directores europeos. Para el norteamericano, la ciencia ficción es producto del avance de la ciencia y la tecnología. Para el europeo (educado), la ciencia ficción es algo bastante diferente: no es el avance a lo largo del tiempo y el espacio, sino la disolución de estos conceptos, la disolución del futuro en pos de un espacio y un tiempo indefinido, extraño.


Como ejemplo de esto, Alphaville (1965) de Jean Luc Godard, y Fahrenheit 451 (1966) de Francois Truffaut destacan en su búsqueda de dichos lugares lejanos al futuro, pero irreconocibles para el presente. Tarkovski produjo dos obras de ciencia ficción colosales – Solaris y Stalker – donde justamente la tecnología quedaba de lado, era ignorada, en pos de nuestro mundo que se ha vuelto demasiado extraño para que nos sintamos identificados con él, sea en los planos secuencia de un viaje en auto o en la Zona donde una entidad alienígena se detuvo y cambió el paisaje de nuestra tierra y nuestra mente por siempre. Es notable como, en este aspecto, muchas novelas y películas no formalmente de ciencia ficción, pueden acercarse más al descubrimiento de esos espacios y esos momentos verdaderamente extraterrestres – en el sentido del extrañamiento – que muchas producciones repletas de tecnología delirante.


Así, la ciencia ficción europea no cae en los lugares comunes del tipo mañana seremos clones, seremos esclavos de nuestras máquinas o la guerra atómica acabará con la civilización. Por el contrario, su visión es más extraña donde la percepción humana del tiempo ya no es la misma, donde el progreso y la esperanza son conceptos ajenos y el mundo que nos rodea ha dado un paso más allá de nosotros. Los Días de Eclipse de Aleksandr Sokurov – amigo y discípulo de Tarkovski –,adaptación de otra obra de los Hermanos Strugatski, maestros de la ciencia ficción rusa, es un ejemplo perfecto. En ella, mientras el protagonista erra por un depósito de cadáveres, el cuerpo muerto de uno de sus vecinos y amigos se dirige a él con voz susurrante para explicarle que ha ingresado a un círculo de la existencia diferente al suyo. En este aspecto, Blade Runner simplemente viene a ser la concreción comercial de todo lo que Tarkovski, Godard, Truffaut, Resnais, Fellini, Pasolini, Antonioni, Sokurov y tantos otros habían construido en el viejo continente durante los 20 años previos.


Mirada IV: Mitologías: El Héroe vs El Monstruo. La Lucha de lo Apolíneo contra lo Dionisiaco, escrito por Antonio José Navarro, versa sobre el clásico tema mitológico de la lucha del héroe contra el monstruo. Aproximándose, primero, desde una perspectiva pagana y posteriormente desde una estética más cristiana, el autor devela varios símbolos en las pinturas que giran en torno a este concepto. Desde Thor Luchando contra la Serpiente Midgard de Fusseli, pasando por las obras de Uccello e Ingrés, y acabando en los trabajos de Rubens y Rafael, se ejemplifica la lucha de las energías apolíneas y dionisiacas, y lo que cada una de ellas esconde.


Al aproximarse a las imágenes de San Jorge y El Dragón, El Gran Miguel, La Venganza de Hércules y Andrómeda, Navarro desglosa la influencia civilizatoria cristiana y el cambio de simbología que entraña, personificación de lo apolíneo – racional, inteligible, lo concreto y proporcionado (masculino) – en lucha contra lo dionisiaco – lo monstruoso, indefinido, difuso y enigmático (femenino) –. Es una muy interesante hipótesis con algunos visos de verdad, pero con su talón de Aquiles cuando el autor descarta los estudios de Carl Jung y afirma los de Claude Lévi-Strauss aludiendo a la necesidad del estudio de la arqueología, la historia, la religión y el arte. Es por todos sabido que Jung poseía un amplísimo conocimiento de tales áreas por lo que es inexplicable que el autor haga la vista gorda ante los planteamientos del discípulo de Freud, salvo como una omisión consciente a fin de sustentar su propio planteamiento. Jung apostaba a verdades universales, que traspasaban épocas y civilizaciones, idea que parece molestar y desacreditar a Antonio José Navarro, aunque en ningún momento éste es capaz de refutarlas.


De cualquier forma, el autor del ensayo alcanza una conclusión interesante aunque algo tibia que resuelve a través de las monumentales cintas de Fritz Lang Sigfrido (1923) y La Venganza de Krimilda (1924), las dos partes de su grandioso díptico Los Nibelungos. Navarro postula la mutua dependencia de lo apolíneo, encarnado en Sigfrido, que solamente puede alcanzar su estatus severo y superior una vez mata a la serpiente guardiana del oro del Rhin, Fafnir, lo dionisiaco, y se baña en su sangre. Fafnir, en su aliento final, mueve su cola y provoca la imperceptible caída de una hoja de tilo sobre la espalda de Sigfrido, haciendo ese espacio vulnerable y sellando su destino. De esta manera, las dos partes de nuestra alma – el Ser y el Ello, en términos freudianos – se mantienen y equilibran en una constante fricción.  El autor, sin embargo, temeroso una vez más de violenta plenitud wagneriana encarnada en la figura de Sigfrido toma algo de tímida distancia de su propia tesis, noción que Fritz Lang jamás rehuyó como homenaje al alma germana.


Mirada V: Imágenes: Ilustración, Diseño y Fantasía: Del Papel al Celuloide cierra el volumen. Es un muy entretenido ensayo de Carlos Arenas sobre la presencia de lo fantástico en el diseño y la ilustración contemporánea, y cómo ha ejercido una atracción magnética sobre el séptimo arte. La idea de que Europa se avergüenza de su herencia mitológica y fantástica es sugerente. Especialmente en las artes plásticas, la pintura, la fotografía, la literatura y el cine, ésta noción toma forma al punto de que muchos artistas de renombre hoy debieron comenzar en medios más marginales como el diseño, el cómic o el rock. El énfasis más descriptivo de este ensayo comienza intentando sonsacar una definición de lo fantástico desde el inmenso cuerpo académico que ha intentado completar tal misión. Por supuesto, esto no es posible debido a la gran cantidad de influencias y géneros que han sido albergados bajo tal término, todos aquellos que han sido rechazados por no pertenecer a la corriente realista.


La ciencia ficción, la fantasía épica, el realismo fantástico, el terror, la psicodelia, lo onírico, el absurdo, lo monstruoso, lo misterioso, lo grotesco, lo sobrenatural, lo macabro y muchos más se cobijan bajo la manta de lo fantástico. Lejos de ser un inconveniente, dicho fenómeno dota de inmensa riqueza a este movimiento, riqueza que puede ser apreciada no solamente en una casi infinita cantidad de tendencias sino también en los variados medios donde éstas se desarrollan. De esta manera, inmediatamente después de La Segunda Guerra Mundial, Ernst Fuchs y su exploración de la figura humana y sus alrededores establecería ciertas directrices que a través de las décadas influirían en H. R. Giger, Mati Klarwein, Zdzislaw Beksinski y Yacek Yerka. Las revistas underground se convertirían en una válvula de escape y promoción para nuevas visiones de ciencia ficción, la fantasía y algunas cruzas mutantes. Desde ellas emergerían Moebius, Enki Bilal y Phillipe Druillet, entre otros.


Las grandes compañías cinematográficas europeas y estadounidenses notarían esta nueva corriente y reclutarían a dichos artistas como diseñadores y dibujantes para sus cintas de ciencia ficción. Alien, Blade Runner y la fallida adaptación de Dune de Alejandro Jodorowsky serían algunos de los primeros proyectos que se beneficiarían de tal simbiosis. El golpe de gracia lo daría El Señor de los Anillos de Peter Jackson, que reclutaría a los dos ilustradores más emblemáticos de J. R. R. Tolkien, Alan Lee y John Howe. Tal evento fue la cristalización del impulso que se venía gestando hace décadas y donde también participaban Giger, Enki Bilal, Dave McKean – algunos dirigiendo sus propias películas inclusive –, pero aún más importante, establecía una conexión a través de los siglos con los pintores prerrafaelistas como Edward Burne-Jones, pasando por Gustave Doré, y las ilustraciones de Arthur Rackman a comienzos del siglo XX, no dejando duda alguna de las profundas raíces de las imágenes modernas de lo fantástico, ahora famosas alrededor del mundo, parte de proyectos cinematográficos que rompen la taquilla y que han abierto una demanda altísima incluso desde museos y el mundo académico por imágenes originales. Una prueba contundente sobre el profundo vínculo de tal imaginería con los grandes artistas de siglos pasados, vínculo del que el insulso arte moderno carece totalmente.


Europa Imaginaria, pese a su corta extensión, es uno de los volúmenes más sustanciosos de Valdemar en su colección Intempestivas. La documentación y la erudición de sus colaboradores son equivalentes a la que se podría encontrar en publicaciones de editoriales más serias, y de paso, muy en la vena de Valdemar, es un valioso rescate y una contundente afirmación sobre la necesidad de redescubrir las raíces de lo fantástico en el viejo continente, raíces que ya se han ramificado a través de diversos medios en todo el mundo, como bien lo refleja el renacimiento del cine y las series de televisión de fantasía, ciencia ficción, terror y cada híbrido imaginable, además de la literatura y la pintura que se desarrolla en tales paisajes. Para el amante de estos géneros y de la cultura en general, las páginas de Europa Imaginaria son un terreno de fértil aprendizaje y descubrimiento.

Isaac Civilo B.

Europa Imaginaria
Varios Autores
Valdemar
192 páginas





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