Reseña TV: The Woods (Bosque Adentro)
The Woods

No obstante, hay una salvedad en esta
ocasión. A diferencia de sus anteriores proyectos, The Woods fue producida y filmada en Polonia, trasladando sus
personajes y locaciones desde Nueva Jersey a Varsovia. Aquí el fiscal Pawel
Kopinski es citado para identificar un cadáver que conecta directamente con la
desaparición de su hermana hace 25 años. Es el punto de partida para un relato que
se desarrolla a dos voces: una en el pasado donde cuatro jóvenes desaparecen de
un campamento juvenil – la hermana de Pawel es una de ellos – aunque solamente
dos cuerpos son encontrados. La otra voz se desarrolla en el presente donde
tanto Pawel como Laura, el amor juvenil del fiscal en dicho campamento, son
adultos que perdieron contacto hace décadas. Como si la pérdida de su hermana
no fuera suficiente, Pawel también ha perdido recientemente a su esposa ante el
cáncer.
Las tramas en las novelas de Harlan
Coben usualmente son gatilladas de esta forma. Hay algún acontecimiento en el
pasado que ha sido resuelto de manera incorrecta o que ha sido malinterpretado.
Es sepultado bajo el peso de los años sólo para emerger en el futuro cuando sus
personajes parecen haber cicatrizado de su pérdida. The Woods encaja en esta estructura con facilidad aunque el fiscal
nunca parece recuperarse del todo. Tras alguna tragedia sigue otra. La muerte
de su esposa a manos del cáncer es seguida por la aparición del cadáver del
desconocido y la posibilidad de que su hermana se encuentre viva. En sí mismos,
estos son sucesos casi imposibles de equilibrar, casi irreales en su
concepción, a los que se suma un tercer elemento: asume un caso de presunto
abuso juvenil cuyos ecos conectan con lo vivido en el campamento hace 25 años.
Este caso, además, entraña un peligro mayor ya que uno de los acusados es hijo
de un famoso periodista que amenaza a Pawel para que no prosiga con la
acusación.
Laura, por otro lado, ha crecido como
una mujer solitaria cuyo padre, ya anciano, era el organizador del campamento
juvenil anual. Durante su infancia, sintió en carne propia los ataques contra
su padre por parte de los progenitores de los adolescentes desaparecidos. Como
resultado, éste se encuentra en un sanatorio. Laura se alejó de toda
reminiscencia de esa época y ahora es profesora universitaria, casada con el
decano de la institución. La distancia que ha mantenido de su infancia no ha
sido perturbada hasta que una alumna escribe una composición que es
misteriosamente similar a sus experiencias en el campamento hace 25 años. Este
ensayo devela otro caso de abuso juvenil. Desde ese momento, el regreso al
pasado y el reencuentro con Pawel son inevitables.
La transposición de la historia desde
Estados Unidos a Polonia ha sido un acierto. Las atmósferas eslavas, frías y
sombrías, sus profundos bosques, la estética y los colores de sus ciudades y
calles, funcionan incluso mejor que Nueva Jersey para plasmar una historia que
lidia con el retorno de antiguas tragedias, trastocando el precario equilibrio
que sus protagonistas parecen haber logrado. Como en la buena novela negra, y
la influencia que ha recibido históricamente desde la novela gótica, la
narrativa gira en torno a un dolor y a una soledad recurrentes. Tanto en el
pasado como en el presente hay engaños, abusos, muerte, homicidios,
antisemitismo y amenazas que se revelan como el reflejo de aquellos fantasmas
que persiguen a sus personajes a lo largo de las décadas. Esta relación es una casa
de espejos donde cada trauma de la juventud tiene su reverberación en el ahora.
En el presente, la textura de las vidas de sus protagonistas es algo más
contenida, pero es impotente al intentar evitar que el dolor acabe filtrándose
a través de las grietas.
Esta sensación es reforzada por una
paleta de colores sombría durante largos pasajes que, cuando da paso a cierta
claridad, lo hace a través de matices fríos como si la luz solamente se
reservara para algún momento de liberación que nunca llega. El interior de las
casas y los departamentos son sometidos al mismo tratamiento dando a entender
que incluso en el interior de estos supuestos santuarios la protección que los
personajes pueden gozar es frágil. La cámara siempre se mueve con lentitud a
fin de abarcar cada uno de sus detalles, la textura de las paredes, sus cuadros
y una decoración descuidada, opaca, rayana en el minimalismo, como si el tiempo
se hubiese detenido hace décadas.
Por sobre todo, The Woods es un relato sobre familias donde además de Pawel, Laura
y sus progenitores, también se encuentran los padres y madres de los niños
desaparecidos en el campamento, el padre y la madre del cadáver desconocido, los
niños abusados entonces y ahora, todos atrapados en un torbellino de
condenación. El mismo abandono, la misma pérdida y la misma tragedia del pasado
parecen replicarse en la actualidad, volver como si nunca hubiesen
desaparecido. Los esfuerzos de sus protagonistas por resolver todas las
interrogantes develan sucesos dolorosos que desconocían, abriendo un abismo
incluso más negro a sus pies, sugiriendo que haberse mantenido en la ignorancia
podría haber sido una opción más sana, opción que parece mucho más aconsejable
que emprender un viaje al pasado en búsqueda de una pequeña redención, quizás
inexistente. Más allá de la resolución de los casos, lo único que parece
permanecer son los ecos que continúan saliendo de aquel bosque, ecos de una
tristeza inmensa.
Isaac Civilo
B.
The Woods (Bosque Adentro)
Netflix
2020
320
minutos
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