Reseña TV: Los Asesinatos de Valhalla
Los Asesinatos de Valhalla

Los
Asesinatos de Valhalla calza perfectamente en el molde la novela negra
más clásica. Una serie de asesinatos toma lugar en la capital islandesa de Reikiavik.
Estos son perpetrados contra adultos mayores y remecen la tranquilidad de uno
de los países más pacíficos del mundo. Ésta no es la Islandia de una belleza
natural abrumadora. Por el contrario, es esa tierra vasta, desolada, geológica
en su dureza y cuya frialdad se cierne sobre sus habitantes con bajísimas
temperaturas. Sin embargo, son sus interiores los que poco a poco se revelan
como espacios más glaciales y severos que el exterior. Más allá de sus
ocasionales planos amplios, es una serie de interiores: la acción se desarrolla
en casas, departamentos y oficinas. Sus colores son gélidos, su estética
glacial, anticipando la crueldad que vendrá.
La detective Kata (Nína Dögg
Filippusdóttir) está a cargo de la investigación, pero la falta de recursos y
personal especializado del departamento de policía obligan a traer de vuelta al
detective Arnar (Björn Thors) como apoyo desde Copenhagen. Ambos se ajustan al
perfil más clásico de los investigadores, lo que no es raro considerando que
los países nórdicos actualmente lideran las publicaciones de este tipo de
literatura tanto en calidad como en cantidad. Kata carga con un reciente
divorcio al hombro, una madre algo dominante y con la usurpación de su merecido
ascenso en el departamento de policía por razones políticas. No obstante, es la
relación con su hijo adolescente la que la mantiene al borde del precipicio.
Éste es introvertido, malgasta su tiempo en juegos en línea y parece estar
involucrado en un acto de violación de otra adolescente. Arnar, por otro lado,
esconde secretos más oscuros. Es hosco y deja entrever un pasado familiar
tormentoso. Su padre está al borde de la muerte en un asilo, su juventud estuvo
llena de adicciones y su hermana está atrapada en un matrimonio asfixiante.

En sus aspectos formales, Los Asesinatos de Valhalla cumple con
todas las exigencias estructurales del relato detectivesco. Sin embargo, si
sólo se mantuviera dentro de esos márgenes, sería un relato funcional, que no
escaparía al común denominador del género. En éste, siempre se requiere aquella
zambullida hacia la oscuridad más abyecta. Y los creadores de la serie deciden
hacerlo sin concesiones. El abuso infantil es el pilar alrededor del que la
historia y sus personajes giran en un vórtice de dolor que parece succionar a
todos los involucrados.
En esto hay algo del clásico relato
gótico, aquellas historias que se desenvolvían con la lógica de la caja que se
abre para revelar una caja más pequeña que a su vez revela otra más pequeña y
así ad infinitum. Cada caja
contenedora de una versión más penosa del mismo tormento, de la misma tragedia.
Víctimas, victimarios o testigos, virtualmente cada personaje presenta una
relación conflictiva con niños, a veces derechamente abusiva, a veces
tristemente impotente. Ésta traspasa cualquier tipo de barrera social y
generacional. Sus consecuencias parecen llenar cada rincón del relato: adultos
que han escondido su angustia durante décadas y que difícilmente pueden
mantener su entereza, asesinatos que se resuelven tras treinta años, familias
quebradas, madres adictas, abusos inimaginables. Probablemente en estas aciagas
profundidades se presente lo mejor de un relato que no rehuye sus
planteamientos.
Hacia el final la serie pierde algo
de aquella textura existencialista en favor de una resolución más convencional,
pero poco opaca el buen cometido durante gran parte de su metraje. De igual
forma, al ser una coproducción europea, la pesada corrección política de los
proyectos estadounidenses de Netflix no goza de tal preponderancia,
resumiéndose en pocas escenas que parecen incrustadas de manera forzosa en su
desarrollo, pero cuya escasez se agradece. Lo que prima acá son los personajes
y la historia por sobre el discurso. Hay un par de cabos sueltos que
intencionalmente han quedado ahí, listos para ser retomados en caso que una
segunda temporada sea confirmada. No sería una mala idea, especialmente tras un
año donde las series de los servicios de streaming
decayeron notoriamente. Quizás la estrategia de Netflix y su búsqueda de
propuestas en otras latitudes le ayuden a recuperar territorio. Al menos por
ahora, Los Asesinatos de Valhalla
cumple sin mayores problemas y puede ser una puerta de entrada para proyectos
similares.
Isaac Civilo
B.
The Valhalla Murders
Netflix
380
Mins.
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