Reseña: La Dama del Lago (The Witcher 7) de Andrzej Sapkowski
La Dama del Lago

El comienzo de La Dama del Lago se ubica siglos en el futuro con una Ciri que ya
ha atravesado su camino completo y se transforma en la narradora del último
tramo de la saga. Afortunadamente, y a diferencia de La Torre de la Golondrina, el volumen anterior y quizás el más
débil de toda la serie al despotenciar algunos de sus mejores personajes, este
comienzo en racconto es sólo una similitud superficial. Sapkowski recupera los
elementos con los que había construido sus excelentes antologías y novelas
anteriores para brindar un final en nota alta. La estructura vuelve a ser
sólida, los elementos mitológicos escasos en el libro anterior regresan, el
ritmo es dosificado casi a la perfección y, lo más importante, la obra nuevamente
se establece como un relato coral donde cada uno de sus protagonistas se siente
merecedor de una narración de grandes proporciones. En particular la hechicera
Yennefer y el brujo Geralt recobran sus matices y profundidad, pero además la
banda que acompaña a Geralt, el sanguinario cazarrecompensas Bonhart y el rey
Emhyr, entre un gran grupo de personajes secundarios, complementan la acción.
Para esto Sapkowski recurre a todo su arsenal y a una extensión cercana a las
500 páginas – el doble de otros volúmenes de la serie – con la intención de
atar todos los cabos.
Por supuesto, Ciri es quien
personifica las esperanzas de todo este mundo. Su papel es central no solamente
en términos políticos donde hechiceros, hechiceras, reyes y estrategas se la
disputan, sino también a un nivel mitológico donde los Elfos también guardan
una carta bajo la manga que les permite recuperar su antiguo poderío a través
de la princesa. Desde muy temprano, Sapkowski desata una serie de revelaciones
sobre el pasado, el presente y el futuro del Continente, revelaciones que se
enmarcan dentro de la tensión entre las razas de éste y el dominio humano venidero.
Nuevamente existe una similitud con Tolkien, y nuevamente el autor polaco procesa
dichas ideas a través de un aire postmoderno, resultando en pasajes más
vistosos quizás, pero menos efectivos en cuanto a profundidad mitológica,
poética e histórica. Yennefer, por fortuna, vuelve a erigirse como uno de los
pilares de la narrativa aunque su senda para llegar a Ciri es muy dolorosa. Sus
esfuerzos se tuercen una y otra vez, dejándola a merced del hechicero Vilgerforz,
quien finalmente revela sus ambiciosos proyectos, y sus secuaces. Sin embargo,
el personaje que parece recuperarse totalmente de la pobre (e inexplicable)
caracterización de La Torre de la
Golondrina, es justamente su protagonista Geralt de Rivia. Después de un
largo periplo y con su banda algo disminuida, es capaz de reponerse a sus
heridas y conflictos, brindando algunos de los mejores momentos de la saga.
En paralelo, La Gran Guerra contra
Nilfgaard alcanza su cénit. Aquí Sapkowski intercala el viaje de sus tres
protagonistas con conspiraciones políticas, pero especialmente con episodios de
la guerra desde una perspectiva interna, pletórica de sangre, cuerpos, matanza
y suciedad. Es un collage de retazos de gran dinamismo donde vuelve a mostrar
la habilidad de su pluma para construir escenarios de gran detalle y realismo.
Durante largos pasajes, el autor ubica al lector en el campo de batalla, junto
a los soldados rasos, los peligros y la muerte. Son pasajes vívidos, pero que, durante
muchas páginas, se alejan de la línea narrativa principal, perdiendo el foco de
la historia. Sin embargo, cuando Sapkowski vuelve sobre ésta, lo hace con una
serie de revelaciones que siguen al enfrentamiento final, como golpes que salen
desde la nada para impactar al lector incauto. Más sorprendente es el hecho de
que Geralt tenía conocimiento sobre éstas, sobre la forma en que envolvían a
Ciri, a su descendencia y a los planes que abarcan todo el continente, urdidos
hace décadas.
Sigue el período postguerra, donde
muchos grandes planes se disuelven. Comienzan nuevas negociaciones. Los poderes
sobrevivientes intentan alcanzar un nuevo equilibrio. Sapkowski retoma la
narrativa episódica para abarcar tanto lo que sucede tras bambalinas, en los
aposentos donde los poderosos toman sus decisiones, como en los poblados y las
ciudades arrasadas donde los sobrevivientes deben lidiar con la escasez, el
hambre y la lenta reconstrucción de sus vidas. Tanto durante la Guerra como
después de ella, es notorio cuán importante es para el autor mostrar la
realidad del conflicto y sus consecuencias, un elemento siempre presente en la
saga y en muchos de sus otros trabajos.
Los seguidores de Sapkowski y de su
saga se encuentran muy divididos cuando se trata de su final. Algunos lo
consideran adecuado; otros, un desaire épico. Por supuesto, al igual que
cualquier obra de fantasía épica, intenta capturar ese sentimiento rendentor y
al mismo tiempo doloroso que Tolkien plasmara insuperablemente en Los Puertos Grises y el fin de la
Tercera Edad de la Tierra Media: lo que se ha ganado, lo que se ha sacrificado,
lo que se ha perdido, el fin de una era y el destino de sus protagonistas.
Muchas críticas han sido apuntadas hacia la elección de Sapkowski y el destino
de sus personajes, pero quizás la clave se encuentre justamente en la forma en
que vuelve sobre el comienzo de este último volumen, enlazando una vez más con
el Mito Artúrico y la legendaria Avalón.
Para toda su ambición, sin embargo, La Dama del Lago y la Saga de Geralt de
Rivia no logran alcanzar tan excelsas alturas como las de dicho mito y los
trabajos mencionados al comienzo. Quizás se deba a ese aire postmoderno y la
tensión que provoca con los elementos más clásicos que Sapkowski también
emplea, desmitificándolos y menoscabando en algo la nobleza y la grandeza que
había logrado edificar. El resultado es un relato más terrenal, mundano, que
parece querer abrazar el mito al mismo tiempo que desea alejarse de él. Por
fortuna, la habilidad del autor polaco, su impecable prosa, sus personajes
memorables y su muy amplia gama de recursos narrativos son capaces de prodigar
una obra de alto nivel y gran calidad que no podría ubicarse a la par de los
grandes clásicos de lo fantástico, pero que sin duda merece ser leída y
disfrutada por cualquier amante del género.
Isaac Civilo B.
La
Dama del Lago
Andrzej
Sapkowski
Alamut
464
páginas
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