Reseña: La Torre de la Golondrina (The Witcher 6) de Andrzej Sapkowski
La Torre de la Golondrina

Dado lo anterior, La Torre de la Golondrina debe medirse
con sus predecesoras, pero además debe preparar el terreno para la última
novela de la serie, La Dama del Lago.
No es una tarea menor y, de cierta manera, marca un antes y un después en el
desarrollo de la historia. La estructura del libro es, por lejos, la más
compleja que Sapkowski haya construido, lo que ya entraña algunos desafíos que
serán sorteados con distintos grados de éxito. Desde el inicio, el énfasis de
las novelas anteriores, corales por naturaleza, gira hacia Ciri. Y no sólo lo
hace de manera ostentosa sino que ya situada largo tiempo después de los
sucesos que cerraban el libro anterior. Gran parte de la narración está
desarrollada como un largo racconto. El autor usa éste como principal hilo
narrativo, y a medida que la novela avanza, lo alterna con las historias de
Geralt y Yennefer. Son arcos narrativos donde abundan saltos temporales, flashbacks y una amplia gama de recursos
y referencias literarias que cualquier escritor del género envidiaría.

Si bien hacia el final de la novela,
tanto Geralt como Yennefer recuperan algo de sus matices, ya han pasado
centenares de páginas y el lector se queda con la sensación de que Sapkowski ha
jugado esta carta para recuperar tardíamente a dos de los tres pilares de la
historia. El caso del Brujo es particularmente notorio ya que, junto a su
banda, parecen vagar a ciegas a través de territorios devastados por la guerra
sin lograr su objetivo de rescatar a Ciri, y de paso perdiendo la rica
caracterización de los trabajos anteriores de la serie. Yennefer, por otro
lado, virtualmente no existe salvo hacia el final de la novela donde gran parte
de su arco narrativo es revelado – sucesos que cronológicamente se encuentran
al comienzo de la misma –. La cantidad de información y su densidad es tal que
hubiese sido más comprensible dosificarla a lo largo de los diferentes
capítulos del libro en lugar de ubicarla en un puñado de páginas.
Por fortuna, Sapkowski es un gran
escritor y maneja muchos de los recursos narrativos a su disposición con gran
maestría. Sus diálogos siguen siendo tan dinámicos y realistas como de
costumbre, incluso agregando muchísimos modismos y expresiones coloquiales
polacas – rescatadas de gran manera gracias a una excelente traducción –, los
nuevos personajes secundarios gozan de tantos matices como los más importantes
de la saga (aunque estos últimos al menos en este volumen están muy por debajo
de lo esperado), el mundo que ha creado asume dimensiones incluso mayores en
términos políticos y culturales, y la caracterización de Ciri goza de una
cantidad de matices que, de cierta forma, equilibra aquellos de los que carecen
otros personajes en el volumen.

La
Torre de la Golondrina es una novela algo coja, pero sigue siendo una
novela muy disfrutable y que se haya por sobre muchas de las publicadas en el
género. Hay numerosos puntos donde Sapkowski parece haber querido privilegiar
nuevos aspectos de la serie en desmedro de personajes y eventos que venía
desarrollando desde su primera antología. Esto es logrado a medias y sumado a
la compleja estructura – por momentos confusa, por momentos precipitada –
resulta en una novela de altibajos. Hay momentos notables, por supuesto, pero
también algunos olvidables, y que la ubican en peldaños más bajos que sus
predecesoras.
Isaac Civilo B.
La
Torre de la Golondrina
Andrzej
Sapkowski
Alamut
336
páginas
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