Reseña: La Torre de la Golondrina (The Witcher 6) de Andrzej Sapkowski


La Torre de la Golondrina

La Torre de la Golondrina es el sexto volumen de la saga de Geralt de Rivia, aunque es la cuarta novela si consideramos que las dos primeras entregas – El Último Deseo y La Espada del Destino – son antologías de cuentos cortos con las que Andzrej Sapkowski hábilmente esbozó el mundo medieval del brujo, los elementos mitológicos eslavos y los sistemas políticos y económicos sobre los que se asientan los diferentes reinados, cunas de incesantes alianzas y traiciones. Solamente en el tercer volumen – La Sangre de los Elfos – el autor comenzó con la historia de Geralt, Ciri, Jaskier y Yennefer. La calidad de su pluma incluso superaba a las dos antologías anteriores, y las siguientes novelas, Tiempo de Odio y Bautismo de Fuego, no hicieron sino ratificar la altísima calidad del escritor polaco y encumbrar la saga a alturas cercanas a los clásicos del género.

Dado lo anterior, La Torre de la Golondrina debe medirse con sus predecesoras, pero además debe preparar el terreno para la última novela de la serie, La Dama del Lago. No es una tarea menor y, de cierta manera, marca un antes y un después en el desarrollo de la historia. La estructura del libro es, por lejos, la más compleja que Sapkowski haya construido, lo que ya entraña algunos desafíos que serán sorteados con distintos grados de éxito. Desde el inicio, el énfasis de las novelas anteriores, corales por naturaleza, gira hacia Ciri. Y no sólo lo hace de manera ostentosa sino que ya situada largo tiempo después de los sucesos que cerraban el libro anterior. Gran parte de la narración está desarrollada como un largo racconto. El autor usa éste como principal hilo narrativo, y a medida que la novela avanza, lo alterna con las historias de Geralt y Yennefer. Son arcos narrativos donde abundan saltos temporales, flashbacks y una amplia gama de recursos y referencias literarias que cualquier escritor del género envidiaría.

Sin embargo, los elementos mitológicos, uno de los puntos fuertes de los volúmenes anteriores, quedan algo de lado dada la compleja estructura de la obra. No obstante, más grave es la desconexión del lector con dos de sus personajes principales: Geralt y Yennefer. Ambos realizan su aparición ya muy entrada la novela, especialmente la hechicera. Se sienten desdibujados, despotenciados, ajenos a los profundos conflictos que evidenciaban en los volúmenes anteriores. Jaskier también sufre del mismo destino, inclusive más cuando, al parecer, Sapkowski cambia su norte e intenta usarlo más como un narrador que como un personaje. Como contrapeso, el autor crea una serie de personajes secundarios de gran fortaleza, usualmente alrededor de Ciri. El anciano Vysogota, una suerte de hechicero autoexiliado, que se transforma en un mentor para la muchacha, y, en contraste, Bonhart, antiguo soldado y actual cazarrecompensas. Personaje de talante sádico, define parte de la personalidad y el destino de Ciri a través de la crueldad y el maltrato. Estos y otros más, son personajes potentes, quienes gozan de diálogos afilados y una personalidad avasalladora, pero que parecen cobrar vida ahí donde los personajes principales pierden relevancia. Es una apuesta arriesgada, por decir lo menos, para el penúltimo volumen de una saga como ésta.

Si bien hacia el final de la novela, tanto Geralt como Yennefer recuperan algo de sus matices, ya han pasado centenares de páginas y el lector se queda con la sensación de que Sapkowski ha jugado esta carta para recuperar tardíamente a dos de los tres pilares de la historia. El caso del Brujo es particularmente notorio ya que, junto a su banda, parecen vagar a ciegas a través de territorios devastados por la guerra sin lograr su objetivo de rescatar a Ciri, y de paso perdiendo la rica caracterización de los trabajos anteriores de la serie. Yennefer, por otro lado, virtualmente no existe salvo hacia el final de la novela donde gran parte de su arco narrativo es revelado – sucesos que cronológicamente se encuentran al comienzo de la misma –. La cantidad de información y su densidad es tal que hubiese sido más comprensible dosificarla a lo largo de los diferentes capítulos del libro en lugar de ubicarla en un puñado de páginas.

Por fortuna, Sapkowski es un gran escritor y maneja muchos de los recursos narrativos a su disposición con gran maestría. Sus diálogos siguen siendo tan dinámicos y realistas como de costumbre, incluso agregando muchísimos modismos y expresiones coloquiales polacas – rescatadas de gran manera gracias a una excelente traducción –, los nuevos personajes secundarios gozan de tantos matices como los más importantes de la saga (aunque estos últimos al menos en este volumen están muy por debajo de lo esperado), el mundo que ha creado asume dimensiones incluso mayores en términos políticos y culturales, y la caracterización de Ciri goza de una cantidad de matices que, de cierta forma, equilibra aquellos de los que carecen otros personajes en el volumen.

Por supuesto, hay una notable influencia de Tolkien y su mitología en Sapkowski – como el mismo polaco lo ha reconocido –, pero en este volumen en particular, y especialmente durante el conflicto entre elfos y hombres, su unión y desavenencia a lo largo de los siglos y cómo los primeros pierden terreno y presencia en el mundo que los segundos ya dominan, prima un aire posmoderno que merma la atmósfera mitológica y el aura onírica de un trabajo tal. Hay también referencias notorias a la Tierra Media y criaturas que harán sonreír a más de un seguidor del creador de El Señor de los Anillos. En ambos puntos, evidentemente, Sapkowski se acoge a recursos más sucios que los que Tolkien jamás necesitó para retratar la poesía y la tristeza de su mundo.

La Torre de la Golondrina es una novela algo coja, pero sigue siendo una novela muy disfrutable y que se haya por sobre muchas de las publicadas en el género. Hay numerosos puntos donde Sapkowski parece haber querido privilegiar nuevos aspectos de la serie en desmedro de personajes y eventos que venía desarrollando desde su primera antología. Esto es logrado a medias y sumado a la compleja estructura – por momentos confusa, por momentos precipitada – resulta en una novela de altibajos. Hay momentos notables, por supuesto, pero también algunos olvidables, y que la ubican en peldaños más bajos que sus predecesoras.

Isaac Civilo B.

La Torre de la Golondrina
Andrzej Sapkowski
Alamut
336 páginas

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