Reseña TV: The Plot Against America
The Plot Against America

HBO, el canal, y ahora también
servicio de streaming, es famoso por
haber sido la cuna de muchas de las mejores y más exitosas series de TV. Su
prestigio, no obstante, se ha visto algo dañado por el fenómeno de la
sobreproducción. En un esfuerzo por equilibrar las ganancias con la calidad,
HBO parece haber decidido dividir su parrilla en series con un énfasis comercial
y de escasa calidad por un lado y propuestas más serias por otro. En
el segundo grupo es fácil nombrar a TrueDetective, The Leftovers, The Night of, Boardwalk Empire, Game of
Thrones, The Deuce, Chernobyl y algunas otras. Su apuesta
más reciente, The Plot Against America,
cómodamente ocupa un lugar entre éstas.
Basada en la ucronía escrita por
Philip Roth el año 2004 sobre las experiencias personales durante su niñez en Newark,
New Jersey, esta adaptación de seis episodios gira en torno a la familia Levin
en 1940 cuando la Segunda Guerra Mundial ya está en curso. Los Levin son una
familia judía residente en el barrio judío donde Roth pasó su infancia. Su vida
es bastante tranquila. Las relaciones con sus vecinos, buenas. Tienen dos hijos
que asisten a la escuela. Su padre trabaja en una compañía de seguros mientras
su madre es ama de casa. En el primer episodio, sin embargo, la atmósfera ya
muestra señales de tensión. Charles Lindbergh, héroe aviador y antisemita,
comienza su campaña hacia la presidencia contra Franklin Delano Roosevelt,
campaña que eventualmente ganará, cambiando las vidas de todos los judíos en
Estados Unidos.
Philip Roth fue, durante el siglo XX,
probablemente uno de los escritores que más obligaba a pensar a sus lectores.
Su gran inteligencia y sutileza son dos de las características más destacadas
de su extensa carrera, y en la novela su presencia es notoria. Roth no se enfocaba en un conflicto entre
buenos y malos, donde los bandos estaban perfectamente delineados. Por el
contrario, el mal, incluso cuando tiene nombre y apellido, siempre aparece como
una suerte de abstracción que se filtra en las familias y la cotidianidad de
manera subrepticia. Tomando a su propia familia como el núcleo de la narración,
ésta describía el alzamiento del antisemitismo y el dolor de un niño al crecer
con igual énfasis. El misterio y el conflicto que un pequeño experimenta al
entrar poco a poco al mundo adulto gozan de tanta artesanía creativa como las
políticas aislacionistas propuestas por Lindbergh en un despliegue de
equilibrio y objetividad que no muchos escritores lograran durante el siglo
pasado.
Esto conlleva un peligro cuando se
realiza una adaptación televisiva, particularmente en una época en que
cualquier propuesta creativa está teñida (o manchada) por inclinaciones
políticas. E Incluso cuando no es así, las audiencias están prestas a proyectar
sus propias interpretaciones en ellas, atribuyéndoles intenciones que nunca
estuvieron ahí en primer lugar. Es
difícil que una serie de televisión se ciña al ritmo pausado, a veces incluso
lánguido, de una novela como La Conjura
contra América. Solamente basta ver el ejemplo de Orfred y El Cuento de la Criada a manos de Hulu
donde después de una mera temporada, el talante reflexivo y pausado de la
protagonista fue transformado en la rebeldía de una amazona guerrera,
sacrificando la parsimonia y profundidad de la obra de Margaret Atwood en pos
de la adrenalina y el estruendo que el público exige.
Por fortuna, HBO ha optado por el
camino opuesto. La percepción es que sería difícil manejar un tema tan candente
en este momento a través de un proyecto que decide sumergirse en la reflexión e
internarse en los intersticios de una familia de clase media. Sin embargo, creada
y escrita por los guionistas de The Wire,
David Simon y Ed Burns, The Plot Against
America se mueve a un ritmo y a través de un terreno muy cercano a la
novela de Philip Roth. No hay grandes alardes de virtuosismo narrativo
superficial ni giros de tuerca sorpresivos aquí. El ritmo que los guionistas
imprimen a la miniserie es firme. Las semillas plantadas en el primer episodio
germinan poco a poco durante los siguientes. La sutileza del guion reside en
cómo rescatar aquellos pequeños momentos en que la tensión se incrementa
levemente, aquellos conflictos que comienzan a tomar una forma imprecisa, y
graduarlos hacia resoluciones que nadie podría haber anticipado.
Al igual que los Roth en la novela,
la familia Levin es el punto focal de sus seis episodios. Herman (Norman
Spector), es el único que sospecha la secuencia de eventos que comenzará a
tomar lugar como la caída de una fila de dominós. Su esposa Elizabeth (Zoe
Kazan) es algo más descreída, pero con el correr de las semanas acepta
amargamente que Herman tenía razón. El padre desea permanecer en Estados
Unidos, plantar cara a las políticas de Lindbergh y hacer valer sus derechos,
cada vez más tenues, mientras que ella contempla la opción de mudarse a Canadá,
percibiendo con más claridad que su ofuscado esposo lo desesperanzado de la
situación. Su hijo mayor Sandy (Caleb Malis) es embrujado rápidamente por el
espectáculo que la campaña de Lindbergh monta y por su papel de héroe de la
aviación. Rápidamente su tía Evelyn (Winona Ryder), hermana de Bess, lo recluta
en uno de los programas para jóvenes creados por el Rabino Bengelsdorf (John
Turturro), personaje de gran ambigüedad que es visto por sospecha por ambos
extremos políticos. Bengelsdorf confía en la política pacifista de Lindbergh
que mantiene a Estados Unidos fuera de la Gran Guerra, confía en su programa
para integrar a niños judíos (y después a familias completas) a la vida
estadounidense, pero al mismo tiempo sus iglesias pierden feligreses que miran
sus prácticas como políticas aislacionistas que buscan socavar a la comunidad
judía. Evelyn y Bengelsdorf tienen una relación romántica lo que erosiona aún
más la relación con Herman y Elizabeth.
Y sin embargo, el punto de vista más
angustioso proviene del hijo menor de los Levin, Philip (Azhy Robertson).
Personaje basado en la propia experiencia de Philip Roth, el pequeño representa
el rápido paso a la madurez en un doble sentido: como un niño que debe lidiar
con diversas influencias en su vecindario y en su escuela, y como espectador de
la violencia y la intolerancia soterrada de una sociedad. A paso veloz, su
infancia idílica se desvanece ante la comprensión del peligro que acecha a sus
amigos y familia. Y en paralelo, Alvin, sobrino huérfano de Herman, el padre de
la familia, decide alistarse en el ejército canadiense, rompiendo la política neutral
de Lindbergh. Lisiado, de vuelta en Estados Unidos, Alvin se convierte en una
carga para los Levin en aspectos mucho más significativos que el meramente
físico.
El relato es una clase maestra de
ritmo y economía narrativa. El manejo de la tensión está graduado de tal manera
que tanto personajes como espectadores se encuentran repentinamente en medio de
un conflicto de grandes proporciones sin poder indicar cómo llegaron ahí y del
cual ya no es posible escapar. A pesar de contar solamente con seis episodios,
la progresión de las corrientes subterráneas de violencia y corrupción avanza
inexorablemente. La erosión de los cimientos familiares y culturales es sutil,
pero incisiva. Ya a mitad de la serie, la luz natural ha desaparecido
totalmente de la pantalla. La única luz es artificial, dentro de las casas, en
oficinas, bares, en contraste con la noche y la lluvia que anticipan el destino
de aquellos que decidieron permanecer en New Jersey.

Isaac Civilo
B.
The Plot Against America
HBO
360 minutos
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