Reseña: La Entrega de Dennis Lehane


La Entrega

Como sucede a todo lo que creativamente pueda considerarse un género – sea literario, musical, cinematográfico, arquitectónico –, a menudo se habla de su agotamiento, sus trillados tropos o, simplemente, su limitada vigencia. La novela negra no está exenta y durante los últimos años se ha mencionado con cierta regularidad a su última generación dorada. Si deben tomarse en serio dichas opiniones, es algo que el único juez fiable – el tiempo – dirá. Pero en caso de que así fuera, dicha generación ha producido a unos cuantos grandes escritores, incluido su puntal, Dennis Lehane.

Bastante conocido hoy en día gracias a las adaptaciones de Mystic River y Shutter Island a manos de dos leyendas cinematográficas, Clint Eastwood y Martin Scorsese, y sus colaboraciones en los guiones de las notables series de televisión The Wire y Boardwalk Empire, y de las recientes Mr. Mercedes y The Outsider, Lehane ya se había consagrado una década antes con una rápida seguidilla de excelentes novelas en su serie Kenzie-Gennaro. Hoy por hoy alterna sus labores de guionista con la de escritor sin afectar un ápice el balance calidad/cantidad. La Entrega, una de sus más recientes novelas vuelve a ser un soberbio ejemplo.

Con dos décadas tras la barra del Cousin’s Marv, Bob Saginowski se ha acostumbrado a la monotonía de su vida. Taciturno, observador y capaz de ver el lado filosófico de las cosas, Bob esconde el dolor de la soledad y el lento transcurso de cada día tras la muerte de sus padres hace algunos años. Asiste a la iglesia cada domingo e intenta ser el mejor hombre posible. Algo difícil considerando que el bar donde trabaja es un punto de entrega de las mafias locales. Una mañana después de Navidad, encuentra a un pequeño perro golpeado en los escombros de la basura. Lo rescata y esto lo pone en contacto con Nadia, una mujer bastante golpeada por la vida y con una gran cicatriz en la garganta. Casi en paralelo, el Bar de Marv es asaltado y la recaudación del día robada.

Ambos sucesos ponen en marcha una serie de eventos alrededor de un conjunto de personajes ambiguos, algo crueles y lo suficientemente quebrados como para intentar manejar sus vidas privadas lejos del escrutinio de sus semejantes. El dueño del bar, Marv, administra apuestas, es ambicioso, tiene tratos con la mafia. Básicamente es el producto exacto de una infancia pobre en los barrios bajos, salvo por el hecho de cuidar de su hermana y especialmente de su padre, un anciano vivo sólo gracias a las máquinas que lo mantienen.

Tras el asalto, el detective Evandro Torres, conocedor de los movimientos de Marv, intenta establecer los vínculos entre el bar, la mafia y el asalto. Asiste a la misma iglesia que Bob, es un creyente fiel, pero que exuda angustia existencial. Tiene un pasado turbio donde la cocaína y el alcohol hicieron acto de presencia, y ahora se esfuerza en ser un padre ejemplar con algunos deslices con los que pretende silenciar el desamparo de la finitud de la vida. En su mira se encuentra Eric Deeds, basura blanca, ex presidiario, antiguo dueño del perro que encuentra Bob. Deeds está más allá de cualquier redención posible y no solamente planea recobrar a su can y Nadia. Ya planea su próximo golpe con un insospechado colaborador.

La gran economía narrativa que Lehane imprime a sus novelas es refinada incluso más en La Entrega. La inteligencia y la sensibilidad de su prosa dibujan a cada uno de los personajes en tan solo algunos párrafos. No hay estridencia ni aspavientos de virtuosismo. Incluso a los personajes secundarios aplica el mismo tratamiento, creando una galería de personas creíbles.

Sus diálogos son algunos de los mejores que pueden encontrarse en la novela negra y fuera de ella. Son tensos, afilados, de gran ritmo, pero al mismo tiempo con una dosis de humor negro capaz de sonsacarle risotadas al lector en los momentos más sombríos. Sin duda, la niñez de Lehane en los barrios bajos de Boston desarrolló su oído para la conversación cortante. Sus metáforas y símiles son ingeniosas, divertidas, y recuerdan las clásicas chanzas mafiosas que enmascaran amenazas que pueden estallar en cualquier momento. En esto, pocos escritores hay que puedan igualarlo. La concisión de su prosa es a toda prueba.

Al igual que en las cintas de Martin Scorsese, hay un aire religioso que parece flotar en la atmósfera de la novela como testigo de las acciones transgresoras de sus personajes. Provee solaz cuando es necesario, pero no siempre responde a las preguntas de éstos. Es ambiguo y a ratos testamentario, envolviendo a sus protagonista en un halo de angustia que se hace presente tan pronto cierran las puertas de sus hogares para enfrentar la soledad.

Todas estas virtudes toman lugar en meras 190 páginas de un relato sustancioso, sin un gramo de grasa, con un ritmo perfectamente graduado y una atmósfera muy bien lograda que denota sobriedad y pleno control de su estilo. Sus personajes se mantienen reales en cada una de sus páginas, e incluso en aquel desenlace que llega como un golpe seco, Lehane mantiene un pulso inalterable dejando que el lector atisbe un par de sorpresas que ni siquiera sus protagonistas habían sospechado.

Por fortuna, Dennis Lehane aún tiene una larga carrera por delante. Con meros 55 años, un cuerpo de novelas de gran calibre al hombro y un destacado papel como guionista, merece con creces el título del mejor escritor de su generación. Sea ésta la última notable del género negro o no, siempre podremos volver a sumergirnos en la densidad de sus obras y revivir la sensación del más gélido espanto y la más cálida redención.

Isaac Civilo B.

La Entrega
Dennis Lehane
Salamandra Black
192 páginas

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