Reseña: Cuentos Completos de H. G. Wells
H. G. Wells: Cuentos Completos

Las novelas clásicas de Wells, no
obstante, han ejercido una influencia tan gigantesca durante más de un siglo
que inevitablemente el resto de su obra se ve eclipsado. Tanto sus novelas
menos conocidas como sus cuentos cortos han sido relegados no al olvido, pero sí
a un rincón bastante polvoriento de su bibliografía. Por ende, el volumen que
la excelente editorial española Valdemar ha publicado como Cuentos Completos de H. G. Wells en su nueva colección Selecta no
puede sino ser recibido con gran aprecio por los seguidores del escritor inglés
y de la ciencia ficción. Al igual que el primer y segundo volumen de dicha
colección – El Padre Brown al Completo del genial G. K. Chesterton y Los Mil y
un Fantasmas de Alexandre Dumas –, éste es un volumen de largo aliento, 1264
páginas, que reúne todos los relatos cortos del escritor además de un apartado
final donde se reúnen todas aquellas narraciones que jamás fueron incluidas por
Wells en antología alguna.
A diferencia de los cuentos de Julio
Verne, más científicos y centrados en la aventura, y los de Pawlowski, más
centrados en la especulación filosófica, H. G. Wells se decantaba por un camino
diferente y con una amplitud temática mucho más grande. Con el correr de las
décadas, tal rango de intereses se vería replicado en los escritos de Ray
bradbury y, en nuestros días, en los de Neil Gaiman y Christopher Priest, por
nombrar a tres de los más famosos escritores que han bebido de los escritos del
autor de La Guerra de los Mundos. Lo
de Wells es la explosión de la imaginación en medio de situaciones mundanas. La
invitación es a suspender la incredulidad,
como postulara Samuel Taylor Coleridge, y a aceptar el desarrollo de eventos
ominosos y fantásticos, su penetración en el tejido de la realidad y su ímpetu
hacia consecuencias imprevistas.
De partida, la antología tiene dos
grandes aciertos. Estos son la inclusión de dos novelas cortas. La primera, La Máquina del Tiempo, donde existen
pasajes que anticipan las visiones más etéreas y extrañas que la ciencia
ficción desarrollaría a futuro en los ingenuos eloi y otros pasajes que rivalizan con lo mejor de Lovecraft a
medida que el viajero desciende a los túneles de los morlocks, aquellas criaturas de piel blanca enfermiza, alérgicas a
la luz y de textura casi vampírica. Pero tan importante como las visiones
futuristas es la conocida vena social y política del autor con una serie de
punzantes reflexiones sobre las consecuencias de diferentes estructuras
sociales. El segundo acierto es otra de sus novelas cortas, Una Historia de Tiempos Futuros, que reafirma
la preocupación que Wells desarrollara a comienzos de siglo respecto de lo que
ocurriría en las décadas siguientes. Ésta es una pequeña joya narrada en el
siglo XXII – aunque se asemeja mucho más al final de la época Victoriana y el
comienzo de la Revolución Industrial que Wells vivió – a través de una joven
pareja; ella, de una familia acaudalada; él, de la clase baja. Tras la pasión
abrasadora del romance inicial, ambos atraviesan un periplo que los lleva de regreso
por poco tiempo a la vida campestre, ahora destruida, antes de volver a la
ciudad industrial, fuertemente estratificada, donde no hacen sino caer hacia la
miseria y la escasez. Además de sus personajes muy bien delineados y sus
conflictos expuestos con la precisión de un cirujano, el autor llena las
páginas con inquietantes disquisiciones sobre el vaivén social resultante del
desarrollo tecnológico, ácidas observaciones sobre las clases sociales y el
abandono de los antiguos sólidos valores en que solía cimentarse un intercambio
humano más honesto y justo. En sus páginas es posible encontrar lo mejor de
Wells dada su clarividencia y el cuidado que prodiga a sus personajes, e
incluso una emotividad algo ausente en el resto de su obra.

Muchas de las narraciones cortas del
volumen lidian con la visión sombría que Wells mantenía sobre la humanidad. Hay
una serie de relatos donde el autor profundiza su percepción sobre la
falibilidad y la corrupción del ser humano. A pesar del romanticismo de éstos, sus
personajes se ven arrastrados por fuerzas que no pueden controlar. Recurren a
sustancias alucinógenas que son el único medio para que un matrimonio pueda
soportarse. Prodigan promesas vacías de amor que pronto cederán ante el engaño.
La frialdad de la mente humana, incluso en medio de los eventos más trágicos,
es capaz de ver en la muerte de familiares la oportunidad de saldar sus deudas
monetarias. La ignorancia de los herederos de un mediocre escritor filántropo
les impide ver la herencia intelectual y económica que éste les ha legado.
Durante gran parte de su vida el escritor mantuvo una actitud ambivalente,
incluso pesimista, sobre la libertad que los seres humanos creen poseer. Ésta
incluso toma forma en algunos relatos precursores de la ciencia ficción más
apocalíptica y que ubica a la humanidad en su justa e ínfima posición en el
universo. Durante años Wells reflexionó, a menudo con angustia, sobre medios
que permitieran mejorar al ser humano, educarlo a fin de que alcanzara su
potencial intrínseco. Poco sabía que aquellas fuerzas irracionales que combatía
terminarían por apresarlo también durante un viaje a Rusia donde se enamoraría
perdidamente de una agente bajo las órdenes de Lenin, amorío que lo llevaría a
la desesperación y a cuestionar su propia falibilidad. Como el filósofo John
Gray agudamente indicara en su excelente La
Comisión para la Inmortalización: La Ciencia y la Extraña Cruzada para Burlar a
la Muerte, la vida de Wells tocaría fondo después de tal suceso y emergería
profundamente cambiado, y mucho más pesimista aun, tras descubrir la verdad
sobre su amor eslavo. Como Gray escribió, Joseph Conrad amaba a la humanidad,
pero no deseaba cambiarla a pesar de reconocer su destino trágico y su
debilidad ante fuerzas superiores que provenían tanto desde el exterior como de
su interior. Por el contrario, Wells odiaba a la humanidad, y por eso anhelaba
un cambio que la sacudiera y la cambiara. Gran parte de las historias de su
producción breve dejaban entrever tal deseo, la angustia y la frustración que
la humanidad provocaba en él. Sus sombras provenían de un núcleo interior que
vislumbraba, pero que no pudo descifrar y que inconscientemente cristalizaría
en estas narraciones.

Es posible comprender por qué muchas
de las historias de la última sección de la antología no fueron incluidas por
Wells en colección alguna. Si bien existe un puñado de relatos de gran factura,
un número considerable no aporta en demasía a los cuentos de las antologías
oficiales. Pero esto es un detalle menor y que no empaña ni por un segundo este
estupendo volumen. Es un lujo – como suele darnos la editorial Valdemar – al
fin poder contar con todas las creaciones cortas de H .G. Wells en un único
tomo que además cierra con una suerte de guion cinematográfico creado durante
los albores del séptimo arte. Con sólo tres colecciones, Selecta ya se perfila
como una de las mejores propuestas de la editorial junto a Gótica,
Intempestivas, Frontera e Insomnia, y los seguidores de la buena literatura
pueden esperar con ansías futuros volúmenes. La calidad está asegurada.
Isaac Civilo B.
H.
G. Wells: Cuentos Completos
H.
G. Wells
Valdemar
1264
páginas
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